![Mayte de la Iglesia: «He visto muchos padres explotadores y muchas niñas Marisol en la moda»](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/04/12/_CSM3006-k21F-U2005075373293G-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Mayte de la Iglesia: «He visto muchos padres explotadores y muchas niñas Marisol en la moda»](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/04/12/_CSM3006-k21F-U2005075373293G-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Mayte de la Iglesia parece que lo ha tenido todo fácil. Ella lo admite, aunque seguramente esta valenciana sepa que nada es sencillo, sobre todo si, como ella, llega a las grandes ligas. Las suyas fueron las de las pasarelas, donde dicen que incluso el ... mismísimo Tom Ford la seleccionó personalmente para un desfile. Se reconoce como una gran apasionada de todo lo valenciano, de pasarlo bien, de los amigos y, sobre todo, de esa familia que siempre la apoyó, hiciera lo que hiciera. Ahora triunfa detrás de las cámaras.
-¿Qué estás haciendo ahora?
-Actualmente tengo una agenda que es una auténtica locura, el sector de la moda se ha recuperado muy bien tras la pandemia y el confinamiento, porque al final podía ser «prescindible». La parte lúdica se retrotajo èrp ahora estamos en la situación contraria. Yo soy estilista de moda, pero también genero contenidos online para terceros. Entre reuniones, rodajes, sesiones de fotos, eventos, talleres, viajes... Cada proyecto es totalmente distinto y estoy embarcada en trescientas mil historias que a mí me apasionan.
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María José Carchano
-¿Crees que es complicado haber sido modelo y querer continuar en el mundo de la moda de otra manera?
-Hay una parte sencilla, en la que ya conoces mucha gente que se mueve en el círculo de la moda, ellos te conocen a ti, y de una manera bilateral hay confianza. El problema viene a veces en las oportunidades, por eso yo creo que da igual que vengas de fuera o ya estés dentro. Una persona puede estar capacitada para dejar de ser modelo y convertirse en estilista, redactor en medios o fotógrafo, pero demasiadas veces siguen pensando que eres única y exclusivamente una modelo. También se fijan mucho en la cantidad de vida laboral que tienes en un lado u otro, y afecta a la credibilidad que te conceden. Yo lo he asumido, que alguien siempre va a encontrar información sobre mí, sobre mi etapa de modelo cuando me rastrean, pero ya saben que te dedicas a otra cosa. Tengo amigas que fueron muy tajantes, que se negaron en rotundo a seguir trabajando de modelos para que esa barrera entre dos profesiones no se diluyera. En mi época era más necesario si cabe; ahora la gente puede ser más polivalente, tiene una mentalidad más abierta y puede ser más cosas a la vez.
La profesión de modelo era distinta a como es actualmente.
La barrera se ponía mucho porque cuando te has dedicado de manera profesional había una edad de jubilación más o menos pautada. Ahora la moda ha roto esos cánones y se puede empezar a ser modelo con cincuenta o sesenta. Antes nos impusimos y fuimos mucho más disruptivas porque estábamos cansadas del periodo de modelo, una época al que le has dedicado cuerpo y alma. Yo quería llevar una vida más organizada, me apetecía estudiar, establecerme en una ciudad y no estar dando tumbos constantemente.
¿Tuviste claro en qué momento ibas a dejar de ser modelo?
Tuve varios momentos de dar carpetazo, y tenía que ver con situaciones en las que no quería hacer algo. Por ejemplo, ir a casa a descansar una semana, pero te dicen que tienes que irte dos días a París y tres a no sé dónde. Cuando no conseguía salirme con la mía me cabreaba mucho, llamaba a la agencia y les decía: 'yo lo dejo, porque me da igual trabajar en esto que en un supermercado'. Siempre he sido muy bravucona (ríe). Simplemente era una cuestión personal, porque pasaba mucho tiempo sin ir a un montón de celebraciones... Yo me acuerdo el año que pude pasar 48 horas en Fallas después de haber estado muchísimo tiempo sin ir. Fue excepcional. Para mí fue la cosa más loca del planeta, y por eso fue como un acto de rebeldía el decir: 'no voy a seguir', pero luego recapacitas y todo vuelve a su cauce. Cuando ya definitivamente lo dejé fue un año muy curioso porque me había ido a Japón a trabajar tres meses, me saco el carné de conducir (cosas cotidianas para las que no tienes tiempo) en Valencia, un mes intensivo haciendo prácticas, y ahí me relajo, veo que la vida son más cosas, aparte de viajar y viajar. Además, hubo cambios personales, con una relación que dejo en el extranjero, otra que comienza en Madrid... Y para rematarlo, cojo peso y con ese 'body' me dicen que no van a entrar los vestidos... Así que un día hago las maletas, dejo mi piso de París y me voy a Madrid, veo una escuela que me gusta y me meto en un master. Fue muy natural. Sentí que había pasado todo por algún motivo.
Hay un momento, y les pasa a los deportistas de élite, por ejemplo, que al principio todo les parece un privilegio pero luego las renuncias van pesando.
A mí lo que me pasó es que las cosas excepcionales las naturalicé muy rápido. De repente, esos hotelazos, esos viajes, ya no te impresionan tanto, y valoras mucho más pasar un día en Fallas o ir a la boda de una amiga. Yo he tenido que cambiarme de ropa en un avión; eso sí, maquillada y peinada ideal (ríe). Y la primera vez que pude volver a celebrar mi cumpleaños con mi gente me pareció una maravilla.
Dicho esto, entiendo que sí, que hubo una época que disfrutaste el hecho de ser modelo. ¿Era lo que tú querías?
En mi caso fue una combinación de factores. En el instituto hacía teatro, era la más alta de todos, siempre estaba en la quinta fila y me faltaba ser el árbol de la función. Y siempre me decían que me metiera a miss Valencia. Al final cando muchas veces escuchas un discurso determinado, un mensaje insistente, te planteas si realmente es ese el camino, porque a mí el mundo de la moda ya me atraía, pero no lo veía desde esa faceta. De hecho, empecé a cursar Moda en Artes y Oficios en Valencia, y a determinados personajes de la moda valenciana en la Pasarela del Carmen ya los conocía porque habían sido profesores míos. Y cuando alguien te propone algo así, ser modelo, aceptas enseguida. Es verdad que tiene una parte muy grata, y también como muy ególatra, que te convierte en ese personaje que tú no eres, potenciado por el maquillaje, la peluquería, el estilismo, todo el espectáculo, incluso el photoshop. Es muy fácil enomorarse de esa profesión. Y, de hecho, con el paso de los años es muy curioso que acabes aborreciendo esas cosas que al principio te resultan tan agradables, como que te peinen y te maquillen. A mí me pasó, no quería que me tocaran la cara, que me tocaran el pelo. Ahora ya no (ríe).
Supongo que ha habido mucha gente que te ha pedido consejo, que quería ser modelo como tú.
Mi consejo siempre ha sido que enviaran las imágenes a una agencia para que sean ellos quienes valoren a esa persona. Pero en mis adentros pensaba que no tenía ningún tipo de oportunidad. Es muy diferente ser la guapa de los amigos, la que más liga, a trabajar en el ámbito de la moda. Hay diferencias entre lo que puedes ser y lo que quieres ser, porque no se busca solamente una cara. El arquetipo sigue estando acotado, incluso aunque seas modelo curvy. Eso sí, he visto chicas en la Mercedes Benz Fashion Week de Madrid que vienen del ámbito de las 'influencers' y ahora trabajan también de modelos; salen con seguridad y se lo toman en serio. Seguramente tendrán que luchar el doble, porque no tienen los requisitos, por ejemplo de altura y no tienen el alcance en el ámbito internacional. Por eso lo importante es estar formado y ser competente.
¿En qué momento te diste cuenta de que lo habías logrado?
Yo pensé que lo había logrado en el primer desfile. Llevaba un mes y medio y me puse de pie con unos zapatos de tacón que no me había puesto en mi vida. Con veinticinco tías más que tenían una trayectoria... Lo que pasa es que todos los pequeños hitos que vas logrando a lo largo de tu carrera sólo los ves como experiencias adicionales, que te van catapultando a otras experiencias. La rueda no deja de girar.
No pareces una persona muy nostálgica.
Es que hace tiempo que me di cuenta de que no tengo apego, ni a las cosas materiales, ni a las ciudades...
¿Qué cualidades te ha dado tu época de modelo que te han ayudado posteriormente?
La perseverancia es esencial. No te pueden decir que no y pensar en irte a casa. Y si hablo de perseverancia también hablo de ser trabajador; ahora que estoy en el otro lado de un modelo espero puntualidad, y eso que yo no era... (ríe). Mis amigos dicen que sufro una enfermedad que empieza por 'tardo', pero como estilista he aprendido a ser puntual. También hay que ser el mejor profesional posible, porque gente mejor que tú hay a millones, gente peor con más suerte o más contactos, o con tarifas más económicas, hay a millones también. Hay que ser currante, y me he dado cuenta de que ser organizado y tener un poco de autonomía, es importante. No puedes esperar a que siempre te validen las cosas, hay que tener ímpetu y arrojo. Yo he tomado decisiones en las que me he equivocado, pero hay que hacerlo. Y también el esfuerzo, que a día de hoy es una filosofía se ha perdido. Es más, si todas estas cualidades las hubiera aplicado a mi carrera como modelo hubiera llegado mucho más alto. Las cosas me iban suficientemente bien, así que era más vaga porque los siguientes escalones me venían dados. Pero a veces para dar el salto hay que esforzarse más, ser más perseverante, más currante.
¿Cuál crees que fue tu punto fuerte para llegar adonde llegaste?
A mí se me daban muy bien los desfiles, aprendí a caminar y me salía muy natural. De hecho, cuando voy con tacones siento que floto. No sé por qué. Esa parte de seguridad, de saber que haces algo muy bien, es esencial. Y creo que hay una cosa que no debes hacer, y es creerte todo lo que te digan los demás, sobre todo si es negativo. Yo recuerdo que llevaba el pelo hacia adelante porque una maquilladora me dijo que tenía cara de pan, y me lo creí, hasta que un fotógrafo me dijo que no lo hiciera, que debía descubrirla. No te puedes dejar influir.
¿Qué te queda de valenciana?
Para que te hagas una idea, todo el mundo me llama 'la fallera'. Yo siempre matizo que soy de Valencia. Podría ir más, pero aunque yo pensaba que podía compatibilizar en el ámbito laboral las dos ciudades, la realidad es que es muy difícil. Tengo un cuadro en casa que pone 'Primero, Fallas'. Me lo regaló un amigo porque cuando nos poníamos a hacer planes, por ejemplo, para el verano, yo siempre decía esa frase. Creo que de valenciana me queda todo.
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Cuando piensas en tu futuro, ¿lo ves siempre unido a la moda?
En la moda hay que saber cerrar etapas, sea la que sea, porque son muy enriquecedoras, muy absorbentes, pero funciona todo muy rápido. Si estás dentro te mantienes por la fuerza concéntrica, pero si te vas saliendo esa fuerza te despide. Así que es mejor largarse antes de que te larguen. Al mundo de la moda hay que llegar sabiendo que lo que aprendas te va a servir para muchísimos ámbitos, porque es un ambiente en constante evolución, que cambia muy rápido, con nuevos retos por los que luchar. Yo les digo a mis alumnos que la moda es la novia guapa con la que todo el mundo se quiere casar, y muchos sectores se alían con ella para disfrazarlo de glamur, de otra esencia. A través de esa conexión con otros universos se fraguan muchísimas vías a futuro a nivel laboral. Y sin contarte mucho, a mí me ha pasado.
Si miras atrás, ¿crees que has tenido suerte?
No soy nada supersticiosa, y nunca he pensado que la suerte sea algo tan determinante, pero sí la he tenido porque al comenzar, la primera agencia que me representó, que fue Carmen Durán, confió en mí. Además, he tenido la suerte de no toparme con ninguno de los engendros que pululan por este mundo y de tener un ambiente familiar que me apoyaba en lo que hacía, tanto si seguía como si lo hubiera querido dejar. No he sido una niña Marisol. He visto la explotación por parte de padres de modelos. Además, se ha terminado un proyecto y tenido la suerte de que mañana me han vuelto a llamar. Sí, me considero una persona con suerte.
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