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La 'youtuber' Ana Muñoz, cuyo canal supera el medio millón de adeptos, en uno de sus vídeos de ASMR. r. c.

El orgasmo digital

Millones de usuarios acuden a las ASMR, las nuevas terapias en la red que activan las zonas de placer de los más sensibles

Unas uñas que rozan una toalla o un jabón. Unos dientes que mascan pepinillos. Una mano que acaricia un jersey. Dedos ágiles que pasan páginas de un libro como si fuera una 'performance'. O, simplemente, una voz siempre en 'sottovoce', que susurra algo parecido a una caricia auditiva. Del poder sensorial de las redes sociales, capaces de crear nuevas realidades paralelas pero nada virtuales, da idea el espectacular avance de sus propuestas para disfrutar el ocio, informarse o sentir cosas que antes solo situabamos en los planos más corporales de nosotros mismos.

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En los últimos años se han incorporado los placeres más epidérmicos. Cada día cerca de un millar de vídeos en youTube buscan captar a personas a las que se les dispara la sensibilidad con estímulos auditivos que les generan ese hormigueo de placer que recorre la nuca o la espalda. Y que algunos han llegado a relacionar con el llamado 'orgasmo cerebral'. Son las Respuestas Sensoriales Meridianas Autónomas (ASMR, en inglés) que nacieron en Instagram pero han alcanzado su verdadera entidad entre los 'youtubers'.

Sensaciones

  • 75% de los usuarios de vídeos ASMR reacciona ante los susurros, según un estudio de la Universidad de Swansea (Reino Unido); el 69% reclama contenido sobre atención personal, un 64% lo hace ante sonidos crujientes, un 53% ante movimientos lentos y un 34% sobre los repetitivos.

  • Distintas sensibilidades Según algunos expertos, un 0,5% de las personas pueden alcanzar incluso el llamado 'orgasmo cerebral' con terapias ASMR. En cambio, según desveló la Universidad de Manchester, otras personas nunca sentirán sus efectos, más allá de relajarse.

  • 400 millones de visualizaciones de vídeos de esta nueva terapia virtual se alcanzaron a finales de 2018. La oferta de lo que se puede descargar superó los 13 millones de piezas, la mayoría entre 15 y 60 minutos.

«Es una sensación estática en la piel, comparable al hormigueo, que normalmente comienza en el cuero cabelludo y recorre la parte posterior del cuello y la superior de la columna vertebral», sitúa con precisión clínica la neuropsicóloga y profesora de Ciencias de la Salud de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC), Judit Subirana.

La norteamericana Jennifer Allen etiquetó en 2010 un fenómeno de hipersensibilidad que muchos humanos llevan consigo sin ser conscientes. Hace casi diez años esta mujer creó un grupo de Facebook para compartir sus inquietudes de lo que se llamó sensaciones de la Nueva Era. En poco tiempo fue compartido por miles de personas de todos los continentes que sentían cosas parecidas.

A estas alturas ya nadie se pregunta si todo esto tiene base neurológica. Docenas de miles de vídeos y millones de usuarios que los usan para experimentar sensaciones en la esfera privada e incluso como sonajero para dormir o relajarse demuestran su realidad. Entre los que facturan estos vídeos, que pueden durar entre 15 y 60 minutos, destaca el aplastante poder femenino. Mujeres como Lauren Woods y Sophie Michell en el mundo anglosajón, o la española Ana Muñoz, que ha convertido su canal Love ASMR en una profesión (y supera el medio millón de adictos).

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«Es como un hormigueo que comienza en el cuero cabelludo y baja por la espalda»

«Los contenidos que provocan una reacción, emoción o sensación ayudan a su viralización», adelanta la profesora de Ciencias de la Información y Comunicación de la UOC Silvia Martínez. Su avance llega a tal punto que las empresas han entendido su papel para llegar a futuros consumidores. Samsung ha patentado su modelo de teléfono Galaxy con 'orejas', con una carcasa que permite a sus usuarios grabar vídeos ASMR. La nórdica Ikea anunció sus productos con personas que acarician los edredones; en sus imágenes se golpean sus mesas escritorio con los nudillos o se iluminan lámparas LED «muy ASMR». También se han sumado los coches que ya no ofrecen prestaciones sino que «crean sensaciones». En todos estos casos, las ventas notan el empujón. Subieron un 4,5% en sus tiendas Ikea y más de un 5% en su web. Y hoy nadie duda de que son las empresas publicitarias las que marcan la evolución de los creadores de 'videosensaciones'.

Realmente ¿sirven como medicina? La ciencia aún no lo tiene del todo claro. Parece claro que toca conceptos básicos manejados por psicólogos, biólogos y neurólogos, pero «los estudios realizados aportan resultados dispares y hay que seguir investigando», insiste Silvia Martínez.

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Regalos, sopa, cariño...

Mientras la ciencia se aclara, las demandas de los usuarios hacen cada vez más completa la oferta. Cuenta Dennis Riley, de 17 años, que nunca ha tenido novia. Pero él interpreta a un novio de al menos medio millón de suscriptores en youTube (DennisASMR). Les trae regalos en San Valentín y sopa cuando están enfermos. Les canta una serenata o les ayuda a dormir bien por la noche. En lugar de contar ovejas les arrulla con su voz casi adolescente... «cariño, cariño, lo que quiero que hagas es respirar hondo y exhalar profundamente».

Más allá de nuestra relación con los artilugios digitales, la neuropsicóloga Silvia Martínez establece un paralelismo con los tres principales desencadenantes de esos hormigueos en la vida real: el tacto (cuando se toca ligeramente el cabello o se pasa la mano por la espalda); la audición (sonidos siempre a bajo volumen), y la visión (movimientos suaves de alguien o expresiones faciales amables). Las claves de estos viajes virtuales y físicos todavía son el uso de micrófonos ultrasensibles capaces de captar todos los sonidos perceptibles por el oído humano, escucharlos con auriculares y «que la persona esté relajada para que el desencadenante de la ASMR surta efecto», recomienda Subirana.

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