M.P.
Martes, 28 de junio 2022, 00:29
Además de ser una de las plantas de interior más famosas, el potos (también conocido como pothos, potus o epipremnum aureum) es también popular por ser una de las que menos cuidados necesita.
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Esta enredadera se adapta a cualquier habitación, tanto si se cuelga en una cesta como si se coloca en una estantería y, además, se puede adquirir en varios tonos y matices que resultan elegantes y modernos (la más común, la que tiene hojas de un color verde intenso, teñidas con dibujos de color crema).
Originaria de la Polinesia Francesa, con un clima adecuado y con los cuidados óptimos, esta planta puede crecer mucho, tanto que si dispone de un soporte por el que trepar puede alcanzar una altura máxima de 20 metros.
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Existen muchas formas de disfrutar de un potos; cultivado en una maceta con tierra y con sus ramas colgando, con una guía para que crezca de forma vertical y en un recipiente transparente con agua. Sí, has leído bien; los potos se pueden reproducir y crecer bonitos sólo con agua.
Para empezar, lo que se necesita para cultivar un potos en agua es una enredadera de pothos saludable, un recipiente de vidrio, agua y un fertilizante líquido para todo uso. El hecho de usar un recipiente de vidrio en estos casos es para ver cómo crecen sus raíces. Sin embargo, la parte negativa es que las algas crecerán de forma más rápida que en una maceta de color.
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Una vez que ya se tienen los utensilios necesarios, los pasos a seguir son los siguientes:
1.- Cortar una rama de potos con tres o cuatro nudos. Es importante que retires las hojas que estén en la parte inferior, ya que si quedan cubiertas de agua acabarán pudriéndose.
2.- Llenar de agua (sirve el agua del grifo) el recipiente que vayamos a usar.
3.- Añadir unas gotitas del fertilizante líquido.
4.- Introduce las ramas de potos en el agua. Importante; que las hojas no queden cubiertas de agua, la raíces sí.
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El potos en agua se debe colocar en un lugar de la casa en el que la luz le llegue de forma indirecta. Y es que, demasiada luz solar puede pausar el crecimiento de la planta e incluso hacer que sus hojas se vuelvan amarillas o marrones.
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Por lo que respecta al agua, lo óptimo es cambiarla cada dos o tres días, o cuando se vuelve algo sucia y llena de algas. El fertilizante se deberá agregar cada cuatro o seis semanas.
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