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Hallstatt, cubierto de nieve estas navidades. Abajo, hordas de visitantes hacen cola para una excursión en barco. nagore centeno

El reino de 'Frozen' existe y está saturado por los turistas

Riadas de visitantes han copado Hallstatt, un idílico pueblo austriaco que se parece al de la película. Sus vecinos están cansados

JAVIER GUILLENEA

Sábado, 11 de enero 2020, 19:36

Hallstatt era hace diez años una villa idílica al borde de un lago de ensueño y aún lo sigue siendo, pero de otra manera. Lo que entonces le faltaba al pequeño pueblo austriaco, ahora le sobra. Tiene gente para dar y regalar, la hay por todas partes, tanta que hasta los visitantes se cuelan sin permiso en las casas en busca de un baño que no esté ocupado.

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En el pueblo residen 778 vecinos pero no lo parece porque apenas se les ve. Su presencia se diluye ante las riadas de personas que transitan por las calles en busca de un lugar vacío donde sacarse una foto mientras decenas de drones sobrevuelan los tejados para obtener imágenes impactantes. Hay turistas que llegan a la localidad convencidos de que se encuentran en un parque temático donde todo es de cartón piedra y todo está a la venta. Otros creen que están recorriendo el auténtico Arendelle, el reino de la película 'Frozen'. Hallstatt es un pueblo de moda, hasta ha sido calificado como «el más 'instagrameable' del mundo», y eso está siendo su ruina.

La pequeña localidad, situada a la sombra del macizo de Dachstein y a una hora en coche de Salzburgo, fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1997, aunque pocos se dieron por enterados. La vida en la villa transcurría plácidamente, con una paz monótona apenas alterada por el centenar de visitantes diarios que se acercaban para admirar sus edificios del siglo XVI, su impresionante mina de sal con lago subterráneo y el imponente paisaje de los alrededores.

La aldea, de 778 vecinos, recibió el año pasado un millón de visitas

Se vivía bien pero aquello era demasiado tranquilo. En primavera y verano, cuando bares y restaurantes abrían sus puertas para recibir a los turistas, aún había algo de animación. Sin embargo, el resto del año el ambiente languidecía mientras los jóvenes abandonaban el pueblo para buscar oportunidades en la ciudad. Las autoridades locales suspiraban por un aumento de visitantes que les permitieran sanear sus menguadas arcas, y tanto debieron de suspirar que al final lo consiguieron.

El milagro comenzó a manifestarse en 2006, año en el que el pueblo apareció en un programa de televisión en Corea del Sur. El éxito de la emisión hizo que aumentara el número de visitantes, sobre todo orientales, lo que fue acogido por los vecinos como una bendición del cielo. Por si fuera poco, un magnate minero chino invirtió seis años después 940 millones de dólares para construir una réplica de la localidad en la provincia china de Guangdong.

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Hallstatt salió del anonimato y comenzó a ser frecuentado por visitantes de China, Hong Kong, Japón y Corea del Sur, que querían ver el original. Aquello fue una maravilla, un auténtico maná que permitió a la industria hostelera del lugar abandonar su estacionalidad y abrir todo el año. En el Ayuntamiento comenzaron a entrar grandes cantidades de dinero. El municipio pudo ser autosuficiente y hasta contó con una sala de conciertos. Para los vecinos era un sueño hecho realidad.

Por un rumor

Parecía imposible que las cosas mejoraran, pero lo hicieron. En 2013 Disney estrenó la película de animación 'Frozen' y en algún lugar nació el rumor de que el reino de Arendelle estaba inspirado en Hallstatt. El dato no era cierto porque el paisaje está basado en Noruega, pero dio lo mismo. El número de visitantes se multiplicó y lo volvió a hacer el año pasado, tras el estreno de la segunda parte de la película. En 2019 el pueblo recibió un millón de visitantes y 19.344 autobuses turísticos. El éxito ya era total pero el sueño resultó ser una pesadilla.

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La enorme afluencia de gente, que supera en seis veces el número de turistas per cápita que recibe Venecia, ha sobrepasado la capacidad de acogida del pueblo, donde hay momentos en los que no cabe ni un alma más. Los hosteleros se frotan las manos pero el resto de los vecinos se quejan del aumento de los precios y de los malos modos de las hordas de extranjeros que llegan, se sacan una foto, la suben a Instagram y se van dejando tras ellos grandes cantidades de basura. Pocos visitan el museo de la localidad, que cuenta con una importantísima colección de piezas de la Edad de Bronce.

El Ayuntamiento ha colocado en las calles letreros en los que se recuerda a los turistas las reglas que deben respetar . «Por favor, no entre en las casas y jardines privados a menos que haya sido invitado», dice uno de ellos. El mercado semanal que se celebraba en el centro del pueblo ha sido trasladado a las afueras, donde los vecinos se reúnen lejos de las hordas extranjeras para recuperar su sentido de pertenencia a una comunidad. Alexander Scheutz, el alcalde, ha tratado de poner coto a las visitas pero no ha habido manera. «No tenemos forma de pararles», ha admitido. Ya puede tener paciencia. No se descarta que haya una tercera parte de 'Frozen'.

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