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Incorporar el hábito de caminar en la rutina diaria no solo mejora la salud cardiovascular, la movilidad y la composición corporal, sino que podría sumar varios años a la esperanza de vida. Así lo sugiere un reciente estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine, que ha analizado la relación entre la actividad física y la longevidad.
El estudio en cuestión se basó en los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES) en Estados Unidos, donde los participantes, todos ellos mayores de 40 años, llevaron rastreadores de actividad durante cuatro días. Posteriormente, los investigadores combinaron estos datos con cifras del Censo de Estados Unidos y los registros de defunciones de 2017, lo que les permitió analizar cómo influía el nivel de ejercicio en la esperanza de vida.
Los resultados fueron reveladores: el 25% de los participantes más activos realizaban una actividad equivalente a caminar 160 minutos diarios a una velocidad de 5 km/h. Según los cálculos del estudio, si todas las personas aumentaran su actividad hasta este nivel, su esperanza de vida podría incrementarse en más de cinco años, pasando de 78,6 a 84 años.
Pero el dato más impactante llegó al analizar el grupo menos activo. Aquellos con menor nivel de actividad presentaban una reducción en su esperanza de vida de hasta seis años. No obstante, si estas personas incorporaran 111 minutos adicionales de caminata al día, podrían llegar a vivir hasta 11 años más.
Este estudio se suma a una creciente evidencia científica que asocia el movimiento con una vida más larga. Aunque existen múltiples factores que influyen en la longevidad, como la alimentación, el descanso o el manejo del estrés, los investigadores destacan que caminar de forma regular es una de las formas más accesibles y eficaces de mejorar la salud y prolongar la vida.
Eso sí, los expertos advierten de que los datos del estudio deben interpretarse con cautela, ya que la actividad de los participantes solo fue monitorizada durante cuatro días. Aun así, los investigadores señalan que aquellos que caminaron más en ese periodo probablemente sean más activos en su vida diaria, lo que refuerza la conclusión general: mantenerse en movimiento es una inversión en longevidad.
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