![Una masa de bañistas se hacina junto a una playa de Malmo, Suecia.](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202006/28/media/cortadas/151327149--1248x834.jpg)
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ANJE RIBERA
Sábado, 27 de junio 2020
La pandemia del Covid-19 ya ha dado la vuelta al planeta. En su dramático recorrido ha acabado con miles de vidas en todos los continentes salvo en la Antártida y amenaza con incrementar su capacidad mortal con una segunda pasada. El número de nuevos casos en territorios que ya parecían haberlo vencido crece día a día. Algo tan preocupante como que Estados Unidos y Latinoamérica no hayan todavía alcanzado el ansiado pico de la primera embestida y batan récords negativos cada jornada.
El nuevo recorrido del coronavirus sigue la senda del itinerario inicial, aquel que comenzó a finales de 2019 de este a oeste. Nuevos focos en Asia (China, Corea, Irán, India...) y Europa (Alemania, Portugal, Rusia...) aventuran el regreso de una pesadilla que ya recupera las restricciones o incluso confina otra vez a parte de la población.
No es una simple percepción. Los datos que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS) permiten asegurar que estamos «ante una fase nueva y peligrosa», según subraya su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Casi la mitad de los más de 200.000 nuevos casos diarios que se detectan en todo el mundo aún proceden del continente americano, pero las cifras del sur de Asia y de Oriente Próximo, y hasta el Viejo Continente, vuelven a ser preocupantes. Son los números más altos registrados desde que empezamos a convivir con el coronavirus.
Ghebreyesus lo explica con crudeza: «Se han registrado hasta ahora casi nueve millones de contagios. Al primer millón se llegó después de tres meses de epidemia. El último se ha contabilizado en los últimos ocho días. Todas las jornadas hay a un nuevo y sombrío récord», argumenta.
Los rebrotes germinan en países que creían superado lo peor -aunque en el caso de los americanos ni siquiera han llegado a su ecuador- y apostaron por recuperar la normalidad mediante una apertura de sus economías. Se equivocaron. La fatídica ecuación relajamiento igual a rebrotes lo ha demostrado.
El virus, lejos de estar contenido, avanza a gran velocidad con la intención dar una segunda vuelta a la Tierra. Las predicciones apuntaban que esa nueva oleada no llegaría hasta otoño o invierno. No obstante, «el pronóstico resultó ser incorrecto», confiesa el doctor Michael Ryan, jefe de emergencias de la OMS. En su opinión, se equivocan quienes atribuyen este récord de nuevos casos al incremento de las pruebas de detección. «La mayor amenaza que enfrentamos ahora no es el virus en sí, es la falta de solidaridad humana», sentencia Ghebreyesus.
'Financial Times', tras realizar una encuesta entre expertos, sostiene que «un regreso a la normalidad anterior se antoja una fantasía, ya que cada cierto tiempo se detectan nuevos brotes que deben ser estabilizados para evitar el crecimiento exponencial». Los analistas no dejan de insistir en que la única solución es una vacuna efectiva. De lo contrario, un virus tan belicoso volverá a golpear una y otra vez.
Hay rebrotes desde China a Portugal, pero la OMS está sobre todo preocupada por el continente americano, que se ha lanzado a la nueva normalidad cuando el patógeno aún está en ebullición.
Todo ha vuelto a empezar en China. Nuevos contagios han obligado a reimponer confinamientos al detectarse cientos de positivos en un mercado de Pekín después de 55 días sin contagios. Las autoridades ya han dado por controlado el brote, pero las medidas de restricción en la capital se mantienen. Las autoridades no están dispuestas a correr el más mínimo riesgo. Se han vuelto a erigir vallas y controles de acceso, sin poder evitar con ello que el virus se haya extendido a Corea del Sur, donde hace dos meses se enarboló la bandera de la victoria y ahora el Gobierno confirma que la temida segunda oleada de contagios ya ha llegado al área metropolitana de Seúl asociada a un centro de logística y a una zona de clubs nocturnos. Los nuevos contagios han obligado a recuperar el distanciamiento, al cierre temporal de lugares públicos y a dar por finalizado el curso. La población ya ha sido advertida de que la lucha contra el patógeno se prolongará durante todo el verano.
Irán fue el segundo país más afectado antes de que la Covid-19 llegara a Europa. Extrañamente comenzó su desescalada a finales de marzo y en mayo ya estaba en la nueva normalidad. Poco le ha durado porque un mes después vuelven a la casilla de salida con más de 3.500 infecciones diarias. Los expertos también dan por hecho que los persas viven una segunda ola del virus.
India notifica cada amanecer más de 15.000 nuevas infecciones y algunos Estados han impuesto cuarentenas para tratar de contener la propagación en la nación de más de 1.300 millones de habitantes. Mientras, Arabia Saudí admite masivos contagios diarios y la apertura de La Meca es una incógnita. Millones de musulmanes se quedarán sin asistir al centro neurálgico del islam.
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Los kiwis fueron los primeros en declarar su territorio libre del Covid-19, pero la semana pasada detectaron dos rebrotes -provocados por dos mujeres llegadas desde Reino Unido para visitar a su padre moribundo-. Las medidas de control fueron inmediatamente reintroducidas. Todos los que arriben al país deberán pasar catorce días aislados y sólo podrán irse con un test negativo. La primera ministra, Jacinda Ardern, muy enfadada, se niega a pagar a ciudadanos que considera irresponsables la factura de los hoteles donde pasen el confinamiento. Menos estricto ha sido Australia y el patógeno ha regresado de forma paralela a la reapertura de la economía.
Europa es de nuevo la puerta de entrada a Occidente para el coronavirus. El Viejo Continente tiene su foco más preocupante en una empresa cárnica de la ciudad de Rheda-Wiedenbrück y en una urbanización de Gotinga, en Alemania, con miles de casos detectados. Los germanos culpan a los trabajadores que provienen del Este, como Rumanía o Bulgaria, mientras se reanudan cuarentenas y cierres de comercios, escuelas, bares, museos y gimnasios en un territorio donde viven más de 600.000 personas.
El sector de los mataderos industriales también parece atraer al coronavirus en Gran Bretaña. Una firma de Yorkshire ha sido un foco de nuevos contagios. Los sindicatos denuncian media docena de brotes sospechosos en distintas fábricas de procesamiento de carne. Al igual que en Alemania detrás pueden estar un hacinamiento de trabajadores y una deficiente gestión de las medidas de distanciamiento e higiene. El Gobierno anuncia medidas contundentes. El paso de Boris Johnson por la UCI ha hecho que el primer ministro haya cambiado su política contra el coronavirus tras desterrar aquella teoría suicida que abogaba que el patógeno se vencería sólo cuando todos los británicos estuvieran contagiados y se consiguiera el llamado 'efecto rebaño'.
Rusia, con un Putin más preocupado por asegurar su perpetuidad en el poder, es el gran ejemplo europeo a evitar, y hasta las envidiadas Suecia y Portugal se han sumado ya al pelotón de los desgraciados y ven cómo sus contagios diarios incluso superan a los de los Estados que más golpeados resultaron al comienzo de la primavera.
Estos rebrotes han abierto asimismo el debate sobre la reapertura de fronteras y, en el caso de hacerlo, si se deberían realizar pruebas PCR a los viajeros o exigir cuarentenas. La UE ya ha apostado por echar el candado a países llamados 'peligrosos'.
La mayoría de los países americanos apostaron por la normalidad cuando el enemigo apenas había desembarcado en sus lares. Muchos de sus dirigentes -con los de los grandes gigantes del norte (Estados Unidos) y del sur (Brasil) a la cabeza- siguen sin reconocer sus errores mientras cada jornada se baten récords de contagios entre sus conciudadanos.
México, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador... Todos presentan situaciones preocupantes tras desatender la contención recomendada por la OMS. Incluso en la 'europea' Argentina. «¿Querían salir a correr? Salgan a correr. ¿Querían salir a pasear? Salgan a pasear. ¿Querían abrir los locales de ropa? Abran los locales. Pero éstas son las consecuencias», manifestó el lunes, claramente enfadado, el presidente, Alberto Fernández, tras contabilizar miles de nuevos casos en todo el área de influencia de Buenos Aires.
Queda aún la gran incógnita de África, el continente potencialmente más vulnerable por sus precarios sistemas sanitarios. El coronavirus, de forma extraña, todavía respeta del Sahel hacia abajo, pero ya empieza a hacer mella en los países magrebíes y árabes de la ribera mediterránea.
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