La experta recomienda que en la etiqueta del pan que se consuma aparezca, simplemente, integral. Fotolia

Una experta del CSIC desmonta la mentira de los batidos detox, los supercereales y la sal rosa del Himalaya

La investigadora Jara Pérez mantiene que «los superalimentos no existen, al menos no con esa idea que llevan asociada de propiedades curativas, únicas e independientes del conjunto de la dieta»

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Viernes, 10 de diciembre 2021, 19:53

La investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Jara Pérez se ha propuesto desmontar los mitos y mentiras sobre los llamados superalimentos. «Los superalimentos no existen, al menos no con esa idea que llevan asociada de propiedades curativas, únicas e independientes del conjunto de la dieta», afirma la investigadora, que acaba de presentar su libro 'Los superalimentos'.

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Si bien no hay una definición oficial, «se podría decir que los 'superalimentos' son alimentos con un origen generalmente exótico que no formaban parte de nuestra alimentación habitual hasta hace pocos años, pero que se han promocionado en los últimos tiempos debido a sus efectos en la salud, aparentemente muy poderosos», según la científica del Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTAN).

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Entre otros, Pérez pone el foco sobre los productos détox. «La cuestión es que nuestro cuerpo ya dispone de potentes sistemas detoxificantes como son el hígado, los riñones, los pulmones y la piel. Muchos de los alimentos promovidos bajo esta etiqueta solamente tienen buenos perfiles nutricionales y son aptos para incluir en una dieta saludable, pero no van a desintoxicarnos», aclara.

De hecho, es más bien al contrario. En el caso de los batidos verdes, preparados a base de grandes cantidades de verduras como las espinacas o las acelgas que algunos gurús aconsejan tomar hasta un litro al día, pueden convertirse en un producto perjudicial.

«Este tipo de verduras de hoja verde son ricas en ácido oxálico y calcio. La unión de ambos compuestos genera oxalatos, que forman lo que conocemos como piedras en el riñón. De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) identificó en 2016 los niveles de ácido oxálico en los batidos verdes como un riesgo alimentario emergente», justifica la experta.

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'Supercereales'

Cereales como la espelta, kamut, tritordeum o trigo sarraceno también reciben la etiqueta de superalimento, pero, una vez más, Pérez advierte de que no hay que «dejarse cegar por lo exótico, ni pensar que lo que sensorialmente resulta más agradable, puede ser más saludable».

En ese sentido, la autora recomienda que en la etiqueta del pan que se consuma aparezca, simplemente, integral. «La normativa actual señala que, para que un pan reciba esa denominación, tiene que haberse elaborado íntegramente con harina integral, o en caso contrario, la cantidad empleada ha de estar indicada expresamente», explica Jara.

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Edulcorantes

Algo similar pasa con los edulcorantes. Panela, sirope de arce o azúcar moreno se anuncian como más saludables, pero en todos los casos se trata de productos que contienen entre un 70 y un 95 por ciento de azúcar, de modo que «la idea que debemos fijar es que hay que bajar la ingesta de azúcares libres en nuestra dieta, independientemente de su presentación».

Según Pérez, «no se trata de tomar tres bizcochos a la semana elaborados con azúcar moreno, porque así resultan más saludables, sino de consumirlos esporádicamente y elegir el edulcorante que más nos guste».

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Sal rosa del Himalaya

La sal es otro los productos cuyo consumo se debe reducir, pero, de nuevo aparece una alternativa prometedora: la sal rosa del Himalaya. «Para empezar, proviene de la segunda mayor mina de sal del mundo, en Pakistán, nada más lejos de un bucólico paraje», sentencia Pérez.

Quienes la defienden dicen que es mejor que la común porque es rica en minerales, pero, una vez más, las cantidades importan. Según argumenta la autora, se deberían consumir de 50 a 600 gramos de sal rosa para ingerir los mismos minerales que aportan alimentos saludables tan comunes como las sardinas en aceite, las judías blancas o los pistachos.

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