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A. Pedroche
Martes, 14 de noviembre 2023, 00:59
En los últimos años, dentro de la nutrición, los productos probióticos se han convertido en toda una tendencia. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentario y Nutrición, los probióticos son especies bacterianas, cepas bacterianas o especies de microorganismos vivos, como Lactobacillus helveticus, Lactobacillus rhamnosus, etc. Están presentes en varios productos alimentarios como el kéfir de leche, también conocido como el yogur búlgaro. Este tiene muchos beneficios para nuestro organismo. Principalmente, regenera y mejora la flora intestinal. De hecho, muchos especialistas recomienda tomar kéfir de leche después de someternos a un tratamiento con antibióticos ya que estos desregulan nuestra flora del estómago. Esto favorece el cuidado de nuestro sistema digestivo. Previene molestias estomacales y también la aparición de enfermedades gastrointestinales como la enfermedad de Crohn. Además es muy bueno para procesos de diarrea o estreñimiento.
Por otro lado, sus componentes probióticos ayudan a proteger las células del sistema inmunitario. Funciona como antiséptico luchando contra las bacterias patógenas. Es especialmente útil contra bacterias como la salmonela o la e.coli. Además, sus propiedades antifúngicas lo convierten en un producto ideal para combatir la candidiasis.
Para conseguir hacer este producto probiótico de forma casera hay que seguir una serie de pasos muy concretos ya que los gránulos de kéfir son en sí mismos un ecosistema vivo. Estas bolas contienen varias bacterias probióticas y levaduras beneficiosas que pueden variar de un kéfir a otro. Las bolas tienen un aspecto granuloso similar al de una coliflor y poseen una envoltura formada por un polisacárido que le da un aspecto gelatinoso.
En primer lugar, para elaborarlo, necesitaremos kéfir y leche. Cuando los tengamos, meteremos los gránulos de kéfir en un recipiente de vidrio y después rellenaremos ¾ partes del recipiente con leche entera. Es importante que la leche esté a temperatura ambiente. Después hay que cerrar el bote, pero dejando una pequeña obertura para que escape el gas durante la fermentación. Pasadas 24 horas, se cuela el líquido para separarlo de los gránulos, que se deben limpiar con agua para volver a sumergirlos en leche. El kéfir aguanta más de una semana en la nevera si se mantiene a menos de 5º.
Esa leche se puede utilizar de diferentes formas. Puedes beberla sola en ayunas para aprovechar al máximo todas sus propiedades. También puedes hacer diferentes batidos con otros ingredientes para darle sabor y disfrutarla al máximo sin perder sus beneficios.
Recuerda que esta es información general y bajo ningún concepto sustituye el consejo de un profesional.
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