b. s.
Martes, 6 de septiembre 2022, 00:47
Las pipas son unos de los frutos secos más recurridos para picar entre horas. Empiezas con un par y de repente ves como el montón de cáscaras aumenta sin que te hayas dado cuenta.
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Además, comer pipas es, a veces, un acto social. Juntarse con amigos en una terraza o viendo un partido implica saciar el apetito con este producto. Son un auténtico vicio. ¿Pero qué nos hace comerlas de forma tan compulsiva?
El motivo por el que las pipas son tan adictivas se debe a que tienen triptófano, un aminóacido esencial (esto es, que se obtiene mediante la alimentación) que promueve la síntesis de serotonina, un neurotransmisor que regula la felicidad.
En principio, comer pipas no es algo perjudicial para la salud. De hecho, son unos alimentos con grandes beneficios. Tienen un gran poder antioxidante, combaten el colesterol, ayudan a mantener el funcionamiento normal de músculos y nervios, aportan energía y contribuyen al buen humor.
La forma más común de consumirlas es tostadas y con sal. Por eso, tomarlas en exceso puede ser malo para el organismo por el alto contenido en sodio que llega al cuerpo. Así, aunque sean menos sabrosas, lo más recomendable es comerlas crudas y sin sal añadida.
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