![#62 Ir al WC](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202211/02/media/carta62.jpg)
![#62 Ir al WC](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202211/02/media/carta62.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
Hola capturadores
Si crees que has tenido una semana de mierda es porque no has visto lo que le pasó la Princesa Leonor en un bar de carretera de Asturias, hace unos días. La hija adolescente de los Reyes de España tuvo un apretón en el coche, como los que nos pueden surgir a cualquiera, pero a la familia real no le quedó otra que parar en el poco discreto Restaurante Casa Fernando, en la salida 445 de la autovía del Cantábrico, para atajar la crisis gástrica. Con la mala suerte de que su entrada a toda prisa en un baño público dejó página impresa en forma de fotografía de recuerdo con toda la plantilla del local, aunque a la chiquilla eso le haya acabado suponiendo un bochorno y que toda España sepa que iba suelta de la tripa. Pero claro, la clientela del local no podía dejar pasar la oportunidad de fotografiarse con una futura Reina de España, aunque sea en un momento de plena descomposición. Que Leonor no andaba muy fina del estómago no hemos tenido ni que adivinarlo, porque nos lo contó su madre con detalle en un discurso en el pueblo más bonito de Asturias. Unos minutos antes de ese speech y después de la visita al wc, a alguien de la Casa Real aún le pareció una buena idea hacerle pasar a la muchacha el último mal trago y ponerla a plantar un pino en Cadavedo, en el sentido literal, no en el metafórico.
Que el WC nos iguala es una frase que me precio en repetir hasta la saciedad. De hecho, siempre me atribuyo su autoría como cita célebre. Pero es que no hay verdad más universal que esa. Y pobre del que no pase por el baño. Sin embargo, aunque es algo que todos hacemos, hay una especie de código no escrito que nos impide hablar de ello con soltura. Algo que, por ejemplo, no sucede en mi familia, porque los temas de la caca siempre acaban siendo el broche final de cualquier comida en casa de La Celia que se precie. Así somos nosotros, escatológicos. Raro es el postre en el que mi tío Julián no nos informa del estado del tránsito intestinal diario de nuestra perra Rita, o alguien habla de los días que hace que no pasa por el sanitario, un mal común entre los de mi sangre. Mi abuelo Federico era un gran artista del universo de las deposiciones. A él, pasar por Roca era algo que le preocupaba casi tanto como seguir vivo a los 100 años. Algo que he visto que se vuelve común a los abuelos, conforme se van haciendo mayores. Todos llevan un control exhaustivo de su tránsito, como si ir todos los días al baño significara que todo ahí dentro sigue funcionando como un reloj. Mi abuelo tenía incluso un léxico propio para llamar al asunto. «Hoy no he salido fuera», le escuché decir durante cientos de días de mi infancia, sin tener ni idea de que de lo que estaba hablando era de hacer caca. Años después supe que se refería a eso, porque en su época se salía fuera de casa, al corral, para hacer las deposiciones. Otras veces, hacía de vientre, que es una expresión viejuna donde las haya, por delante de tener un momento All Bran.
Y precisamente para hablar de esa evacuación tiene el diccionario decenas de acepciones. Defecar, evacuar, jiñar, deponer, hacer del cuerpo, excretar. Y el móvil uno de los mejores emoticonos, el de la caca con ojos. Uno de mis compañeros de trabajo es todo un estudioso de las heces. Durante años nos ha instruido con un tratado sobre la caca llamado Escala de Bristol, que cataloga y clasifica las deposiciones y detecta, incluso, problemas escondidos en lo más profundo de nuestro intestino. Él es de los que no perdona la cita con la porcelana, y nos lo hace saber en voz alta, como queriendo hacer ostentación de una buena salud gástrica de la que yo particularmente no gozo. Y menos en el trabajo, donde jamás se me ocurriría poner un pie en el baño. Yo soy de esas que en el día a día pasa apuros, pero en los viajes, directamente, vuelven a casa con más equipaje del que llevaron. Algo, por cierto, muy extendido entre las mujeres, que disfrutamos de una menor regularidad según la encuesta que yo misma he hecho entre mis amigas y conocidas. Unas, estreñidas de verdad y otras porque con tanto lío en el día a día se olvidan de que lo han hecho. Tengo una amiga que lleva el control de sus cacas en una aplicación del móvil, porque durante años pensó que tenía mal tránsito y anotando las faenas descubrió que en realidad se olvidaba de los días que hacía. Poopify, se llama la app, por si quieres controlarte tu regularidad.
El aspecto de las cacas (su color, textura, forma) nos aporta mucha información sobre nuestra salud y nuestra dieta. Por eso, nunca está de más echar un vistazo antes de tirar de la cadena. Eso, si no has hecho un perfect. Pero hay otros detalles, como la frecuencia con que vamos al baño o la cantidad de heces que también nos dan pistas sobre si va todo de manera óptima. Y ahora es cuando te estarás preguntando cómo he logrado llegar al final de esta carta sin decir 'cagar', que es como casi todo el mundo llamamos al noble arte de salir fuera. Pues por puro postureo, porque hablar de caca se hace en todas las casas. Seguro que hasta en la de la Preysler, que para algo tiene 13 baños en su hogar. Pero para que veas que escribir de caca es poco fino, su mansión es conocida como Villa Meona y no Villa Cagona. Aunque los ricos también van al WC.
Tres cosas
- Mimos: soy muy partidaria de mimarse a una misma. De incluir en la lista de necesidades básicas determinados cuidados que además de necesarios, resulten placenteros. De dedicarse tiempo. Y en Valencia hay un nuevo espacio en el que poder hacerlo con los ojos bien abiertos, para no perderse detalle del sitiazo. Se trata del centro estético Septiembre (con interiorismo del equipo de Clap Studio) y con Núria y la doctora Eva Garrigós a los mandos. Si has dado el paso de pasar a agujas mayores, este es tu sitio. Si de momento, eres como yo y te quedas en el cuidado de la piel menos invasivo, también. Y ojo, hacen maderoterapia, que se ha puesto muy de moda y pocas personas lo hacen con acierto.
-Tabla de mantequilla: Las redes sociales han puesto muy de moda una presentación chulísima de un entrante que puede resultar espectacular si recibes en casa. Por ejemplo, en Navidad. Se trata de comprar una buena mantequilla y tunearla con cosas que te gusten. Hierbas, especias, ajo en polvo... O incluso azúcar y canela si eres goloso. Una vez tengas tu mezcla o varias, el truco está en añadirles unas gotas de colorante alimentario que venden en la sección de repostería de cualquier supermercado y hacer distintos colores. Después, colocar cada color sobre una tabla o paleta de pintura bien lavada y servir con crackers, picos o incluso crudités. Si no te lo imaginas, te dejo aquí una demostración de cómo queda.
-La fiesta de la vida: La falla Castiellfabib ha vuelto a ir un paso más allá en su tradición por abrir la comisión a personas de más allá del mundo fallero. Para ello, ha vuelto a confiar su monumento para 2023 a la diseñadora y artista Reyes Pe, que plantará 'Per molts anys' (el equivalente en valenciano a feliz cumpleaños). Para ayudar a hacer el proyecto de celebración colectiva de la vida, la artista ha abierto un Verkami para recaudar fondos a cambio de preciosas recompensas. Puedes participar aquí y en marzo, venir a Campanar (el barrio en el que estará la falla) para conocer a qué has contribuido. Además, hay un abrazo en juego.
Círculo de capturadores
Esta semana ha venido Carmen Velasco a estrenar noviembre y a traernos una recomendación lectora que no es ninguna mierda.
«Con 13 o 14 años se fue a vivir a Nueva York sin saber inglés. Antes de cumplir la mayoría de edad dejó moribundo a un hombre que trató de abusar de ella. Después del forcejeo salió a un escenario de Broadway a cantar. Con 18 años se las apañaba para conseguir alcohol en la Gran Manzana pese a la ley seca. En Estados Unidos se forjó la leyenda de Concha Piquer, una artista que merece una serie alejada de lugares comunes o una película libre de naftalina. Hasta que ese momento llegue (si llega), la literatura se acerca a Concha Piquer con una mirada exenta de prejuicios, reflejando los claroscuros de su vida y la carrera épica que trazó. Así es 'Retrato de una mujer moderna' (Alfaguara), de Manuel Vicent. Es una novela con el sello de estilo del autor valenciano sobre una figura única. Un título que se devora en un fin de semana y que tiene en la novela gráfica 'La rosa y la espina' (Reservoir Gráfica), de Carla Berrocal, un buen complemento. A Piquer hay que leerla con la perspectiva de hoy«
Gat-checking: periodismo de gatos
Ayúdame: Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos.Tienes todas las cartas ya enviadas aquí guardadas por si quieres ver el género antes...
Suscríbete: Si has llegado aquí porque alguien te ha hecho llegar esta newsletter, puedes apuntarte para que te llegue la semana que viene, Lo puedes hacer gratis aquí.
Escríbeme: si quieres contarme algo, estoy en marta.hortelano@lasprovincias.es y no sabes la ilusión que me hace recibir vuestros mensajes.
Gracias por leerme
Marta
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.