#2 Los amores de verano

Hola capturadores.

Dice mi diario que a mi primer amor lo conocí un verano. Pero a estas alturas de la vida yo dudo mucho de que aquellos tres besos se puedan llamar amor y que cuando llevas manga larga sea verano. Tampoco vamos a mitificar. Pero lo que escribimos en esa libreta con candado durante nuestra infancia y adolescencia va a misa. Durante años, perdí la llave y pude volver a abrir todos esos recuerdos de verbenas, primeros besos y noches mirando las estrellas sobre una pista de tenis, hace poco, con una simple horquilla del pelo. Máxima seguridad. Y encontré, sobre todo, amoríos de las cuatro estaciones, como las pizzas. Pero, pocos veraniegos, que siempre he sido de tensión baja. Los amores de verano son..pues como el verano. Calurosos, intensos, a veces hasta pegajosos… y efímeros.. Así que manos a la obra, que el otoño está a la vuelta de la esquina y a esos amores se los suele acabar llevando una de esas tormentas de verano.

O un Camino de Santiago, como le ocurrió a mi invitada de esta semana de Captura de pantalla suena. Mi prima Gloria (Gloriprima en casa) siempre ha sido muy peliculera. Una actriz que podría haber bordado el papel de Yoli en Física o Química en su día, a tenor de las conquistas amorosas que dice haber tenido. A ella los amores siempre le llegaban en verano, pero con mucho cuidado de haberle puesto fin al de la temporada primaveral, porque solaparlos le daba mucho estrés y mucho calor. Así que un verano al que ya llegó con el novio caducado, puso rumbo a Galicia con el susodicho. Pero, a mitad de trayecto ya tenía claro que lo quería facturar porque a mitad de camino se le cruzaron unas piernas con neones que decían: empaquétalo. Así que fue llegar a Santiago y lo mandó para casa. Ella, sin embargo, se quedó haciendo el Paris-Dakar, que aún quedaba mucho verano por delante para quedarse con el novio de primavera.

Esa es sólo una de las anécdotas de las que hemos hablado en el segundo episodio del podcast, dedicado a los amores de verano. Una conversación en la que Gloriprima lleva la voz cantante. A mí, los amores veraniegos nunca me fueron del todo bien por varias razones. Nunca tuve pueblo al que acudir en verano, mi madre nos llevaba en quincenas alternas a la playa, con imposibilidad de tejer amistades, y el resto del verano, cuando me quedaba en la piscina, tenía más vistos a los chicos que la toalla desgastada de parchís.

Años después, cuando me hice adolescente, viví la vida loca veraniega. Pero he de reconocer que para los chicos siempre he sido muy pava. Tuve mi primer novio a los 15 y lo solté casi a los 19, y aún seguimos siendo amigos. Antes, tuve varios rolletes de feria, que en Cuenca siempre es a mediados de agosto, y que convenientemente dejaba para llegar al instituto sin cargas, así que los pocos amores de verano que tuve, me duraron poco. Pero, no todos. Otros, como el que vivo ahora, empezaron un verano, hace justo once años y han sobrevivido a muchas estaciones. Y es que cualquier época es buena para conocer a tu amor de verano. Incluso el invierno, que ahora con el cambio climático, es el nuevo verano.

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1. Las vacaciones de verano

Esta semana quiero que me cuentes si has tenido algún amor de verano memorable. O si prefieres enamorarte con mantita. Me encantará leerte en marta.hortelano@lasprovincias.es o aquí

Prometo no contar nada. O sí.

Como cortesía, y por haber llegado hasta el final, te dejo tres enlaces de cosas que sí o sí debes saber y que sí o sí no sabes.

Marta