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Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
Campamento Krusty, en el lago gran serpiente, uno de los capítulos más míticos de Los Simpson m. h.
#50 Campamento Krusty

#50 Campamento Krusty

M. Hortelano

Valencia

Lunes, 6 de junio 2022, 17:32

Hola capturadores

La primera y única vez que fui a un campamento de verano me volví en cuanto tuve oportunidad. En concreto, en ese domingo al que hacen llamar el 'Día de los padres' y que sirve para que tu familia vea que has sido capaz de vivir quince días sin tele, bebiendo agua de una cantimplora y comiendo cualquier cosa que te ponen en un plato y que, en casa, tu madre te habría dejado para la noche porque te habrías negado a dar bocado. Pero a mí ese campamento se me hizo un infierno. Primero porque los monitores nos gastaron una broma pesada a todos los niños y adolescentes y nos pincharon con un palillo en el culo, emulando una jeringa con aguja, para curarnos de una misteriosa enfermedad que se había propagado por las tiendas de campaña. Y segundo, porque en la poza en la que nos bañábamos, en plena Serranía de Cuenca, un día apareció una serpiente pequeñísima ahogada. Creo que no he llorado tanto en mi vida como alrededor de aquellas fogatas nocturnas. Yo lo único que quería, ese verano de 1993 era irme a mi casa y dejar de una vez por todas ese Campamento Krusty, con su lago gran serpiente incluido.

Pero, ese mes de julio mi madre, La Mariví, hizo un experimento conmigo. Se me quitó de encima esas dos semanas para descargar a mis abuelos unos días antes de que ella se fuera de viaje a Paraguay, a ver su hermano el cura, mi tío Jose, el mellizo de La Celia, un personaje de mi familia todavía desconocido para ti. Así que mi madre hizo una prueba de eso que llaman conciliación y me despachó a un paraje que se llamaba la Fuente de las Tablas, con la acampada de una parroquia, que para eso había tomado la Comunión ese año y tenía fresca la catequesis.

El miércoles empezó junio y con él la pesadilla para muchas Marivís del mundo, con la llegada del horario de verano de los colegios para todas las criaturas que no tenían todavía la jornada intensiva todo el año. Es decir, adiós a las clases por la tarde, como preludio de los casi tres meses de vacaciones que les esperan en un par de semanas. Los mochuelos van llegando a la hora de comer y no se vuelven a ir en toda la tarde, lo que te convierte en padre, madre o abuelo a casi tiempo completo. Eso, por no hablar de que en el trabajo del resto de mortales lo de las jornadas reducidas para adaptarlas a las de los niños es una entelequia.

Porque así es junio, el mes de los primeros reencuentros, que se suelen coronar un par de semanas después, en julio o agosto, depende de cuándo coincidan las vacaciones, para que cada uno se tope con la cruda realidad: que en casa vive gente a la que el resto del año vemos menos, pero que en esta época del año son nuestra familia a tiempo completo. Y es que junio es cada vez más agosto a nivel infantil y a nivel climatológico. Los calores cada año llegan antes y las aulas (muchas ya con aire acondicionado) son parrillas en las que torrarse, que meten a los niños directamente en un ritmo caribeño hasta la recogida de notas. La Mariví, por ejemplo, toda la vida me ha sacado del colegio una semana antes para meterme en el Ford Escort de camino a Cullera o Gandia de madrugada (para evitarnos el calor), porque total, para lo que hacíamos ya en los minutos de la basura, con las notas ya entregadas y firmadas, era poco menos que tenernos allí en custodia para evitarles el desbarate de horarios a nuestros padres.

Así que ahora estamos en ese momento del año en que los niños vuelven a casa sin comer, comen y ya no vuelven. Además, las extraescolares también han echado el cierre, festival mediante, y el horario de no hacer ni el huevo para ellos se da por iniciado a mediodía. Porque esa es otra, los chiquillos no duermen ni la siesta. No respetan nada. Y móvil o tablet en mano empieza el festival del desfici. Así, hasta que les dan las vacaciones y ya ni siquiera hay colegio al que llevarlos para que pasen la mañana en la que los padres y madres tienen que ganarse el sueldo para llenarles la nevera y pagar el campamento Krusty del verano. Y los malabarismos económicos y de tiempo de ese circo llamado conciliación.

Elegir el campamento o escuela de verano es una odisea, según me contaban el otro día muchos agraciados, tras una pregunta que les lancé a través de mi cuenta de Instagram. Las claves para sobrevivir a esta época son: el dinero, los abuelos y un copazo de vino en este orden. Llevar a tus criaturas a una escuela de verano se me presenta como una odisea tras leer vuestras experiencias. Elegir una interesante, en la que haya plazas, a la que también vaya algún amigo y que podamos pagar (digo podamos como si fuera algo de eso yo, que sólo tengo plantas). Ahí la oferta es amplia, pero dicen que los del Oceanográfico, el Bioparc y la UPV lo petan. Desde fantasía multiaventura, deportivas, de ocio o simples parkings en los que aparcar a los hijos.

Eso en julio, porque en agosto la movida empeora, porque esos aparcamientos suelen echar el cierre para que los padres se reencuentren con sus hijos a tiempo completo. Eso, los que tienen vacaciones, o se las han podido apañar con su pareja, para juntar unos días libres todos juntos. Hay gente que hasta se turna las vacaciones aunque no coincidan ni un día con sus maridos y mujeres, para poder cuidar a los hijos. Si no, el verano en la ciudad tiene la misma pinta que el de las pelis de Manolito Gafotas en Vallecas: sin salir de casa, y enfrentándose a lo que Pedro Almodóvar definió tan bien para sus pelis. Al tedio.

Total, que el verano pinta terrorífico en algunas casas. Pastizales para que te cuiden al niño, abuelos explotados, padres pidiendo el teletrabajo para poder echar un ojo a sus niños en casa mientras hacen polvo las pantallas y escasas alternativas para ese cuento llamado conciliación en el que la peor parte se la llevan las Malasmadres. De ir de vacaciones ni siquiera hablamos, que los vuelos están prohibitivos y los hoteles y apartamentos se han puesto por las nubes. Así que algunas familias tendrán que montar su propio Campamento Krusty en casa. Pero en ese caso, en vez de niños como yo que quieran volverse con sus padres, habrá niños pidiendo a gritos que los saquen de casa. O que los devuelvan al colegio. O padres queriendo ser ellos los que se vayan de acampada al lao gran serpiente. En fin, ánimo y una cervecita fresca.

Calendario de pantallazos

Esta semana ha merecido la pena solo por una cosa: ha salido el último libro de Milena Busquets, 'Las palabras justas' (Anagrama). Un momento que sus admiradores llevábamos esperando desde que terminamos de leer Gema. Así que mi plan para este fin de semana está claro. Si el tuyo no y vives en Valencia, te propongo dos planes. Y es que este fin de semana vuelve el Festival de Les Arts a la Ciudad de las Ciencias desde el viernes. Pero si prefieres un plan más tranquilo, del 2 al 5 de junio y del 9 al 12 de junio, podrás acercarte al estadio del Levante para probar hasta 75 hamburguesas diferentes, mientras los expertos deciden cuál es la mejor de España. Estará abierto de 12 a 00 de la noche.

Como nota triste, el domingo hará 18 años de la última gala de 'Noche de fiesta', los mismos que hace que se casaron (y después divorciaron) Jennifer López y Marc Anthony. También sopla velas David Bisbal. 43 en concreto, si el calendario Orojondo no falla.

Círculo de lectores

Y esta semana debuta la última de las colaboradoras de esta carta, nuestra cinéfila, María Gardó. Ella nos traerá una vez al mes las pelis que están escondidas en el catálogo de las plataformas que pagas cada mes, para que no pierdas horas rebuscando qué ver un sábado por la tarde. Adelante, Gardó...

Sí, sé que vosotros también rebuscáis cada semana en Netflix, HBO, Amazon Prime... y termináis por preguntaros por qué no os habéis dado ya de baja de tantas plataformas si no encontráis nada, ni una película que valga la pena. Marta me ha invitado a este espacio para romper este mito extendido. Hoy os recomiendo dos cintas:

- 'Lo que queda del día'. Para fans de los dramones de época de estilo inglés y los culebrones a lo 'Downton Abbey'. Anthony Hopkins y Emma Thompson protagonizan este peliculón sobre los amores platónicos, callados y reprimidos. La emoción se contiene y parece a punto de estallar en cada escena. Es una adaptación de la novela 'Los restos del día', de Kazuo Ishiguro. La encontraréis en Netflix.

- Y para compensar la intensidad, os traigo un plato mucho más fresco, una película para tardes de primavera-verano pero no por ello peor: 'Kiki, el amor se hace'. Paco León dirigió esta divertidísima comedia sobre filias sexuales. Festiva, rompedora y fantásticamente rodada, esta cinta también está en Netflix y Disney Plus.

Gat-checking: periodismo de gatos

El Aliexpress de los campamentos: lo que eres y lo que acabas siendo M. H.

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46. El primer cumpleaños

47. El amor era esto

48. La malla nunca falla

49. Ser beige

Esta semana quiero que me cuentes cómo te las apañas para conciliar en casa. O qué hacían contigo tus padres cuando eras pequeño. ¿Fuiste a Campamento Krusty? . Me encantará leerte en marta.hortelano@lasprovincias.es

Prometo no contar nada. O sí.

Como cortesía, y por haber llegado hasta el final, te dejo tres enlaces de cosas que sí o sí debes saber y que sí o sí no sabes.

Marta

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