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Viernes, 5 de mayo 2023, 10:15
Hay dos cosas importantísimas que heredé de mi abuelo Federico y que me han hecho llegar hasta aquí siendo la persona que soy. Una fue su máquina de escribir Olivetti y otra, su grapadora El casco. Desde hoy, la cabecera de esta carta que hoy cumple sus primeros dos años llevará su nombre escrito con esa Olivetti Línea 98 cuyas teclas tanto escuché de pequeña. Te vas a dar también cuenta de que hoy mis compañeros de diseño y de informática han puesto más guapa a esta newsletter, con un formato mucho más chulo y más amable para todos. Aprovecho desde aquí para darle las gracias a Raúl por su paciencia y por corregirme siempre las erratas antes de que tú recibas estas líneas.
Como te contaba, ahora la cabecera que lees arriba, nada más recibir esta carta, estará escrita con la tinta que todavía conserva la máquina de escribir de mi abuelo Federico. Lo he hecho de una manera muy sofisticada. He tecleado el nombre de la newsletter, he escaneado ese texto y lo he insertado arriba, junto con la imagen de un gatito algo llorica, porque creo que nada representa mejor el espíritu de estas líneas, cada viernes, como esas letras en tinta que en definitiva son lo que cada semana me permite hacer lo que más me gusta: contar historias.
A querer contarlas aprendí desde pequeña. Y no he parado ni un solo día. Las cuento a todas horas. Te las contaría si tomáramos un café con leche, si coincidiera contigo en el ascensor de casa, en un trayecto en tren, en la cola de un supermercado o en unos stories de Instagram. También a través de las páginas del periódico que es mi casa, y sobre todo, en esta carta que te envío regularmente.
Y si hoy lo hago es porque durante toda mi infancia, ese periodo que siempre dicen que te moldea para ser lo que eres hoy, escuché mucho las teclas de la Olivetti, mientras mi abuelo las aporreaba, para dejar por escrito miles de cosas que le sucedían. También a mano. Ya os he contado alguna vez que nos fue documentando nuestras vidas, que nos dejó papeles escondidos en cientos de sitios, en lugares insospechados. Mensajes crípticos, algunos casi absurdos, como el cambio de precio del periódico. Pero otros, memorables. Él siempre nos contó la vida, aunque no fuera periodista. Lo era un poco a su manera, con su Olivetti.
Pero, sobre todo, era lector. Y lo era de periódico de papel, pero porque entonces no había otra cosa. Hoy estoy segura de que estaría suscrito a esta newsletter y tendría una cuenta en On +. Nunca faltó en mi casa un diario, comprado de lunes a domingo en el kiosco de la plaza, a Luis, el kiosquero. Algunos días había suerte y venía con una bolsa de 25 pesetas en chuches. Pero el periódico siempre estaba. Era su ventana al mundo. Con la grapadora El casco ponía dos grapas en el lomo, para que la edición no se le desparramara. Y porque así lo hacía el ABC, que siempre le pareció un diario muy manejable. A lo largo de su vida, grapó todos los periódicos que entraron en casa. También los ejemplares de LAS PROVINCIAS que yo le llevaba algunos fines de semana a Cuenca.
Esa grapadora y esa máquina, que hoy están en una estantería de mi salón, me marcan siempre el rumbo. Me anclan cuando cada tres o cuatro meses quiero mandar mi trabajo a la mierda. Las miro y recuerdo que uno de esos chismes junta las páginas de muchas historias, que el otro ayuda a contar. Algunas de esas historias incluso las escribo yo. Y entonces me doy cuenta de que esta es mi vida. Que esto es lo que me gusta. Contar historias. Y contar la mía, ¿por qué no?. Porque la mía es un poco la tuya. Un poco ya, la de todos.
Porque ese ha sido desde el principio el objetivo de esta correspondencia contigo, que estás ahí cada viernes abriendo esta carta. Contarte mis historias. A las que, en realidad, si les cambias el nombre de los personajes, estoy segura de que son también las tuyas, o se parecen bastante a algunas que te hayan sucedido a ti. Ese es mi oficio, contar cosas. Y no sólo por el que cada mes me pagan la nómina. Es que nada me gusta más que contar historias. Y esas historias están por todas partes. No hay historia pequeña, no dejes que te lo hagan creer. Todos tenemos muchas y muy distintas. También tú. O tu vecino al que no conoces. O tu compañero de trabajo. Mi abuelo las habría tecleado en su máquina y las habría dejado, escondidas, dentro de algún libro. O las habría grapado, para que no se perdieran. Ojalá algún día yo pueda grapar todas estas cartas. Habrán sido mis historias, que son también ya las vuestras.
Nunca me había parado a pensar en que esta newsletter nació bajo el signo de Tauro. Uno de los signos del zodiaco que menos me gustan, la verdad. Pero al menos los niños Tauro podían celebrar su cumpleaños. No les pasaba como a los Leo. Pero lo que no me imaginaba demasiado hace dos años es que iba a ser capaz de mantener los envíos semanales de esta carta y, además, disfrutarlos.
Captura de pantalla me ha dado las mayores alegrías de mi profesión. Ni tan solo una semana me he sentido sola en este mercado persa en que se ha convertido internet. Desde el principio supe que este podía ser mi formato. Más íntimo, más reservado. Y desde ese momento he tratado de convertirlo en una conversación pequeña, sin demasiado artilugio. Simples cartas construidas a base de pequeñas historias. Por eso, cuando pensé en cómo celebrar este cumpleaños le di muchas vueltas. Tenía que ser algo que mantuviera la esencia de esta correspondencia. Y pensé en que lo mejor que podía hacer con vosotros era enviaros una carta, pero a un buzón de los de verdad. De esos en los que hoy en día ya sólo recibimos facturas. De los que ni abrimos porque dan susto.
Así que he pintado cinco postales en acuarela, de algo que para mí es un rosicler, y las he intervenido con algunos recortes de letras salidas de la Olivetti de mi abuelo. Y de algunos gatos. Este quiero que sea mi regalo a cinco de vosotros. Me gustaría poder hacerlo con muchos más. Pero podemos repetirlo en otra ocasión.
Si quieres recibir una de estas postales, sólo tienes que enviarme tú un correo a marta.hortelano@lasprovincias.es y contarme algo. Lo que quieras. No sé, por qué te gusta Captura de pantalla, o qué es lo mejor que te ha pasado esta semana. O que simplemente me digas hola y te presentes. Lo que tú prefieras. Y como sé que alguna persona lee esta carta el fin de semana, cerraré el plazo el lunes 15 de mayo. Ese día, con todos vuestros correos haré un sorteo. Si eres uno de los destinatarios, te escribiré para pedirte tu dirección postal. Si no, lo haré para darte las gracias.
Aunque te las doy ya, por hacer de estos dos años un viaje ilusionante. Quedan muchas historias por contar. Ganas no me faltan.
Esta semana, este gat-checking lo habéis hecho todos vosotros, lectores y lectoras de esta carta, con vuestros gatos. Ellos son los mejores prescriptores de esta newsletter y aquí están, en esta foto de grupo, todos juntos. Además, si te fijas, por fin he salido del anonimato y tengo firma. Soy la gata michi. Encantada de que me pongas cara y nombre. Ah, y el domingo no te pierdas las web de LAS PROVINCIAS, que tengo una sorpresa para ti.
Ayúdame: Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos.Tienes todas las cartas ya enviadas aquí guardadas por si quieres ver el género antes...
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Escríbeme: si quieres contarme algo, estoy en marta.hortelano@lasprovincias.es y no sabes la ilusión que me hace recibir vuestros mensajes.
Gracias por leerme
Marta
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