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Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
La hoja de mi libreta en la que estarán las flores de este junio M. H.
#89 Los que nos cuidan

#89 Los que nos cuidan

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 30 de junio 2023

Hola capturadores

Hay un dicho viejuno que dice que sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Y en mi vida, últimamente, ha habido algo de tormenta. El 9 de junio fui a la revisión a la que acudo cada seis meses, para comprobar si el mapa de quistes en las mamas que me tienen dibujado en el Hospital La Fe (mi centro médico) mantiene la misma forma o hay algún fibroadenoma que ha decidido ir por libre. Subí una foto de la sala de espera a redes, porque me parece que hay que compartir estas cosas para que si alguien se ha olvidado de pedir cita o se la ha saltado, se acuerde de que pasar la revisión salva vidas. Y en una ecografía rutinaria, uno de los bultitos que tengo localizados, estaba raro. No había crecido de manera muy disparatada, pero tenía una forma rara. Además, las cosas en el mundo de la prevención han evolucionado mucho y los aparatos son muy precisos. Así que la radióloga que me exploró prefirió curarse en salud y me programó una biopsia lo más rápido posible (un par de días después). Con el susto en el cuerpo, no dudó en atender amablemente a todas mis dudas, que en ese momento eran muchas, como te puedes imaginar. Me fui de allí tranquila, pero con los nervios en el cuerpo. Eso no te lo quita nadie. Pero siempre pienso en que si hay algo malo, lo habrán encontrado muy rápido, porque me reviso cada seis meses. Y es así, no porque al hospital le caiga bien, sino porque cuando una mujer tiene antecedentes de cáncer en la familia con unas determinadas condiciones, el cribado es aún más exhaustivo, para no dejar ni un milímetro de ventaja a una enfermedad que puede dar la cara en cualquier momento.

El fin de semana lo pasé con amigos y fui capaz de afrontar la incertidumbre con cierta tranquilidad. Pero por momentos, el miedo te ahoga. Te consume. Esa posibilidad de entrar en la estadística mala te viene a la cabeza a toda hora. Y te trae recuerdos que no quieres volver a revivir. De esos de los que ya te he hablado en alguna ocasión. De esa cancerofobia a la que poco a poco le voy poniendo freno. La situación la compartí con muy pocas personas. Se cuentan con los dedos de la mano. Otros, directamente me conocen bien y me preguntaron si todo había ido bien tras ver la foto en redes. Y es en ese momento cuando te acuerdas de Santa Bárbara. El patio de la vecina jefa puso velas por mí sin conocerme, la madre de mi amiga Carmen, doña Concha, le rezó a Santa Gema; y mi amiga Inés le rezó a la Virgen del Carmen, que es la única en la que cree. Yo saqué la estampita que tengo de Santa Marta y me la metí en el bolsillo para el día de la biopsia. Y me planté en la prueba muy asustada pero con mucha confianza en los que nos cuidan. Igual haber tenido un podcast de divulgación de buenas noticias durante los últimos cuatro meses me ha hecho más militante de la ciencia. O quizá, como era mi segunda biopsia ya sabía lo que venía.

La sala de radiología de mama del Hospital la Fe M. H.

El caso es que entré a la sala más templada y con la compañía de mi tía Amparo, que sacó galones de enfermera. Pero al tumbarme en la camilla, de repente, volví a sentir miedo. Y me volví a sentir vulnerable. Así que me eché a llorar, como anestésico. Pero las cinco mujeres del equipo 1 de la unidad de radiología de mama del Hospital La Fe no me dejaron sola en ningún momento. A ratos me sentí el bebé ese del vídeo viral al que el pediatra le pone la vacuna en una pierna con canciones, para entretenerlo y que no se entere del momento aguja. Y ahí, en esa sala fría, sentí el calor de un equipo humano que cada día salva vidas. Lo hace con su buen ojo, con su buena atención, con su capacidad para intuir, para diagnosticar. Pero, sobre todo, para acompañar. Al acabar, me dieron la baja y me fui unos días con un par de puntos a casa, a guardar reposo y bastantes nervios. Y ahí, descubrí algo que siempre he sabido. Y es que hasta en el momento más oscuro hay belleza. Mi casa se llenó de flores. Me las envió Gorka y me las trajeron Inés y Paloma. De casa de mi amiga Isa vinieron unas buganvillas. Y de todos los ramos guardé alguna flor y alguna hoja para poner a prensar. Casi como un proyecto personal con el que recordar que cuando vienen mal dadas siempre hay gente dispuesta a sostenerte. A quererte.

La Santa Marta que sólo saco cuando truena... M. H.

Y así pasé la espera, que se alargó una semana. Escuchando a Astrud Gilberto y dejándome cuidar. Y comiendo paella en familia. Hasta que llegó el resultado. Y todo salió bien. Y no había rastro de nada malo. Las flores se secaron y ya forman parte de mi cuaderno de vida. Como bagaje para superar mis miedos. Santa Gema, Santa Marta y la virgen del Carmen hicieron lo suyo, seguro. Pero los que nos cuidan, hicieron su trabajo. Y encima, el segundo marcador que me han puesto es de hidrogel. De los que no pitan en los aeropuertos.

Gracias a Rosario (radióloga), Mar (enfermera), Nadia (auxiliar), Silvia (técnico de rayos) y Carmen (técnica de rayos de mamografías). Sin ellas, todo habría sido peor.

Y tú, no dejes pasar tu revisión. Sea de lo que sea. Hazme caso. Te puedes evitar un susto mayor.

Tres cosas

Pieza de cerámica de la colaboración de Cacaus Climent con Patricia Varea M. H.

Estas son las tres cosas que he descubierto esta semana y creo que te pueden servir de utilidad.

Cacaos: Soy una apasionada de la cerámica y de los cacahuetes. Así que he apuntado a mi lista de regalos de cumpleaños esta colaboración preciosa de Cacaus Climent con la alfarera Patricia Varea. Se trata de un pequeño cuenco que reproduce un cacahuete del Collaret, con las que ambas firmas no quieren recordar quiénes fuimos y quiénes somos. «Es fruto de nuestro origen y raíz de nuestra identidad», dice la firma que produce los mejores cacaus del mundo. En mi casa siempre hay. Y Ana (Climent) es un sol.

Julio. Una de las mejores cosas que llegan mañana, con el cambio de mes, son los memes de Julio (Iglesias). Igual te parecen absurdos, pero a mí me hacen reír muchísimo durante estos 31 días. Mi amigo Dídac y yo traficamos mucho con ellos. Si tienes alguno, por favor, mándamelo, que me gustará... Y LO SABES.

Mosquitos. Lo he recomendado tanto que parece que me llevo comisión, pero nada más lejos de la realidad. La marca no sabe de mi existencia, aunque les haya subido las ventas en España con toda seguridad. Si me sigues en redes sabrás que te hablo de la varita «mágica» para aliviar la momento las picaduras de cualquier cosa: mosquitos, medusas, avispas, arañitas... Se llama Bite Away. Es mano de santo. Dura para siempre, no lleva nada químico y tiene certificado sanitario. Te atizas una pequeña descarga de calor en la picadura, aguantas los 3 segundos (aviso, parece que te quema durante esos segundos) y al acabar, problema solucionado. Te lo puedes hacer las veces que necesites. Y te lo digo yo, que he tenido que ir al hospital por reacciones alérgicas a mosquitos tigre.

Círculo de capturadores

Salvo mi corazón, todo está bien M. H.

La lectora jefa de esta carta no para de leer libros. Pero esta semana trae una joya, que me dejó leer algunas de las frases que tiene subrayadas y tuve que disimular la lagrimita. Os dejo con Carmen Velasco.

Cuando me enteré de que Héctor Abab Faciolince había resultado herido en un ataque ruso en Ucrania, primero me preocupé por su estado de salud y luego pensé que no había recomendado su última novela. Conocido por 'El olvido que seremos', el escritor colombiano aborda en 'Salvo mi corazón, todo está bien' temas tan denostados en la literatura contemporánea como la bondad, los cuidados y el hogar. El protagonista es el sacerdote Luis Córdoba, un hombre bueno (esto supone últimamente una rareza) y enfermo de una cardiopatía al que le recomiendan reposo casi absoluto y «no hacer el amor, con nadie, ni siquiera solo». Se muda a vivir con mujeres sin maridos y niños sin padres y el sentido de su vida, que pende de un hilo, se transforma. En 'Salvo mi corazón, todo está bien' hay párrafos para quedarse a vivir y no los voy a reproducir para que quien lo desee descubra que «lo verdaderamente misterioso no es la enfermedad ni el mal, sino la salud, la bondad y la belleza». El amor en sus múltiples formas atraviesa todo el libro, pero sin cursilerías.

Gat-checking: periodismo de gatos

Yo, cuando entro en bucle con el miedo M. H.

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Marta

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