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Cumplir años en agosto

Cumplir años en agosto

Miércoles, 11 de agosto 2021, 13:12

Hola capturadores

Ayer celebré mi 37 cumpleaños, aunque si la vida fuera justa, debería haber soplado unas 25 velas, así sumando a ojo. En concreto, las de los años en que he conseguido tener algún tipo de ceremonia de lo que ahora los modernos llaman dar la vuelta al sol. Y es que nacer en agosto es una putada cuando tienes nueve años.O mejor dicho, querer celebrar tu cumpleaños el día que te parieron. Cierto es que seguro que para nuestras madres también debió ser un cristo pasarse medio verano con una sandía incorporada al cuerpo, pero que se lo hubieran pensado mejor nueve meses antes cuando se hacían los arrumacos. Pero eso es otra historia.

Nacer en agosto (y en julio y en septiembre, claro) tiene sus movidas. Cosas que sólo podemos entender quienes nos hemos encontrado como Terelu Campos (que por cierto, también es de agosto), sujetando el globo con cara de circunstancias, sin ningún invitado sentado a la mesa de nuestra fiesta. Unos estaban en la playa, otros en el pueblo y otros, ni se sabe, porque cuando yo era niña no había móviles con los que convocar a los colegas a tu merienda. En los 90, los mochuelos de la época organizábamos los cumpleaños con medias lunas de chorizo pamplonica y triángulos de sandwich de nocilla, regados con Fanta de naranja y Coca Cola sin cafeína, con un luquete, en los salones de nuestra casa. Hasta que nuestras madres se hartaron y decidieron migrar a los burguer y pizzerías de turno, los parques de bolas de nuestra época. Como yo vivía en Cuenca, la oferta se limitaba a dos opciones: el Burguer Ninos y la Pizzeria Di Marco (que en paz descansen ambos negocios), con clara goleada para las hamburguesas del primero, donde además el dueño era el padre de una niña de mi clase.

La ceremonia era la siguiente. El niño o la niña de turno llegaba al colegio con bolsas de chucherías para toda la clase e invitaciones para solo unos cuantos. Las citas eran siempre los viernes por la tarde, con la semana del colegio perfectamente finiquitada. Pero, días antes, cuando el cumpleañero te soltaba la invitación, acudías con tu madre a la papelería más cercana para comprar cualquier tontería que costara menos de mil pesetas para endosárselo al amiguito de turno. Luego, tu madre cedía tu custodia durante las horas que durara el cumpleaños a la madre del celebrante y tu mayor dilema de la tarde era si elegir perrito, hamburguesa o sandwich mixto (¿quién coño elegía mixto siendo un niño?) y pillar buen sitio en la línea de foto, cuando sacaran la tarta. Con los vasos de fanta llenos de trozos de patatas, pan del perrito y fideos de chocolate de la tarta, los niños nos íbamos a la plaza más cercana al garito a jugar al rescate y a poner el fin de fiesta con un beso, verdad o atrevimiento. Y así, un viernes tras otro desde septiembre hasta junio, con un leve parón en Semana Santa y Navidad.

Ahora, si cumplías entre julio y agosto, la película se convertía en esa de Amenábar en la que Noriega estaba solo viendo cambiarse los semáforos en la Gran Vía Madrileña. No sólo es que a tu cumpleaños no venía nadie. Es que en el peor de los años, no había ni cumpleaños. Y eso, cuando eres pequeño es un puñetero drama. Deberíamos abrir la Asociación de Niños sin Cumpleaños en Agosto. (ANCA). El miércoles, Elena Morales y Santi Botella, los compañeros de La SER que se encargan este año del Hoy por hoy Comunitat Valenciana, me invitaron al programa para hablar de esta movida. Y allí, entre los tres, que cumplimos años en fila (el 1 Elena, el 2 Santi y el 5, yo) nos lamimos las heridas de veranos pasados ante la atenta mirada de Azahara Santoro, nuestra consultora del horóscopo de cabecera, que puso doctrina teórica a nuestros lamentos. Ninguno de los tres tuvimos fiestas, ni recuperamos la inversión en amistad (como la definió Santi) que durante cientos de viernes habíamos llevado a cabo con media clase. Durante años intenté convencer a mi madre para adelantar mi cumpleaños a junio o retrasarlo a septiembre para poder ser la protagonista de algún sarao y, por qué no reconocerlo, enterrarme en regalos con forma de joyero, libretas y estuches. Pero nada, chica, que la tía se mantuvo firme. Que yo nací el 5 de agosto y ese día se celebraba mi cumpleaños con los amigos que quedaran sin haber huido a la playa. Es decir, NA-DIE en una Cuenca a 150 grados en agosto y con todas las verbenas de los pueblos en plena ebullición. Si llego a conocer a Azahara treinta años antes, le habría podido soltar a mi madre que adelantar mi fiesta era casi una razón de salud pública para una Leo como yo.Y así, durante años, la persona más joven que asistió a mi fiesta de cumpleaños era mi vecina la del segundo, que me sacaba dos cabezas. Y años más tarde, la pandilla del Arco Iris, donde íbamos siempre a la piscina. Pero todos esos niños no eran los de los cumpleaños a los que yo había peregrinado durante el curso. Sin embargo, en defensa de mi madre diré que mi familia siempre ha organizado los mejores cumpleaños familiares de la historia. Como las bodas gitanas, de varios días. Cumpliera quien cumpliera, en el mes que fuera, todos pasábamos por caja. Y en agosto hemos sido unos cuantos. Sandwiches vegetales con la bolsa grande del pan bimbo, ese que ponía familiar, tortillas de patata, boquerones en vinagre, jamón y chuletas a la brasa. De postre, una tarta de la pastelería Marisol y si era verano, pepinos del huerto.

Esas celebraciones también han desaparecido ya, pero han venido otras. El griego con mi amiga Inés (que cumple años un día antes que yo), la performance de los regalos de Gorka, las tradicionales margaritas blancas de mi amiga Isa (este año con alguna flor nueva de color) o nuevas tradiciones como el helado con Tere y Paloma o soplar las velas en una tortilla de patata (la tartilla). Mi familia me espera ya para cantar a coro canciones de Perales, dentro de dos sábados y apagar los 37 velones. Eso sí, que me pongan menos, por los cumpleaños que no me celebraron en agosto. Y nada de Fanta. El luquete ahora lo quiero en un vermú.

Culturismo

Luquete

Rodaja de limón o naranja que se echa en una bebida para darle sabor. Palabra preciosa que me ha chivado la compañera Amparo Soria que, además, es miembro destacado de ANCA y hoy cumple años.

Pantallazos

Esta semana, como regalo de cumpleaños para todos los que cumplimos años en verano (y ya de paso para los que no), me he camelado al jefe supremo de la web, Mikel Labastida, y a la jefa de Culturas de LAS PROVINCIAS, Carmen Velasco, para que nos recomienden cinco series y cinco libros para no tener que perder el tiempo en buscarlas. No me digáis que no es un regalazo...Captura de pantalla ya tiene colaboradores :)

LOS CINCO LIBROS DE CARMEN VELASCO:

La humanidad publica más que lee y así nos va. Leer es un acto voluntario, personal e intransferible. Los libros no son prendas elásticas que a todos nos sientan igual de bien. Determinados libros se te atraviesan y no hay manera de llegar a ellos. Soy de las que piensan que algunas novelas tienen su momento, es decir, que las puedes dejar y luego puedes (o no) volver a ellas, como también ocurre con las personas. A mí estos cinco títulos no se me atragantaron y si a vosotras os pasa, elegid otro porque en literatura no hay obligación de malgastar el tiempo con algo que no te gusta.

'Regreso al edén', Paco Roca (Astiberri)

¿Por qué hay que leerlo? Porque las madres de la posguerra española merecen un reconocimiento, porque el dibujante valenciano es un maestro navegando en los recuerdos familiares que convierte en historias universales, porque hubo una generación de mujeres que no pudieron elegir sobre su cuerpo y sus vidas, porque es un título que equilibra reflexión y emoción, y porque Paco Roca revalida su potencial creativo para indagar en la memoria colectiva.

'Llévame a casa', Jesús Carrasco (Seix Barral)

¿Por qué hay que leerlo? Porque es una historia sobre la responsabilidad de cuidar a los padres, porque la enfermedad y la muerte de los progenitores no se puede arrinconar aunque estemos a más de 3.000 kilómetros de la casa familiar, porque nos reconoceremos como hijos o hermanos en más de un párrafo, y porque Jesús Carrasco escribe magistralmente.

'Hamnet', de Maggie O'Farrell (Libros del Asteroide)

¿Por qué hay que leerlo? Porque sabemos poco de la vida de Shakespeare, por la inteligencia de la autora para fijarse en los personajes de los márgenes de la historia, porque O'Farrell cuenta con exquisita sensibilidad el dolor que supone para una familia perder a un hijo, porque la novela aborda temas universales (el afecto, la pérdida, la vida familiar). Admito que a mí me costó entrar en la historia de Agnes, pero ahora ya sé que valió la pena.

'Un amor', de Sara Mesa (Anagrama)

¿Por qué hay que leerlo? Porque en menos de 200 páginas te lees una historia oscura y perturbadora, porque Nat, la antiheroína de la novela, es un ser lleno de contradicciones como cualquier hija de vecino o quizá tenga alguna más, porque Mesa es una escritora que te sitúa en lugares incómodos y mejor transitar por situaciones hostiles en la ficción que en la realidad.

'Feria', Ana Iris Simón (Círculo de Tiza)

¿Por qué hay que leerlo? Porque no es lo mismo que te hablen de un libro que leerlo, porque la hija de la Ana Mari cuestiona la idea de progreso y lo hace desde su experiencia y porque la autora exhibe talento en la narración (voz propia, que dirían otros). La mirada periférica de Simón es desprejuiciosa y su visión para desnudar la precariedad resulta tan necesaria como acabar con las vidas precarias (aunque utilicen iphone o estén suscritas a diez plataformas de TV)

LAS CINCO SERIES DE MIKEL LABASTIDA

Line of duty

Una de las cosas que más gusto da en el universo seriéfilo es encontrarse con una serie con varias temporadas por delante que poder ver de seguido con tiempo por delante. El problema es que ya no se hacen series como las de antes -es decir, largas-. Se llevan las miniseries, con lo que se ha perdido lo de seguir a los mismos personajes durante un periodo de tiempo. Afortunadamente nos queda 'Line of duty', estupendo título policiaco inglés sobre un departamento que se encarga de investigar la corrupción dentro de las propias instituciones. ¡Y tiene seis temporadas! (Disponible en Movistar y Netflix)

Baron Noir

Se habló de ella cuando Pablo Iglesias abandonó la vicepresidencia del Gobierno para concurrir a las elecciones por la Asamblea de Madrid, aunque la serie es de 2016. Se trata de una producción francesa sobre el modo de sobrevivir en la política. Se centra en un alcalde y miembro del Parlamento que resulta sacrificado en una carrera electoral por parte del que había sido su mentor. Gustará a quienes cayeron rendidos a 'Borgen' y 'House of cards'. (Disponible en HBO y Movistar)

Maricón Perdido

La serie de Bob Pop es una de las sorpresas del año, por el modo en que aborda la búsqueda de la identidad y plantea el acoso y derribo que vive el protagonista en diferentes escenarios de su vida por su forma de ser o por su aspecto físico. Desgraciadamente también es un relato de actualidad tras el crimen al joven Samuel y que deberían revisar aquellos que ponen en duda que fuese motivado por la homofobia. (Disponible en TNT)

Master of none

Uno de los mejores ejemplos de autoficción es 'Master of none', la serie sobre un actor norteamericano de origen indio que vive en Nueva York, protagonizada por Aziz Ansari, un actor norteamericano de origen indio que vive en Nueva York. Es decir, el autor toma hechos reales para construir las tramas. Esta producción de Netflix se reivindica como una especie de tratado moderno de las relaciones personales. Y aunque se viste de comedia, en ocasiones roza el drama, como la propia vida. Las dos primeras temporadas son estupendas. La tercera es una especie de 'spin off' sobre uno de los personajes secundarios y resulta mucho menos interesante.

Podría destruirte

'Podría destruirte' está nominada a nueve Emmys, después de que fuese ignorada en los Globos de Oro. Y son merecidos los reconocimientos. Es una de las series más agudas a la hora de plantear los límites en las relaciones sexuales y los problemas en torno al consentimiento. Es atrevida no solo en cuanto a los temas que expone (de gran actualidad), sino a la forma, obligando al espectador continuamente a que se posicione y cuestione su forma de proceder. (Disponible en HBO)

Gat-checking: periodismo de gatos

Gato presidente de ANCA, en su fiesta de cumpleaños MH

Ah, y recuerda una cosa. Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos. Compartir es vivir. Y dicen que de guapas. Y si eres nuevo aquí y te perdiste las primeras cartas de amor a las tonterías, puedes leerlas aquí abajo.

1. Captura de pantalla

2. Miedo a ser normal

3. De turismo a mi casa

4. Hacerse la croqueta

5. Sacar de paseo al frigopie

6. La edad de oro del satisfyer

7. El verano de nuestras vidas

8. No hacer nada

9. El marido de la influencer

10.Agujetas de color de rosa

11. El DJ de Jubiocio

12. El placer del silencio

13. Medalla de oro mental

Deberes para esta semana: Dime de qué cosas quieres que hable en la última carta de la temporada. Te leo en marta.hortelano@lasprovincias.es

Prometo no contar nada. O sí.

Como cortesía, y por haber llegado hasta el final, te dejo tres enlaces de cosas que sí o sí debes saber y que sí o sí no sabes.

Marta

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