Borrar
Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
¿Me has encontrado en la foto? Aquí teníamos 5 años... M. H.
#79 No te fallaré

#79 No te fallaré

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 31 de marzo 2023, 18:50

Hola capturadores

He llegado a ese punto de mi vida en el que todo lo que me gustaba cuando era una adolescente está cumpliendo 25 años, con su consiguiente reeencuentro de protagonistas. Lo acaban de hacer los alumnos del Colegio Azcona (qué gran colegio, qué privilegio...decía su himno), con Quimi y Valle al frente. Si al leer el titular de esta carta has cantado la sintonía de la serie es que eres mi contemporáneo y veías Compañeros. La seria nos contaba a los niños de los 90 las aventuras y desventuras de un colegio, con su chica popular, el malote de turno, los alumnos problemáticos y los profesores de filosofía molones. Por supuesto, un elenco que en las clases del resto de España intentábamos reproducir en los recreos. Todas queríamos vestir como Valle (Eva Santolaria), llevar sus mechas rubias y tener un novio como Quimi (Antonio Hortelano, que no es de mi familia, lo prometo). Ellos soñaban con tener una moto, detenerse en un semaforo y decir la mítica frase de la serie.

-¿Quién eres?

-Soy Álex

-¿Qué Álex?

-Barberá (el famoso piloto de motos de entonces). Y quemar gas.

En torno a esa serie, que daba picos de audiencia la noche que se emitía en Antena 3, se empezaron a tejer las primeras amistades serias, los primeros flirteos en el patio del colegio y las primeras pandillas. A los 15 ya lo sabemos todo lo que sabremos sobre la amistad. No mejoramos como amigos. En todo caso, empeoramos. El amor sentimental tal vez se pueda ir perfeccionando con el tiempo, pero la amistad no. La amistad alcanza su plenitud radiante y absoluta en la infancia. La reflexión, o algo parecido a ella, se la leí hace años a la escritora Milena Busquets. Eran años de ratios de 40 niños en clase, en los que los alumnos éramos un número (el que nos tocaba por nombre de apellido), y llevábamos la mochila llenita de libros. Por aquel entonces, ni carritos de ruedas ni tablets. Libros de texto y el cuaderno de anillas para cada asignatura. Eso no lo enseñaban las series, donde sus alumnos siempre iban ligeros de equipaje.

De Compañeros, nos seguimos haciendo mayores con Al salir de clase, una serie diaria de Telecinco. Y de ahí dimos el salto, ya creciditos a Física o Química, donde ya había magreo (petting que dice ahora). Valle y Quimi pasaron a ser la Yoli y Cabano. Conocimos a los primeros alumnos LGTBI, los profesores empezaron a tener más vida sexual que los alumnos, y trataron las primeras ETS y posibles embarazos adolescentes. De ahí, ya machucha en mi caso, pasamos a Élite, ya en las plataformas. Un Compañeros subidísimo de tono en la que las relaciones abiertas, el poliamor, los tríos y el sexo desenfrenado dejaron los líos amorosos del colegio Azcona en una telenovela turca.

Mi cole no era el Azcona, claro. El mío era 'Las Pepas', el nombre de pila que se le llamada al colegio Sagrada Familia. También conocido como las monjas. Allí me empaquetó mi madre a los dos años y un mes, uno antes de que te cogieran en infantil, porque para entonces ya pedía el pis y la caca con precisión. Además, estaba enfrente de su trabajo, y siendo madre viuda joven, necesitaba colocarme en algún sitio cercano. Allí empecé con la señorita Josefina, seguí con la madre Manuela (la que aparece en la foto que ilustra esta carta) y seguí con muchas más a las que guardo cariño. De otras, me he olvidado. Porque con los profesores pasa como con la gente en general. Algunos pasan sin pena ni gloria por tu vida. Incluso con más de lo primero que de lo segundo. Pero ahora, un milenio después, yo me he convertido en uno de ellos. Y eso que hace años empecé el master ese para ser profesora de secundaria, hice las prácticas en instituto, y al salir de ese Bronx de adolescentes juré y perjuré que no volvería a pisar un aula. De hecho, me dejé 4 créditos sin cursar para no tener el título y evitar la tentación de acudir a la docencia como una posible salida laboral en el futuro.

Pero el año pasado me dejé llevar por la melancolía y me presenté a una plaza de profesora asociada para dar clases en la universidad. Así que este curso he sido para mis alumnos una profesora bacteria, que es como antes llamábamos a los que nos daban clase. De mi experiencia enseñando te hablaré en otra carta, que tengo mucho que contar y casi todo bueno. Pero mira por dónde, nunca se puede decir de este agua no beberé.

Pero bueno, que me voy por las ramas y yo lo que quería esta semana era llorar porque tengo más años que el sol. Porque ya me acuerdo perfectamente de cosas que pasaron hace 25 o 30 años. Y porque esta me escaparé en algún momento a casa, donde vienen días grandes semanasanteros y veré de refilón a algunos de estos niños que aparecen en la foto, ya peinando canas, tripitas y empujando carros de bebé o de niños ya criados, y pensaré: ¿en qué momento ha pasado todo esto?, si yo hace nada estaba sentada en un pupitre como el del Azcona y era el número 27 de la lista. Aunque pensándolo bien, el viaje tampoco está siendo tan terrible. Eso sí, gracias al retinol.

Buenas noticias

Esta semana hemos contado cosas muy curiosas en el podcast de LOS BUENOS DÍAS. El lunes hablamos de las propiedades estimulantes para el cerebro de escuchar heavy metal. El martes, descubrimos una cuenta de Instagram super chula si te gusta el arte. El miércoles nos fuimos de viaje al país más feliz del mundo y ayer, jueves, fichamos a una colaboradora de 10 años para hablar de palabrotas. Te recuerdo, por si no lo sabes, que el podcast es diario, sólo contamos buenas noticias, y se puede escuchar en todas las plataformas de audio, de manera gratuita. Si nos dejas unas estrellitas en Spotify, nos ayudarás a darnos a conocer. Ah, y que no se me olvide. Una de las mejores noticias de esta semana ha sido conocer a Inés, mi compañera de La Rioja, que tiene una newsletter de buenas noticias (A las buenas) de la que me nutro para hacer el podcast. Ella me ha enseñado el truco para poder poner gatos en movimiento en esta carta... Ojalá funcione!!!

Tres cosas

Esta semana he descubierto un sueño hecho realidad para esta carta. Realmente me lo suministró mi amiga Isa, que es la mayor suministradora de gatos de la historia. Se llama Cat GPT y es una aplicación de esas de inteligencia artificial para generar michis. El de este gat-checking me lo ha dado esa app.

Hoy traigo a una artista ya de sobra conocida por esta comunidad de capturadores: mi prima Gloria. Esta semana ha hecho también un cameo en el podcast, como historiadora del arte que es. Pero, además, le pega a los pinceles como pintora. Se ha abierto cuenta en Instagram y os la quiero dejar para que veáis sus cuadros de arte abstracto geométrico.

Pasado mañana es domingo de ramos. Y dice el refrán que el que no estrena nada, se queda sin manos. Yo voy a estrenar unos vaqueros blancos hechos en España, con algodón reciclado, y cosidos en un pequeño pubelo de Cuenca. Son de Zubi, como muchas de las cosas en las que invierto últimamente. Ya sabes, comprar menos, pero de mejor calidad. Ahí está el secreto. Ah y los voy a estrenar... ¡en casa! comiendo ajoarriero de la Celia.

Círculo de capturadores

Antes de geolocalizarse en algún destino semanasantero, nuestra Carmen Velasco nos deja este libro para poder disfrutarlos estos días de Pascua en familia.

«Me gustan las novelas que ponen la lupa en la familia, no tanto en términos privados sino como institución social en constante evolución. Hablar de la familia, de sus normas, de cómo funciona, de sus límites es hablar de relaciones personales, de vivencias, de amor, de pérdidas... En esta corriente se enmarca 'Material de construcción' (Random Housse), de Eider Rodríguez. La escritora de Rentería se fija en la figura del padre sin idealizarlo. «Mi padre era un borracho», escribe. «Siempre hemos sido como forasteros el uno para el otro. Cuando dejó de beber cambió de continente, pero aun así seguimos comportándonos como dos desconocidos», añade.

La autora perdió a su padre y como parte del duelo escribió 'Material de construcción' casi como un proceso para cerrar heridas. Es una novela que desgrana su niñez y toma su propia vida como argumento a través del que poder reconocerse en este mundo. ¿Quién no quiere saber quién es? ¿Quién no aspira a saber el papel que desempeña en una trama que se llama vida?

'Material de construcción' es un título que anima a repensar la familia. Nunca está de más este tipo de reflexiones y Eider lo hace con una prosa honesta.«

Gat-checking: periodismo de gatos

Este gato ha sido creado por Cat GPT CAT gpt

Ayúdame: Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos.Tienes todas las cartas ya enviadas aquí guardadas por si quieres ver el género antes...

Suscríbete: Si has llegado aquí porque alguien te ha hecho llegar esta newsletter, puedes apuntarte para que te llegue la semana que viene, Lo puedes hacer gratis aquí.

Escríbeme: si quieres contarme algo, estoy en marta.hortelano@lasprovincias.es y no sabes la ilusión que me hace recibir vuestros mensajes.

Gracias por leerme

Marta

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias #79 No te fallaré