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En marzo de 2020, Alberto Soler también desinfectó con lejía. «En aquel momento era natural, no entendíamos qué estaba pasando y teníamos miedo a lo desconocido. Ahora, con lo que ya sabemos, hay gente que continúa haciéndolo. Y se convierte en un miedo patológico». ... Alberto Soler es psicólogo y una de las personas más seguidas en las redes con sus consejos sobre crianza respetuosa. Sus 'Píldoras de Psicología' tienen casi 300.000 seguidores en Youtube y ha publicado ya tres libros, el último un cuento infantil llamado 'Tengo miedo', y que en el momento de su publicación se puso inmediatamente en el top de ventas de su categoría.
El miedo nos ha perseguido a todos este último año. A contagiarse, a contagiar a nuestros seres queridos, a las situaciones donde hay mucha gente, a aquellas personas que no cumplen las medidas. Pero, ¿y los niños? Ellos no tienen herramientas para lidiar con los miedos, y lo mismo les ocurre a muchos adultos. «Hay personas con una habilidad innata para gestionar situaciones complicadas, y en el contexto de la pandemia, el miedo de los niños ha ido de la mano de cómo se ha gestionado emocionalmente la situación en sus casas», explica el psicólogo. Es decir, si los padres tienen miedo, lo más probable es que los hijos también lo tengan.
Alberto Soler cree que la mejor manera de ayudar a los niños a afrontar miedos como los genera la situación actual es la historia que se cuenta en la película 'La vida es bella'. En ella, el padre intenta construir otra realidad para su hijo, muy distinta a la que ciertamente están viviendo. Y por ese motivo el niño no tiene miedo. «Sin llegar a ese extremo, de un padre y su hijo viviendo en un campo de concentración, es cierto que el niño no reacciona a la realidad en la que vive, sino al estado emocional de sus padres. Así es como los niños viven el miedo, a través de sus padres, e incluso si los adultos tienen alguna fobia, es probable que los hijos acaben desarrollándola de igual forma.
¿Entonces los miedos son imitativos? ¿O se heredan? Alberto cree que normalmente se combinan, y el ejemplo más claro es el alcoholismo. «Puedes tener una predisposición innata a una adicción, pero si en casa no has visto nunca una botella es difícil que desarrolles un problema de alcoholismo».
Pero, ¿qué pasa con los miedos que los niños tienen en la infancia? Por ejemplo, a la oscuridad. «Son miedos evolutivos y absolutamente normales», explica Alberto. De pequeños, su angustia tiene que ver con la separación de su persona de apego, normalmente la madre, porque se activa un instinto de supervivencia. Cuando se hacen un poco más mayores, tienen la capacidad de representarse cosas imaginarias y aparecen los miedos a los fantasmas, a los monstruos, a la oscuridad. Con la adolescencia llegarán otros temores, como el miedo a ser rechazado por tus iguales, académicos o sexuales. Van de la mano del proceso de desarrollo, y normalmente el niño tiene capacidad de hacerle frente él solo, con una ayuda mínima del adulto.
¿Y si se convierte en una fobia? ¿Cómo lo detectamos? Tener miedo a los animales, a las alturas, a salir a la calle… Si no está vinculado a su proceso de desarrollo y, además, interfiere en la vida del niño, de la familia, de las relaciones, es una fobia que hay que tratar.
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María José Carchano
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Alberto Soler y su mujer, Concepción Roger, también psicóloga, han escrito a dos manos el cuento en el que tratan los miedos que han visto en sus propios hijos, y los personajes que aparecen en la historia también han tenido un recorrido en los cuentos que se inventan en la cama cuando se van a dormir. Una niña que tiene mucho miedo, un extraterrestre que desconoce qué es esa palabra. Juntos irán ayudándose, en un caso a ser más cauto y en el otro a superar los temores.
El psicólogo reconoce que el feed-back del libro ha sido muy bueno, porque esas herramientas para superar las ansiedades sirven, también, para adultos. Por ejemplo, exponerse poco a poco a una situación que nos provoca mucho miedo para ir dándose cuenta de que, al final, no es tan fiero el león como lo pintan.
Sin embargo, Alberto Soler reconoce que los miedos no han terminado ahora que la pandemia afloja sus garras. Al contrario. Es ahora, cuando la situación de estrés continuado que nos ha mantenido alerta durante tanto tiempo, parece que termina, cuando surgen los problemas. «Han aumentado mucho las consultas, tanto de adultos como de niños, pero lo importante es comprender y normalizar, hacerle frente».
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