#60 Tu jefe

Hola capturadores

Desde que el primer humano pisó la tierra, siempre ha habido otro con ganas de destruirla. Que si iban a venir los Mayas, que si nos acecha un meteorito, un volcán, un pangolín en un mercado chino... Y no negaré que a veces, hasta yo misma fantaseo con que por fin un asteroide se desvíe de su órbita y acabe con esto de un plumazo, porque la vida se está poniendo cara y chunga. Tanto, que hay mucha gente que ha empezado a perder la cabeza, si es que alguna vez la tuvo. Si no, no se explica que alguien a quien le preguntan por cómo sería su jefe ideal responda dando el nombre del tenista Rafa Nadal, sin haber sido coaccionado o haber ingerido grandes cantidades de orujo de hierbas en ayunas. En el podium lo acompañan como mejores jefes la científica Margarita del Val y el excéntrico presidente de Amazon, Jeff Bezos. Con ninguno de los tres querría yo cruzarme en el ascensor del trabajo si eso significara que alguno de ellos le da cuerda a la rueda de hámster en la que yo ya pedaleo con garbo.

A Rafa Nadal lo admiro como tenista, pero lo último que se me ocurriría es pedirme como jefe a un tío que para acudir a su puesto de trabajo necesita anestesiarse un pie para no jugar con dolor. Una capacidad de sacrificio con la que me cuesta empatizar. Bastante es que vengo al curro con la regla, hasta arriba de enantyum, y sin la manta eléctrica con la que me alivio los dolores, o de vez en cuando me casco un trankimazin, como para tener un jefe al que le parezca bien fichar estando enfermo. Trabajar ya es bastante sacrificio algunos días como para pedir uno extra. Pues lo han elegido un 45% de encuestados del sondeo de Infojobs. Él simboliza ese jefe que alardea de no haber faltado nunca a trabajar en sus 30 años de servicio, y de los que te pegan el virus de la tripa porque lo trae al baño de la oficina para no librar. Sus jornadas son interminables porque el presencialismo es la palabra que cuelga del cuadro que tiene en su despacho. Ese que piensa que todo es cuestión de echarle horas. Si puede ser, que las eches tú, claro.

Con Margarita del Val, tres cuartos de lo mismo. Admirable su trabajo como viróloga, pero la mayor aguafiestas que ha conocido el ser humano en sus años de existencia. Un 33% de personas la quiere al mando. Me la imagino llegando cada mañana al trabajo avisando de todo lo malo que nos depara el día, quedándose siempre con la horquilla más baja de la temperatura de la aplicación del tiempo y viendo siempre el vaso medio vacío. Margarita, amiga, déjanos vivir, que cada vez que te veo en un titular haciendo alguna predicción le rezo a la Santa Marta que llevo en la cartera. Estamos en octubre y ya está lanzando maldiciones sobre la Navidad. Su perfil me remite a una jefa desmotivadora, pesimista, de las que te quita las ganas de vivir. De las que te transmite nerviosismo, inseguridades. De las que se ahoga en un vaso de agua.

A Jeff Bezos lo querrían tener como superior un 24% de los encuestados. Imagino que porque pensarán que de este modo tendrán posibilidad de montarse en un cohete y abandonar el planeta Tierra lo más rápido posible. Al excéntrico empresario me lo imagino como el listillo de la clase. Ese que siempre lo sabe todo. Al que sus padres le compraban un coche el mismo día que se matriculaba en la autoescuela. El típico jefe vacilón que llega al curro con ideas locas, que no sabe cómo materializar. Siempre lo sabe todo y necesita a un montón de empleados precarios que le saquen adelante la faena para luego comprarse un Tesla de su enemigo Elon Musk, que aparca en el paso de cebra más cercano a la puerta de la oficina. Cuidado con este jefe, que tiene pinta de ponerse muy contento en la cena de empresa y tocar el culo por despiste.

Siempre me ha escamado la fascinación de la mayoría de los empleados por ascender. Por ser jefes. No los culpo, porque forma parte de la idea de progreso social que siempre se nos ha vendido en las películas. El ciclo laboral es como el del Cucal. Naces, te reproduces, desapareces y mueres. Pero con un «te hacen jefe» por el camino. Socialmente está mal visto no querer asumir más responsabilidades, sin tener en cuenta que no todos valemos para liderar equipos, gestionar plantillas o torear marrones. Hay también mucho pueblo llano que sólo aspiramos a mejorar la calidad de la marca de pasta que compramos en el supermercado y con elegir un mejor hotel en el viaje que hacemos cada verano. Algunos somos felices haciendo simplemente bien nuestro trabajo. Sintiéndonos motivados con lo que hacemos. Y en eso, hay jefes que cobran un papel fundamental.

Si me hubieran preguntado a mí, yo de jefas querría a este grupo de señoras mexicanas. Motivadoras, optimistas, seguras de sí mismas, que se saben sacar lo mejor de las otras. Que cuchiplanchan, que saben lo que quieren. Con ellas, en la oficina sacaríamos lo mejor de nosotros mismos, incluso con la luz encendida.

Cóctel: La semana se ha puesto como para tomarse un buen copazo en algún sitio que merezca la pena. Yo si no trabajara este fin de semana me dejaría caer por Varsovia, la coctelería del Hotel Melià Valencia, (en la Avenida Cortes Valencianas), para cascarme un negroni o una Margarita eléctrica. Además, el local es de película. Los cócteles son de diez, pero... ¿qué se puede esperar si no de la sucursal valenciana del mítico local del Gijón?

Animadores: Este domingo se celebra la Media Maratón de Valencia. La carrera llenará las calles de corredores y corredoras que se meterán 21 kilómetros en las piernas de buena mañana. Gente que, en el mejor de los casos, lleva meses de duros entrenamientos para acabarla o hacer marca. Así que estaría guay que si te pilla cerca un tramo del recorrido salgas a animar a los corredores y corredoras. Yo estaré trabajando, pero la cheerleader que llevo dentro me hace sacar los pompones aunque sea por aquí.

La Marina: Si es que te emociona otro amanecer, o es que es el primero en que me vienes a ver....Ya deberías haberle puesto música a estas frases. Si es así, mañana tienes una cita con Los fresones rebeldes en los conciertos de La Pérgola, en La Marina. Será a las 11:30. Y si quieres alargar el viaje en bus o tranvía gratis (si eres menor de 30, claro) puedes quedarte hasta las 13:15 y maravillarte con No half measures, el espectáculo de Taiat Dansa en La Caserna, un nuevo espacio artístico junto al restaurante Aduana. Yo no voy a soplar las 15 velas de La Marina, pero porque me toca trabajar :(

A nuestro Paolo Vasile de las series, Mikel Labastida, no le da últimamente la vida para no ver cosas que no suelten fuego por la boca cuando les dices Dracarys. Pero aún así, no ha querido faltar a su cita con sus capturadores esta semana, horas antes del último capítulo de La casa del dragón.

«Estrena tanto Netflix que es imposible no perderse títulos interesantes. Ocurre con la australiana 'La ciudad secreta' sobre una de las periodistas más reputadas del país que descubre una conspiración tras una cadena de asesinatos, atentados y suicidios. No se habló mucho de ella pero no porque no lo merezca»

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Marta