![El marido de la influencer](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202106/30/media/cortadas/curros-kokC-U140886952473aVG-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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Miércoles, 7 de julio 2021, 13:35
Hola capturadores
El día en que Luis Enrique, el seleccionador de España, dio la lista de convocados para la Eurocopa me cayeron mis 36 años encima. Pedri, Rodri, Koke, Tronchi, Monchi...(Estos últimos no existen, pero podrían ser los tapados). El inicio de una orla en la que a duras penas me sentía capaz de identificar a uno de los chavales que nos iban a representar en la tourné por los estadios de fútbol de la vieja Europa, en una competición con fecha del año pasado. Pero cuando escuché el nombre de Morata en esa lista di un respingo. Coño, el exnovio de la Pombo y marido de Alice Campello, la hija del rey de los concesionarios en Italia (una suerte de Luismi el chatarrero, el exnovio de la Bordiu y de Agatha Ruiz de la Prada) y amiga de la Ferragni. Influencers patrias y expatriadas del mundo instagramer. Ahí tenía la percha para engancharme a la roja. Iba el marido de la influencer. Estamos tan acostumbradas a hablar de las WAGs como las mujeres de (Edurne lo sabe) que en este caso es de justicia poética darle la vuelta al asunto. Así que subí la nevera de playa del trastero y la planté en medio del salón para emular al míster y cascarme todos los partidos en doble sesión, como en el cine de verano. Eso y mi peso en Estrella Galicia y pepinillos en vinagre de Hacendado (los mejores) para dar inicio a la Eurocopa 2020, un año después. Porque cuando no hay nada a lo que agarrarse, en época sombría, el fútbol (ese viejo camarada, que diría mi amigo Chilet) es siempre un pegamento al rescate de nuestras miserias.
Y es que los grandes eventos deportivos son muchas veces la mejor medicina colectiva en épocas beige. La vacuna contra el virus de la desilusión. Y este año tenemos dos dosis: la Eurocopa y los Juegos Olímpicos, para meterle mano al verano que no termina de despegar. Los saraos deportivos son un chute de endorfinas para aquellos incluso a los que nos viene justo para distinguir el rugby del fútbol americano. Porque lo importante de un Mundial, una Eurocopa o unos Juegos no es sólo el deporte, sino ese sentimiento de pertenencia, esa ilusión por las causas comunes, el comboi, descubrir a través de las ventanas abiertas el spoiler de que en casa de tu vecino España ha marcado unos segundos antes que en la tuya. Abrazar a tu cuñado por un tanto que no sabes ni quién ha marcado. Pero, ¿qué más da?, es la Eurocopa.
El deporte, como la música, siempre ha supuesto un anclaje para algunos de los momentos más representativos de mi vida. Sobre todo, el fútbol. Empezando por la lesión de mi padre, futbolista, que se lo llevó por delante en un quirófano a los 26 años. Años después, cómo no, emulé a mi madre y mi primer amor de adolescencia también fue futbolista (y de los buenos), mi entonces novio Sergio (que hoy, por cierto, cumple 37 veranos. El mismo día que pequeño Alejandro. Felicidades, amigos!). Pero también por algunas grandes noches de Champions en casa de los Rubio, utilizadas como excusa para reunirnos todos un miércoles por la noche para cenar tortilla de patata y boquerones en vinagre. También gracias al fútbol recuerdo que cuando a Luis Enrique le rompieron la nariz en el Mundial de Estados Unidos yo fecho que estaba en Tenerife, en mi primer viaje en avión. O que cuando se nos acabó el billete en cuartos en el del Mundial de Corea, me costaba mucho madrugar para ver partidos en plena edad del pavo. O que allí estaba yo, en el Bernabeu, la noche en que tiraron abajo la portería, antes del partido contra el Borussia, gracias a la que al día siguiente no fue al colegio porque volvimos a Cuenca a las tantas. Nuestro primer Mundial, el del waka waka, lo viví expatriada, el año largo que me fui a vivir a Liverpool. El año en que me hice más de España que Camacho. El año en que le discutía las decisiones hasta a Vicente del Bosque, que me sabía la alineación al dedillo (sin Pedris y sin Rodris) y el del beso de Casillas y Carbonero. O que mi último evento antes del confinamiento fuera el homenaje que el club y sus veteranos le hicieron a mi padre en febrero del 2020, en el que no sólo descubrí una placa, sino que me agencié una camiseta con mi nombre.
El fútbol en mi vida cobra turnicidad, pero es uno de los fijos en cualquier etapa por las que he pasado. A veces le busco explicación a mi intermitente militancia, pero no se la encuentro. Igual que tampoco acabo de entender que durante más de diez años acudiera cada domingo de invierno a la Fuensanta (el campo del Conquense, el equipo de mi ciudad y en el que jugaba mi padre) a comer pipas, pudiéndome quedar en casa viendo cualquier cosa al lado del radiador. O que 16 años después de salir de Pamplona, mi marido aún mantenga el pase de abonado de Osasuna aunque haga diez años que no vemos un partido en el Sadar. Pero de repente, un día cualquiera te llega un lunes como este pasado superlunes de octavos de la Eurocopa, en el que contamos catorce goles entre los dos partidazos de la tarde en que España pasó a cuartos. Y ahí estaba yo, viendo todo lo que me pusieran por delante en una tarde que ya llaman histórica. Rogando más minutos de prórrogas, en un oasis de no pensar en nada. Un no hacer nada mondo y lirondo. Y entonces te das cuenta de que aunque el fútbol ni te gusta, o te trae demasiados malos recuerdos, puede ser tu paracetamol para el dolor de cabeza que se te ha puesto a estas alturas de pandemia. El opio del pueblo, que diría el amigo Karl. Y encima es gratis y covid free, que nos lo echa Telecinco casi todas las tardes, hasta que TVE coja el testigo de los Juegos. Y si no sabes ni de lo que te hablo, compra riskettos y chaskis y pon a enfriar unas cervezas, que esta tarde a las seis puedes encender la tele y hacer lo que estará haciendo todo farruquito: sentarte en tu sofá (o en tu nevera), rajar sin compasión al marido de Alice Campello, y abrazarte al que tengas al lado cuando tu vecino grite gol. Verás qué subidón.
Culturismo
Según la RAE, adjetivo para referirse a algo que está limpio y libre de cosas añadidas o superfluas. Lo habrás escuchado en la expresión mondo y lirondo, para referirnos a cosas que vienen peladas, sin demasiado artificio. Sin embargo, lirondo no existe para la academia y su orígen, desconocido, parece haberse ideado simplemente para hacerle los coros fonéticos a mondo. Vamos, porque juntos suenan bien.
Pantallazos
Esta semana tres cosas para las que necesitas tener buen oído. O al menos orejas.
- Soyla: No canta, no baila, pero no se la pierdan. Y no, no os hablo de Lola Flores, sino de nuestra perioartista valenciana más universal, @soylaforte Aunque como las buenas folclóricas, ella tiene contrato de cadena con Podimo, desde este mes hay un episodio de sus dos programas (Mi patio de vecinas y Sí es lo que parece) en abierto en todas las plataformas de audio. Vamos, que la puedes escuchar gratis una vez al mes.
-Autobombo: Igual no te has fijado, pero desde hace unos meses en la redacción de LAS PROVINCIAS nos han puesto un micro delante para ir contando con nuestra propia voz algunas de las historias que hasta ahora sólo te ofrecíamos por escrito. Hemos hablado con cocineros, hemos entrevistado a Berlanga con una especie de ouija, hemos hablado de las no Fallas y del fraude de la EMT y del pitufeo del PP. Hasta servidora se animó con un metapodcast sobre los audios. Ahora, para que no te los pierdas, te los hemos juntado todos en un portal de la web.
-Colaboración joyera: Patricia Vinuesa, la valenciana alma matter de la firma de joyitas @vinuesashop, lanza esta semana una colección que ha hecho en colaboración con Adea de @The_mint_feather y que tiene pinta de que va a volar. Ya te contamos algunas de las cosas que hace Patricia aquí.
Gat-checking: periodismo de gatos
Ah, y recuerda una cosa. Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos. Compartir es vivir. Y dicen que de guapas. Y si eres nuevo aquí y te perdiste las primeras cartas de amor a las tonterías, puedes leerlas aquí abajo.
6. La edad de oro del satisfyer
7. El verano de nuestras vidas
Deberes para esta semana: Cuéntame dónde te vas de vacaciones. A mí me quedan 45 días y quiero decidir un buen destino en el que hacer la estrella de mar unas semanas. Mándame un correo aquí: marta.hortelano@lasprovincias.es
Prometo no contar nada. O sí.
Como cortesía, y por haber llegado hasta el final, te dejo tres enlaces de cosas que sí o sí debes saber y que sí o sí no sabes.
Marta
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