Urgente La Bonoloto de este viernes entrega 432.112,46 euros a un jugador y deja más de 78.000 en la Comunitat

¿Y si ya no?

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 29 de septiembre 2023, 18:04

El 8 de septiembre, a las 13:53 lo entendí todo. Fue durante mis vacaciones, en una navegación por el Lago Argentino, uno de los que envuelven a los glaciares patagónicos que llevan millones de años viendo la vida pasar. Ahí, escuchando con mis auriculares la canción 'Otto', una de las que forman parte de la banda sonora de la peli Los amantes del círculo polar, para intentar aislarme del ruido de molestos turistas como yo, tuve una revelación. Aquí estamos de paso. El instante que estaba viviendo no iba a volver. Ese segundo era único. Ese glaciar que tenía ante mis ojos, fundiéndose gota a gota por un precioso sol de invierno, se estaba muriendo. O simplemente, estaba cambiando. Lo deshacía el mismo sol que a mí me acariciaba la cara. El mismo que coloreaba a ese témpano de un azul que sólo tiene un iceberg visto sin una pantalla de por medio. Ahí lo supe. Ahí lo vi claro. Esto es un paseo. Y yo quiero verlo con mis ojos. Ser consciente de cada día. Exprimir el recorrido. Y también ahí, sola en la cubierta de ese barco, viendo un inmeso témpano despedirse, lo asimilé. Hay cosas que no van a ocurrir. Que ya no me van a pasar. Pero a cambio, hay otras con las que nunca fantaseé que han acabado moldeando el día que ahora vivo.

Publicidad

Quizá nunca seré corresponsal en otro país, como ese deseo secreto que siempre he creído tener. Ni volveré a vivir fuera, aunque a veces me vengan fotogramas de lo que sería nuestra vida en otro continente. Tampoco tendré una casa con jardín, pero ni tan mal porque eso que me ahorro con los mosquitos. Ni seré madre. Ni volveré a ser hija. Tampoco seré hermana. Ni bailarina de ballet. No seré rentista, ni me tocará la lotería, porque para eso tendría que jugar. No iré a comer pollo asado a casa de mi tía cada domingo, ni podré dar muchos más paseos con Rita. Tampoco seré alta. Ni iré a trabajar en tacones, como me había imaginado cuando era adolescente. Nunca cantaré bien. Ni podré viajar a grandes hoteles en los que pedir room service para desayunar en albornoz blanco. Probablemente nunca me aloje en una habitación con vistas. No creo que nadie me ofrezca publicar un libro. Ni que me convierta en un fichaje de ninguna disciplina. No tendré una pandilla de amigas de la infancia. Ni siquiera una pandilla. Tampoco tendré una nevera de dos puertas, ni una cocina con isla en la que servirme un vino mientras cocino pasta al volver de trabajar descalza (jamás cenaría pasta). Tampoco llegaré nunca de día a casa después de trabajar, ni tendré las tardes libres. No creo que nunca me quepa una bañera de las que no van pegadas a las paredes, ni que me hagan pregonera de nada en mi ciudad. Ninguna calle llevará mi nombre. Y no quedará mucha gente viva de mi círculo, cuando yo ya no esté, para recordarme.

Porque todo en la vida no se consigue. Incluso aunque te esfuerces mucho. O aunque lo desees fuerte. Hay cosas que no suceden. Y no es tu culpa. Es que hay que aceptar que hay cosas que ya no te van a ocurrir. No te culpes si eso sucede. Aprende a valorar lo que consigues. Se llama conformarse, y es también un valor.

Yo he dejado algunas historias por el camino. A cambio, tengo una vida feliz. Una casa bonita, llena de cosas que me gustan. Tengo muy buenos amigos elegidos en la edad adulta, inquietud por muchas cosas y una cocina bonita, hecha a nuestro gusto. Hago un gran viaje al año y busco alojamientos limpios y céntricos. Voy a trabajar en zapatillas de deporte (casi cada día de un color), hago deporte por convicción, nunca he tenido que operarme, y tengo una piel fantástica. Me he gastado 40 euros en unas Crocs para ir por casa cómoda. No veo demasiado a mi familia, pero hablo con ellos siempre que lo necesito. O que me necesitan. No quedo con nadie para quedar bien y si algo no me apetece, digo no. Uso mochila y no bolso, compro poca ropa pero más cara. La cuido más y me dura más tiempo. Nunca me acuesto sin echarme crema ni sin lavarme los dientes. Veo cada noche Doctor en Alaska y he dejado de anticipar desgracias. Ahora, sólo las surfeo. Cocino casi todas las semanas algo rico. Incluso muy rico. Como helado todo el año. Viajo por el mundo para ver ballets. Y sólo leo libros cortos y que me apetezcan. No necesito impresionar a nadie. He dejado de querer caer bien a alguien. Me di cuenta rápido que la vida sin hijos no es incompleta. Ahorro algo cada mes. Paso largos ratos en el sofá o la cama sin hacer nada. Incluso sin culparme. Y he dejado de obligarme a recordar los cumpleaños de la gente. O más sencillo. He dejado de intentar que me quieran. Y me he dado cuenta de que yo, como el glaciar, también me deshago. Pero con distinta forma y tamaño, sigo siendo yo. Y esta sigue siendo mi vida. Aunque la foto fija no se corresponda mucho con la que imaginaba en otras épocas.

Está bien eso de vivir otras vidas, pero la que se sufre y se disfruta es la tuya. Y esta es la mía. Una en la que cada viernes le escribo a un montón de amigos, conocidos y desconocidos lo que me apetece. Una en la que he aprendido a conformarme, sin connotaciones negativas. Porque, ¿y si ya no? Pues me quedaré con lo que sí.

Publicidad

Así que bienvenidos un año más a Captura de pantalla.

El escaparate

Antes solía llamar a esta sección 'tres cosas', porque me parecía sencillo enseñaros cada semana algunas cosas que había conseguido recopilar y creía que podían servir para que vosotros las utilizárais o para que las conocierais. Pero ese dichoso tres me acababa obligando a tener tres en las semanas que había encontrado cinco y en las que no tenía ninguna. Así que ahora voy a fluir. En este escaparate haré como en las buenas tiendas. Esas que tratan con mimo el expositor en el que han colocado lo mejor que tienen. Incluso aunque no lo cambien a diario o dejen algunos objetos fijos. Y eso es lo que haré cada semana. Traernos lo que pueda. Desde la honestidad. De hecho, si quieres enseñarme algo que hagas, que conozcas, que haga alguien, alguna cuenta en redes, algún producto que te ha funcionado...no dudes en enviármelo y hablaremos de eso aquí. Este es también vuestro escaparate.

Círculo de capturadores

Y por supuesto, si algo hace que Captura de pantalla sea un espacio colectivo es que no sólo está hecha por mí. Sino que de ella participan lectores, amigos y compañeros que está dispuestos a dedicar una parte de su tiempo a que todos conozcamos cosas nuevas. En este círculo de capturadores seguiremos recomendando podcast, libros, series que se han perdido en el catálogo de las plataformas, dando de vez en cuando el horóscopo y lo que surja. Aquí estarán un curso más Andrea Morán, Carmen Velasco, Mikel Labastida y Tamara Villena. Cada uno en lo suyo. Ellos llegarán a partir de la semana que viene, que están escuchando, leyendo y viendo muchas cosas para contarlas aquí.

Publicidad

Gat-checking: periodismo de gatos

Ayúdame: Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos.Tienes todas las cartas ya enviadas aquí guardadas por si quieres ver el género antes...

Suscríbete: Si has llegado aquí porque alguien te ha hecho llegar esta newsletter, puedes apuntarte para que te llegue la semana que viene a ti. Lo puedes hacer gratis aquí.

Escríbeme: si quieres contarme algo, estoy en marta.hortelano@lasprovincias.es y no sabes la ilusión que me hace recibir vuestros mensajes.

Publicidad

Gracias por leerme

Marta

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad