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Txema Rodríguez
Boxeo en Valencia: Historias fuera de las cuerdas en Sedaví

Historias fuera de las cuerdas en Sedaví

La chica del ring, el árbitro, el actor famoso, la camarera, púgiles enamorados, un malo de película, el debut soñado...

joan molano

Miércoles, 25 de abril 2018

La cita arrancó a las nueve de la noche sobre el mismo parqué en el que se juega de día a baloncesto, fútbol sala o voleibol. Los chavales le pegaban las últimas patadas al balón en los campos de fuera al tiempo que retumbaban los palazos en las pistas de pádel. El goteo de público comenzó poco antes de que se iniciara el primer combate. Una liturgia que se repite cada año con más frecuencia desde 1997. Los amantes del noble arte acudieron, fieles, a una nueva velada de boxeo en el polideportivo municipal de Sedaví, santuario del deporte de las 16 cuerdas en Valencia. No eran demasiados, pero sí los suficientes. A última hora se cayeron del cartel dos reclamos importantes, Dani Bárez, por lesión, y Aritz 'El Chulito', todavía renqueante de su último pleito.

La música sonaba a todo trapo en un recinto que parecía otro solo iluminado por los focos del cuadrilátero y las luces de acceso a los vestuarios. Unas vallas de obra amarillas delimitaban la zona VIP, custodiada por vigilantes de seguridad a los que cualquier mente cabal evitaría llevarles la contraria. Los invitados más importantes ocuparon mesas con sillas de plástico y cenaron un menú que incluía bocadillos de jamón serrano y coca de llanda de postre. La cerveza y los cócteles se servían en vasos desechables mientras el ambiente se caldeaba. La primera y segunda fila estaban casi cubiertas. Se acercaba la hora. En las gradas superiores se acomodaban los colegas de los luchadores y algún abonado del Levante, para el que la entrada era gratuita. El promotor vigilaba que todo saliera según lo previsto. «Estamos listos, podemos empezar», se le escuchó decir por el micro que llevaba unido al pinganillo. Y el 'speaker', Agustín Alba, tomó la palabra.

Uno de los combates que se disputaron en el pabellón de Sedaví. Txema Rodríguez

Antes de las primeras batallas amateurs sonaron diez tañidos de campana en memoria de Pedro Davoli, boxeador aficionado que perdió la vida a finales del pasado mes de marzo en un accidente de tráfico. Solo tenía 24 años y muchas metas por cumplir. Acababa de estar en Toronto completando sus estudios de marketing. «Puta vida», se escuchó entre el público.

El segundo turno para salir a darse cera fue para Jordi 'El Terrible' Martínez, que viajó desde Albacete, y Leo Gómez, que ejerció como local. Ambos se dejaron en la lona todo lo que tenían y más, pero la atención del redactor y el fotoperiodista de LAS PROVINCIAS pasó de refilón por lo que sucedió en el cuadrilátero, se centró en las historias que se contaban fuera de las cuerdas. Allí estaba, por ejemplo, la novia de Leo, Sandra, que vive cada golpe que le dan a su chico como si los recibiera en sus propias carnes. Gritaba, se movía, esquivaba y se mordía las uñas. Llevan juntos cuatro años, desde que ella tenía 14. Le acompaña siempre que puede y le apoya en las buenas y en las malas. Tocó una de las segundas. Perdió a los puntos. Un resultado, a sus ojos, injusto. «Debería haber sido nulo», le dijo el deportista de 21 años a su pareja y también a su madre, que fue a animarle. «Ya lo sé, no pasa nada, la próxima vez será la tuya», le contestó la joven con una sonrisa angelical para regalarle como consolación un fuerte abrazo y un beso.

Leo Gómez y su pareja, Sandra. Txema Rodríguez

Tras acabar la romántica escena muchas miradas se dirigieron hacia una sombra enorme que poco a poco se acercaba a los vestuarios. Una vez a la luz se le pudo ver el rostro. Tenía cara de villano de película. De las de Bud Spencer y Terence Hill o cualquier filme de acción de aquella época. «¿Posas un segundo?», le pidió el fotógrafo. «¡Venga, rápido, que eres un lento!», le contestó el peleador con malas pulgas. Era el búlgaro Ilko 'El Guapo' Kirimov. Un alias simpático para un boxeador superpesado que cumplió con las expectativas. Se limitó a evitar que Dan Romero le noqueara como hiciera unos meses atrás en Cullera. Agarraba más que pegaba. Con la izquierda le bajaba la cabeza a su rival y aprovechaba para soltar la derecha. Se saltaba las normas, pero aún así gruñía al árbitro y volvía a la carga. «¡Qué sucio es! ¡No le deja!», gritaba desesperada Ainoa, la madre de Dan, un luchador de artes marciales mixtas (MMA) e hijo único que de vez en cuando mide sus cualidades en el boxeo. Está invicto.

Ilko 'El Guapo' Kirimov. Txema Rodríguez

'El Guapo' tiene 40 primaveras y pesa 127 kilos. Lleva apenas tres años practicando y aquella era su cuarta cita sobre el ring. «Hace lo que quiere, no atiende a su entrenador», se oía a pie de cuadrilátero. «Es un gigante con cabeza de niño», añadían. Podría ser perfectamente el padre de su oponente, que tiene 23. «Me da igual lo que digan los árbitros, no debería haber perdido», afirmó el búlgaro, cortante, con heridas en el pómulo, después de darse una ducha: «Adiós». Mara veía cómo se marchaba el adversario de su novio rumbo a Dénia. La joven no se había perdido un solo segundo de cada uno de los tres rounds que grabó además en directo para sus seguidores en redes sociales. Se enamoraron hace un año: «Pero pon en la noticia que llevamos toda la vida porque parece que sea así».

Mara y Dan Romero. Txema Rodríguez

Los combates sucedían y entre las mesas de los 'very important people' se paseaba una mujer rubia, treintañera, con el cuerpo tatuado casi por completo. María. Se movía sobre unos tacones de aguja que desafiaban la gravedad. Vestía un top color rojo y un pantalón vaquero corto, minúsculo. Era su estreno en una velada de boxeo. Al principio repartió publicidad entre los asistentes del Club Boxing Canal, organizadores del evento, y después centró todas las miradas cada vez que levantaba los carteles con los números de los asaltos en los combates profesionales. «Soy la chica del ring», desvelaba y entregaba el 'flyer'.

El árbitro José Flores y María, la chica del ring. Txema Rodríguez

Muchos la conocían en el reservado. De lunes a viernes trabaja en el restaurante que tiene su familia en el polígono industrial de Alaquàs y el fin de semana se convierte en Chiki, una de las componentes de la empresa Chicas Bala, encargada de «la representación de actrices, performance, gogós, strippers y modelos». Su especialidad es la de 'escupe fuegos'. «Iba a hacer el espectáculo aquí pero al final lo han suspendido. Para la próxima me han dicho que lo haremos. Esto es divertido. He boxeado y practico lucha. Me han contratado por mediación de una amiga y la experiencia está siendo muy buena», comentaba. Su pasión son los escenarios: «Dominar las llamas, la adrenalina del momento... el bar es para que mi madre esté tranquila. Hace un tiempo me pasé un mes en la UCI por haber inhalado mucho humo. No fui al médico, porque no me gusta, y resultó que tenía los pulmones muy afectados, pero ya estoy perfecta».

Además de María, varias camareras se movían arriba y abajo atendiendo a los exclusivos. Entre ellas, Mar, que se ganaba un sueldo extra al tiempo que descubría un mundo desconocido: «De normal suelo trabajar en una discoteca, pero una compañera me comentó que hacía falta gente y le dije que contara conmigo. Esto es nuevo para mí, está muy bien». No daba a basto. Hizo un alto y posó ante el objetivo como una maniquí profesional.

Fernando Esteso y Mar, una de las camareras que atendió en la zona VIP. Txema Rodríguez

Entre los que saludaron a la 'ring girl' y pedían copas a la mesera en el privado se encontraba un rostro muy conocido en nuestro país, el legendario Fernando Esteso. Casualidad o no, el actor, que se prodiga más por los campos de fútbol, se dejaba ver en el pabellón apenas dos días más tarde de que emitieran en La 2 una de sus míticas películas, 'Yo hice a Roque III'. Una parodia del Rocky de Stallone que cuenta cómo el valenciano, en el papel de Federico, consigue liar a un amigo gorrón -Andrés Pajares- para que acepte boxear contra Kid Botija, el campeón de España de los pesos welter, a cambio de una suculenta bolsa de dinero. Por allí también andaba el jugador del Levante Iván López, sin ficha en el equipo actualmente tras romperse la rodilla, y tampoco faltó el dueño de Levantina de Seguridad, José Luis Roberto, principal patrocinador de la velada. Un semidiós en esos lares.

'La Reina del Este', antes de saltar al ring. Txema Rodríguez

Si hay alguien que no olvidará nunca el pasado viernes 20 de abril esa es Yoana Georgiana, 'La Reina del Este'. La rumana, como María y Mar, debutaba. Reía nerviosa antes de pasar a ponerse los calzones y vendarse las manos. Se iba a medir a toda una subcampeona de España, la alicantina Alba García. «Tuve un pasado complicado y el boxeo me ayudó a apartarme de todo lo malo», señalaba ante la atenta mirada de Cristian, su novio y entrenador. «Está preparada», afirmaba el chico, púgil profesional, que se puso rojo al equivocarse sobre el tiempo que hace que comenzó su relación. Y todo salió rodado. Yoana, una joven simpática y agradecida por la oportunidad que se le presentó y porque un periodista le hiciera unas pocas preguntas, saltó al cuadrilátero a ritmo del grupo cubano Orishas. Se llevó los aplausos más sonados de la noche en su presentación y también al final de la contienda. Vencedora, tardó una hora en llegar a los vestuarios por la cantidad de gente que quería felicitarla y sacarse una foto con ella. «Y he pegado flojo por los nervios, porque pego más fuerte», reconoció con gesto pícaro.

Alba García (i) y Yoana Georgiana. Txema Rodríguez

Anunciaban más peleas y los árbitros se turnaban para poner orden entre los combatientes. ¿Cuánto cobrarán por estar un día como hoy en este sitio y a estas horas? José Flores, uno de los jueces, evitó revelarlo. Nunca ha boxeado aunque siempre le gustó. «He practicado otros deportes de contacto. Me llaman de la federación para arbitrar cada mes. Empecé en 2011», fue lo único que dijo. Por velada, según un entendido en la materia, los colegiados cobran poco más de 50 euros. Puro amor al arte.

Flores se perdía entre la gente y con él se cruzaba Enoc Solves. «Le llaman el duerme rusos», apuntaban. Como Dan, también se dedica a las MMA, aunque está un peldaño por encima de su amigo. Iba impecable, ni se despeinó en la disputa y clasificó para las finales del campeonato autonómico aficionado de los pesos pesados. Era de esperar. Dedicó gestos a la parroquia al estilo Mohammed Ali. Iba sobrado. Posó para la cámara presumiendo de bíceps. Se divirtió como un crío con zapatos nuevos. Eligió 'Paquito el chocolatero' para entrar en escena. El valenciano, de 33 años, se ha hecho un nombre importante durante la última década en el M-1 Global, una de las mejores competiciones internacionales de su disciplina habitual cuya sede está ubicada en Rusia. Se le respeta mucho.

El laureado luchador de MMA Enoc Solves y Arturo Mateu, boxeador amateur. Txema Rodríguez

La velada tocaba a su fin y también se acababan los relatos, aunque aún quedaba tiempo para escuchar un par más. El de José Francisco Reyes, un militar destinado en Zaragoza que solo puede entrenar en serio una vez a la semana allí mismo en Sedaví porque en el cuartel no tiene dónde ni con qué y que aún así mandó a la lona a Isaac Moscoso con un directo de izquierda al mentón.

Isaac Moscoso (i) y José Francisco Reyes. Txema Rodríguez

«Un ruso ha corrido con todos los gastos para que su boxeador, Islam Dumanov, pelee esta noche contra Ali Funeka, un campeón internacional que viene desde Sudáfrica. Un peleón, tío», comentaban dos chavales en la barra del fondo mientras esperaban a que les sirvieran sus refrescos. Sí. Fue un combatazo a ocho asaltos digno del Madison Square Garden de Nueva York o del Luna Park de Buenos Aires en el que acabó imponiéndose el de Moscú por decisión de los jueces. En un pueblo de l'Horta Sud de 10.000 habitantes.

Islam Dumanov (i) y Ali Funeka. Txema Rodríguez

Tres hombres que no hablaban ni 'papa' de castellano entraron apresurados en una de las dependencias donde se visten y calientan los deportistas. Eran los preparadores de la sueca Elin Cederroos. ¿Dé dónde sale esta chica? Uno de los técnicos explicó en inglés que conoce al promotor porque trabajó con él y acordaron particpar en el evento. «¡Pronto será la número uno del mundo!», añadió convencido. La historia de la púgil no tiene desperdicio. Después de jugar muchos años en la élite del fútbol femenino en Suecia decidió colgar las botas para enfundarse los guantes. Una segunda maternidad frenó sus inicios como profesional, donde solo lleva tres peleas. Suma 14 como aficionada.

Elin Cederroos antes (i) y después de su combate. Txema Rodríguez

«Mi marido Jonas fue balonmanista de élite. Nos gusta mucho el deporte», comentó. Es muy conocida en su país. Incluso ha participado en algún concurso de televisión tipo 'Gladiadores americanos', que se emitía en España en los noventa. Tiene cara de buena. Es tan encantadora cuando no pelea como letal sobre el cuadrilátero. «No olvides pasarme las fotografías», pidió con el móvil en la mano. Preguntaba por WhatsApp si sus pequeños estaban bien.

Elene Sikmashvili. Txema Rodríguez

La refriega de Cederroos con la georgiana Elene Sikmashvili duró muy poco. La solventó en los primeros segundos del primer asalto. «Entré al intercambio de golpes. Ella pareció molestarse y paré, pero volvió al cuerpo a cuerpo y le conecté un gancho con la izquierda en la ceja», narró. La dejó fuera de combate y con una brecha bastante fea. Tanto que se fue a casa con el morro torcido. Eso sí, entre los competidores ni atisbo de mal rollo. Todo lo contrario. Y con el éxito de Vicent Monzó, 'El León de Carpesa', se cerró el encuentro hasta la próxima. Será pronto.

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