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Juan Carlos del Toro, en Pampa Beach, en Canet, con dos de los 'food trucks' que gestiona. JESÚS SIGNES
25 años de vida nómada subido a una 'food truck'
Juan Carlos del Toro, cocinero

25 años de vida nómada subido a una 'food truck'

El valenciano se dedica a servir comida callejera sobre todo en verano, que es la temporada alta de un negocio en el que se metió porque le permitía combinar sus dos grandes pasiones, la cocina y los viajes

Domingo, 4 de agosto 2024, 00:27

¿Qué es lo mejor de trabajar en esta época del año?

La energía positiva que se respira.

¿Y lo peor?

El sol de frente.

A Juan Carlos del Toro siempre le gustó cocinar, pero también viajar, así que nunca vio claro lo de atarse a los fogones de un restaurante toda una vida. Cuándo él empezó, allá por el año 98, no había cultura callejera en España, pero este valenciano ya lo había visto en otros países, como México, Dinamarca, Tailandia o incluso en Francia. «Cuando empezamos ni siquiera había un registro sanitario para este tipo de negocios, y en Sanidad nos decían que lo que pedíamos no existía», explica este cocinero sentado en una de las mesas de Pampa Beach, un festival de 'food trucks' que estará instalado junto al paseo marítimo de Canet hasta septiembre.

Metido hace años a empresario con La Rodante, se le ve acelerado, habla con unos y otros y el móvil le parpadea sin parar, pero piensa cada respuesta con detenimiento. Canet es sólo uno de los puntos donde sus gastronetas están instaladas porque, como si fuera un feriante, para Juan Carlos el verano es la época de mayor actividad, así que toca conciliar como puede, y le acompañan Alma y Neo, sus hijos, el pequeño comiendo un trozo de pizza tras otro. «Están buenísimas», asegura el niño.

Y si Juan Carlos comenzó en ferias alternativas, pueblos en fiestas y festivales de música, hoy el panorama en el que se mueve es tan grande que, por ejemplo, ha dado de comer a 1.500 trabajadores de DHL en un evento organizado por la empresa de reparto o se ha instalado entre las bambalinas del Pirata Beach Festival de Gandia este mismo verano. «Estuvimos quince horas dando de comer a los músicos» de Zoo, SFDK, Mago de Oz o Trueno. También le llaman para bodas, cumpleaños, eventos privados…

Así, esos meses montará sus 'food trucks' en Canet, en El Puig o San Juan, también viaja a la Semana Grande de San Sebastián, se va de gira por pueblos de interior de la Comunitat como Jarafuel, Zarra o Teresa de Cofrentes, luego a Utiel, Enguera, Navarrés, Tavernes de la Valldigna… «Llegaremos a estar en once puntos a la vez», así que es normal que no se acuerde de todos los pueblos por los que va a pasar, y que tenga que dedicarle más tiempo a gestionar que a cocinar. «Lo echo de menos», asegura, aunque rápidamente cuenta cómo ha elaborado para uno de sus caravanas de comida un kebab muy español, con carne de vaca rubia madurada y pollo macerado que le ha quedado buenísimo. Porque Juan Carlos sabe que no hay para él otro mundo que no sea ofrecer comida, «siempre con ingredientes naturales y preparada con mucho amor».

De su trabajo, siempre ha tenido la sensación de ser un poco nómada, de vivir subido a una cocina ambulante. Adora la libertad, viajar todo el tiempo, conocer gente y pueblos distintos, y quizás por eso, al preguntarle de dónde es, Juan Carlos contesta que «en teoría, de Valencia, en la práctica, de por ahí».

Sin embargo, reconoce que el verano más bonito que recuerda es aquel de 2020 en que los eventos estaban prohibidos y lo pasó con su familia, sin mucho más que hacer que disfrutar de sus hijos, que están acostumbrados al trasiego. «De bebé, Neo iba en la mochila conmigo y lo conoce todo el mundo». Lo que peor lleva es precisamente una de las características intrínsecas de servir comida callejera, y es estar expuesto siempre a la climatología, por eso le encantan en invierno las ferias de muestras, «porque hay calefacción», ríe. Señala al chico que está detrás de uno de sus 'food trucks' en Canet, encarado al poniente. «Le da el sol a la cara toda la tarde», y sí, el calor extremo es para ellos un inconveniente, pero también los días de lluvia, donde hay que cerrar el chiringuito y esperar a que escampe porque la temporada es intensa pero corta.

Y sí, aunque el verano es la época en la que se concentran los eventos, Juan Carlos trabaja todo el año y sólo para en enero, cuando se coge vacaciones. Sí, sabe que en ese momento poca gente puede descansar, que los horarios del resto del mundo nunca coinciden con los suyos, pero no se ve metido en una oficina de 8 a 3 de lunes a viernes. Eso no es para él, pese a que a veces el cansancio le pueda. «Tengo que decir más veces que no», asegura, después de reflexionar para sí mismo que tiene que meterse más en la cocina, donde es feliz, y donde vive el presente con mayor intensidad. Aunque haga calor en verano y el sol dé de frente.

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