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Vuelo Nueva York - Sídney | El vuelo más largo del mundo aterriza 19 horas y 16 minutos después de despegar

El vuelo más largo del mundo aterriza 19 horas y 16 minutos después de despegar

Un Boeing de la aerolínea Qantas despegó el viernes de Nueva York y ha aterrizado este domingo en Sidney tras un histórico vuelo sin escalas

r. torre poo

Domingo, 20 de octubre 2019, 00:40

Subieron a bordo el viernes, en Nueva York y han aterrizado este domingo, 19 horas y 16 minutos después, en Sidney. De punta a punta del planeta, en avión y sin hacer escalas. Era el plan de las cuarenta personas que componen el pasaje del Boeing 787-9 Dreamliner que opera la compañía Qantas Airways. Un plan ambicioso que ha determinado que es factible (aún está por ver si también es rentable) poner en marcha esta ruta comercial en 2022.

El vuelo, que aterrizó a las 7.16 hora local (20.16 GMT del sábado) y cubrió una distancia total de 16.200 kilómetros, es el primero de los tres de prueba previstos con los nuevos Boeing 787-9s entre Sídney y Londres, y Sidney y Nueva York.

«Este vuelo supone un precedente realmente importante para la aviación. Es de esperar que se convierta en el avance de un servicio regular que acelerará la forma en que la gente viaje de un extremo del mundo al otro», declaró Alan Joyce, director ejecutivo de Qantas Group, en un comunicado de la aerolínea tras aterrizar en el aeropuerto de Sídney.

«Lo que ya ha quedado claro es cuánto tiempo podemos ahorrar. Nuestro vuelo regular desde Nueva York hasta Sídney con una parada (QF12) despegó tres horas antes que el vuelo directo, pero nosotros llegamos algunos minutos antes, lo que significa que ahorramos bastante tiempo al no tener que parar», añadió Joyce.

Experimento en el aire

Un total de 49 personas viajaron en el avión, seis de ellos voluntarios que estaban equipados con tecnología portátil para observar sus constante vitales y siguieron un plan de sueño, ingesta de comida y bebida, y de movimientos físicos diseñado para contrarrestar el desfase horario.

En la investigación, que es la primera de este tipo en el mundo y cuenta con la participación de científicos de la Universidad de Sídney y el gubernamental Centro de Investigación Cooperativa para la Vigilancia, la Seguridad y la Productividad, también se analizó la idoneidad de los servicios a bordo.

«Los vuelos nocturnos suelen comenzar con una cena y después se apagan las luces. Para este vuelo, comenzamos con el almuerzo y mantuvimos las luces encendidas durante las seis primeras horas para adecuarnos al horario del destino. Eso implica que uno empieza a reducir el desfase horario desde el principio», señaló Joyce.

Qantas planea operar vuelos comerciales directos a Nueva York y Londres desde la costa este australiana (Sídney, Melbourne y Brisbane) a partir de 2022.

La aerolínea australiana ofrece desde 2018 un vuelo directo de 17 horas entre Perth, en la costa oeste australiana, y Londres, que la aerolínea ya ha utilizado para obtener información sobre el impacto de trayectos de largo recorrido en pasajeros y tripulación.

El vuelo más largo sin escalas lo ofrece actualmente Singapore Airlines, que desde el año pasado enlaza el aeropuerto de la ciudad-estado con el de Newark, en Nueva Jersey (Estados Unidos) en 18 horas y media.

Así ha sido el experimento

«Es la nueva frontera de la aviación», advirtió Alan Joyce, consejero delegado de la aerolínea, antes de lanzar el guante a los fabricantes de aeronaves de larga distancia con el proyecto 'Sunrise' (amanecer). Técnicamente ya es posible, ahora solo falta comprobar si es saludable para los pasajeros que se han embarcado en esta aventura. Porque se trata de un vuelo de prueba. La tripulación y el pasaje harán de conejillos de Indias. Médicos del centro Charles Perkins de la Universidad de Sídney se encargarán de examinar y analizar su comportamiento y estado. Hay dos aspectos que les inquieta. El primero es medir la capacidad de los pilotos para mantenerse alerta durante casi un día entero. El otro es el famoso 'jet lag'. Un trastorno que afecta a millones de usuarios en todo el mundo y que se acentúa cuando se atraviesan tres husos horarios. Entre Estados Unidos y Australia cruzarán quince. Es un campo que está muy estudiado, sobre todo porque hay toda una industria alrededor para combatirlo que genera una cifra de negocio de 1.500 millones de dólares.

Varios son los aspectos que se han visto alterados los cuarenta pasajeros que surcan el cielo. El más destacado es el sueño, porque el cuerpo les seguirá funcionado de acuerdo a su reloj biológico, ajeno a si es de día o de noche. También sufre el corazón y se condiciona el metabolismo -está previsto estudiar la alimentación y su absorción-. Además, la falta de humedad en la cabina y la regeneración del aire es otro de los problemas. Para reducir los efectos nocivos, Boeing ha dispuesto de una aeronave especialmente diseñada. El espacio es mucho mayor, con zonas específicas para propiciar el movimiento de los pasajeros. La calidad del aire y sus puntos de difusión han sido mejorados. También ofrecerán aplicaciones específicas. 'Byebyejetlag' emite música que ayudará a reconducir los biorritmos para poder dormir. 'Timeshifter' les indicará, como hacen los relojes inteligentes que miden los pasos, cuándo deben caminar para estirar las piernas o cuál es la mejor hora para comer, beber o echarse una cabezada. Incluso utilizarán unas gafas similares a las de realidad virtual que recrearán anocheceres y amaneceres.

Los datos extraídos, una vez tomen tierra en Australia, serán analizados concienzudamente. A finales de mes está previsto otro viaje experimental a Sídney, esta vez desde Londres. Los vuelos de larga distancia se popularizaron en 2016, aunque el más largo hasta el momento se registró once años antes. Un Boeing 777-200 recorrió los 21.601 kilómetros que separan Londres de Hong Kong -por el Océano Pacífico- en 22 horas y 42 minutos. Treinta y cinco pasajeros fueron a bordo pilotados por la comandante estadounidense Suzanna Darcy-Hennemann. «Las 23 últimas horas han sido lo más fácil para poder llegar aquí», aseguró nada más llegar. «Con este vuelo hemos cambiado el mundo y el futuro de la aviación», declaró Boeing. No se equivocaba.

El anterior récord, a Singapur

16.700 kilómetros entre Singapur y Nueva York era hasta ahora el récord en vuelos comerciales. Lo logró el año pasado Singapore Airlines. Empleó 18 horas y 45 minutos para conectar los aeropuertos de Changi y Newark. 165.000 litros

El depósito de combustible del Airbus que unió Singapur y Nueva York tuvo que ser ampliado en 24.000 litros, hasta los 165.000. Las emisiones de dióxido de carbono constituyen una de las preocupaciones de las compañías, ya que se han elevado un 32% en los últimos cinco años.

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