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LUIS ALFONSO GÁMEZ
Lunes, 29 de agosto 2022, 01:08
Todo está preparado en Cabo Cañaveral (Florida) y Houston (Texas) para el regreso a la Luna 50 años después. El cohete más grande jamás diseñado se encuentra desde hace más de una semana en la plataforma 39B del Centro Espacial Kennedy, listo para el despegue. Con el lanzamiento de la misión Artemisa 1, programado para este lunes a las 14.33 horas, la NASA retoma los vuelos tripulados más allá de la órbita terrestre. Objetivo, la Luna. Esta vez no para llegar, tocar y volver, como hace medio siglo, sino para quedarse con la instalación de una base permanente, previsiblemente a principios de la próxima década. Si todo sale bien en esta primera misión -no tripulada- y en la siguiente -ya con astronautas- del programa Artemisa, una mujer se convertirá, no antes de 2025, en el decimotercer ser humano que pise otro mundo.
La conquista de la Luna fue el gran hito de la Guerra Fría. La Unión Soviética lanzó el 4 de octubre de 1957 el primer satélite artificial, el Sputnik, y, cuando en Washington todavía no se habían recuperado del revés, Moscú puso en órbita al primer humano, Yuri Gagarin, el 12 de abril de 1961. Con el país humillado, el presidente Kennedy se comprometió a llevar a un hombre a la Luna y traerlo de vuelta sano y salvo. «Hemos decidido ir a la Luna en esta década y hacer otras cosas no porque son fáciles, sino porque son difíciles», anunció en la Universidad de Rice (Texas) el 12 de septiembre de 1962. Después de doce misiones y tres muertos -los tripulantes del Apolo 1, al incendiarse la cápsula durante una prueba de despegue-, Neil Armstrong y Buzz Aldrin pisaron la Luna el 20 de julio de 1969 en la misión Apolo 11.
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Siguieron sus pasos otros diez astronautas hasta el Apolo 17. Eugene Cernan y Harrison Schmitt fueron los últimos humanos en la Luna, de donde despegaron el 12 de diciembre 1972. Y el programa Apolo, que había costado el equivalente a 158.000 millones de dólares de 2020 y en el que habían llegado a trabajar 400.000 personas, se canceló. No tenía sentido mantener tal esfuerzo: Estados Unidos ya había derrotado a la Unión Soviética en la carrera a la Luna. Desde diciembre de 1972, ningún humano ha pisado el satélite. El próximo será una mujer.
Hay nueve candidatas: Christina Koch, Jessica Meir, Anne McClain, Kate Rubins, Stephanie Wilson, Nicole Mann, Jasmin Moghbeli, Kayla Barron y Jessica Watkins. Aunque no es la única astronauta negra, por su experiencia -ha volado tres veces al espacio- Wilson parece la mejor colocada. La NASA quiere que en la tercera misión Artemisa viajen a la Luna la primera mujer y la primera persona de color. Ella cumple ambos requisitos.
Artemisa, la diosa griega de la caza gemela de Apolo, da nombre a un programa de vuelos tripulados cuyos orígenes se remontan a 2009, el primer año de mandato de Barack Obama, y el cancelado proyecto Constellation. Donald Trump ratificó en diciembre de 2017 el regreso humano al satélite como una prioridad de su Administración y, en mayo de 2019, la NASA rebautizó el programa como Artemisa, por su objetivo de llevar a la primera mujer a la Luna. Antes de que eso pase, habrá dos vuelos de prueba.
158.000 millones de dólares de 2020 costó el programa Apolo, que puso a doce hombres en la Luna entre 1969 y 1972.
En su siguiente configuración El cohete será el más potente y grande jamás construido, medio metro más alto que el Saturno V
El Reto Ningún ser humano se ha adentrado en el espacio más allá de 570 kilómetros desde 1972, y la Luna está a unos 384.000 kilómetros
En el que despega el lunes volarán juntos por primera vez el nuevo cohete y la nave Orión. El Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS, por sus siglas en inglés) es el cohete más potente y grande de la Historia. Mide 98 metros de altura, que llegan a los 111 con la nave Orión y el sistema de escape en lo alto. En total, medio metro más que el Saturno V diseñado por Wernher von Braun para las misiones Apolo. La cápsula tiene capacidad para cuatro astronautas, y su módulo de servicio -gracias al que se propulsa, que proporciona agua y oxígeno, donde se genera la electricidad...- es de fabricación europea.
Una de las prioridades de la misión es comprobar que el blindaje de la Orión resiste los 2.800 ºC a los que hará frente durante la entrada en la atmósfera, a unos 40.000 kilómetros por hora. A pesar de todas las pruebas hechas en tierra, no existe ninguna instalación donde puedan replicarse esas condiciones, más extremas que las de los viajes de regreso desde la Estación Espacial Internacional (EEI). Además, desde el lanzamiento hasta el amerizaje el 10 de octubre en el Pacífico, frente a las costas de San Diego, los ingenieros de la NASA controlarán todos los sistemas de propulsión, navegación y comunicaciones. «Será como una primera cita entre la nave y los técnicos de la misión», ha indicado desde Houston a este periódico el ingeniero valenciano Eduardo García Llama, director del equipo de control y guiado de la Orión. Será la hora de la verdad después de cientos de simulaciones y estudios en los que los técnicos se han enfrentado a diferentes problemas.
La Orión estará capitaneada por un maniquí, el Comandante Moonikin Campos, que debe su apellido a Arturo Campos, ingeniero eléctrico hispano cuyo papel fue clave a la hora de traer de regreso a la Tierra a la tripulación del Apolo 13 tras la explosión registrada en la nave. Vestido con el traje espacial que llevarán los astronautas, está equipado con sensores de radiación y otros para ver cómo reacciona el cuerpo humano a las aceleraciones y deceleraciones del viaje. El comandante -ocupará ese asiento- no estará solo. Le acompañarán Helga y Zohar, dos torsos femeninos apodados los fantasmas. Están hechos con materiales que simulan los huesos y los tejidos humanos, y los órganos de una mujer adulta, porque el organismo femenino es más sensible a los efectos de la radiación. Zohar llevará un chaleco antirradiación; Helga no.
Desde 1972, ningún ser humano se ha alejado de la Tierra más allá de los 570 kilómetros, hasta donde subieron cinco veces astronautas de la NASA para reparar el telescopio espacial Hubble entre 1993 y 2009. La Luna está mil veces más lejos que la EEI, a unos 384.000 kilómetros. Los astronautas de Artemisa no contarán con el abrigo de la atmósfera y la magnetosfera terrestres, así que la Orión ha sido diseñada para protegerles de la radiación del Sol y del resto del Cosmos. Los humanos que vuelvan a la Luna se expondrán a más de 150 veces más radiación que si estuvieran en la superficie de nuestro planeta.
Estamos a tres años de que una mujer deje su huella en la Luna, según la NASA. Será en el polo sur, donde ya se han elegido trece zonas para el aterrizaje. Sin embargo, a día de hoy, muchos expertos dudan de que volver a la Luna en 2025 sea factible. Además de las misiones Artemisa 1 y 2, el programa contempla la construcción de una estación espacial y de un módulo de aterrizaje. La estación Gateway, en órbita cislunar, será el punto de trasvase de los astronautas entre la Orión y el módulo lunar, la Starship de SpaceX. Pero Gateway no empezará a montarse hasta 2024. Cabe, no obstante, la posibilidad de que los primeros astronautas en viajar a la Luna pasen directamente de la Orión a la Starship, pero es que esta todavía no existe y el cohete que tiene que lanzarla todavía no ha volado. El primer vuelo de prueba del sistema formado por ese cohete y la Starship tendrá lugar entre el 1 de septiembre y el 1 de marzo, y no antes de 2024 habrá un ensayo general no tripulado del sistema, alunizaje incluido. ¿Demasiadas cosas para tan poco tiempo?
La cápsula de Artemisa 1 recorrerá 2,1 millones de kilómetros durante 42 días. Se acercará hasta 97 kilómetros de la superficie lunar y, en el punto más distante de su órbita, se alejará del satélite 64.000 kilómetros hacia el sistema solar exterior, 48.000 kilómetros más lejos que el Apolo 13 en abril de 1970. Ninguna nave tripulada humana se ha adentrado tanto en el espacio. Además, volverá de regreso a la Tierra en octubre. Si este ensayo general sale bien, en 2024 cuatro astronautas orbitarán 10 días el satélite en la misión Artemisa 2 y en la siguiente, una mujer pisará la Luna, nunca antes de 2025.
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