![Miguel Ricart estuvo en Valencia de paso antes de salir de España](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/pre2017/multimedia/noticias/201611/30/media/miguel-ricart-kZ5H-U21344230197oZC-490x490.jpg)
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Javier Martínez
Martes, 29 de noviembre 2016, 23:46
Desde que salió de la cárcel de Herrera de la Mancha en 2013, Miguel Ricart fue sometido a una discreta vigilancia por la policía. Así lo confirmó en su día el fiscal general del Estado, aunque el revuelo mediático que causó su excarcelación le obligó a huir de ciudad en ciudad. En el tren que cogió en Manzanares (Ciudad Real) para desplazarse a Jaén nada más salir de prisión, viajaban dos policías de paisano que siguieron al recién liberado para averiguar dónde iba a dar con sus huesos.
Ricart se apeó en Linares, donde hizo sus primeras declaraciones en libertad a un periodista del programa Espejo Público de Antena 3. «Mantengo lo que dije en su día. Soy una puta cabeza de turco. Tengo que demostrar que yo no fui», afirmó con su rostro oculto con un pasamontañas. «Lo que hicieron con esas chicas no tiene perdón de Dios», añadió mientras caminaba por una calle cercana a la estación de Linares.
Las palabras del exconvicto se difundieron en un informativo y la web de Antena 3. Era el avance de una entrevista que nunca se emitió. En los 50 minutos de conversación que mantuvo con un periodista, el expresidiario también habló de su pasado delictivo: «He infringido la ley, he cometido errores, he robado un banco, he robado mucho. Gilipollas... Pero de ahí a lo otro...»
Esa misma noche, Ricart fue trasladado a Madrid por dos reporteras de una productora. La polémica salpicó a Telecinco tras los rumores de que El programa de Ana Rosa estaba detrás de una exclusiva. Horas después, Mediaset afirmó que no daría «minutos de gloria televisivos a un asesino temido y repudiado» por una sociedad muy dolida por las excarcelaciones de presos que se beneficiaron de la derogación de la doctrina Parot.
Tras pasar por Córdoba, el exrecluso llegó a Valencia, donde estuvo unos 45 minutos aproximadamente en la estación de autobuses, y luego viajó a Girona. Allí volvió a pisar unas dependencias policiales para renovar su DNI, pero no pudo hacerlo porque no había pedido cita y le faltaba un documento. La noche del 12 de diciembre de 2013, el exconvicto cogió un autobús con destino a Francia, donde se perdió su pista, aunque pudo regresar a España días después. Así lo indica un billete de autobús que compró para realizar el trayecto París-Girona, según publicó el periódico El Punt Avui. Ricart podría haber alterado el orden de sus apellidos cuando cruzó la frontera. Aquellos días necesitaba pasar desapercibido. Ocultaba su cara. Cambiaba su aspecto. Mucha gente conocía su rostro con una calvicie incipiente al publicarlo en portada La Razón. «La cara del diablo», tituló este diario al día siguiente de la excarcelación de El Rubio, que se había dejado barba.
Salió de prisión con cerca de 2.500 euros después de trabajar dos años en el comedor de la cárcel. Tras varias días de acoso periodíostico, Ricart desapareció y su paradero actual es una incógnita. Su hija tampoco sabe por dónde anda o se esconde. Sin arraigo familiar ni social, El Rubio tiene muy poca gente que se apiade de él.
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