Sólo pasaron tres semanas del mes de enero antes de que el primer crimen del año conmocionara a Valencia. Fue la muerte por asfixia del canónigo Alfonso López, de 80 años ... , a manos de uno de los hombres que frecuentaba su vivienda. Junto a este caso, son 53 las víctimas de los homicidios perpetrados durante 2024 en la Comunitat, entre ellas siete mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas.
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Se trata de las peores cifras de la historia reciente en el peor de los delitos posibles, el del homicidio o asesinato consumado. El último de los casos es la muerte de Amine B., sepultado entre escombros en el fondo de un pozo de la Vila Joiosa. Fue hallado el 23 de diciembre y la Guardia Civil ha arrestado a una pareja que habitaba en la finca donde estaba el foso.
Es muy infrecuente superar el medio centenar de crímenes al año en la región, algo que sólo ha ocurrido en siete ocasiones desde la década de los ochenta. Según el portal estadístico de criminalidad, publicado por el Ministerio del Interior, el año pasado fueron 34 las personas asesinadas en nuestro territorio.
El Gobierno sólo ofrece datos hasta 2010. Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) da una mayor perspectiva histórica en sus series de defunciones por causas. Y hay que remontarse hasta el año 2005, en los albores del milenio, para encontrar una cantidad más alta que la de este año: fueron entonces 55 las personas cuyas vidas acabaron por agresiones en la Comunitat. El pico histórico se produjo en 2002 y fue descomunal: 75 homicidios.
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Las razones que llevan a este nuevo ascenso habría que buscarlas, por un lado, en una importante presencia de crímenes que responden al patrón de ejecuciones planificadas, como el asesinato del desertor ruso en la Vila Joiosa o la matanza a disparos de tres colombianos en El Saler (Valencia). De hecho, el arma de fuego está presente en once de los homicidios cometidos este año. Y se suma el caso de un hombre descuartizado en Alicante.
Y, por supuesto, otro factor: la violencia machista no se frena en medio del fracaso de una educación en igualdad de calado o la incapacidad de algunos hombres de asumir con naturalidad las rupturas sentimentales. Son estas conductas posesivas o los celos las que derivan, una vez más, en los casos de violencia de género. Repetimos la penosa cifra del año pasado: siete mujeres asesinadas. En uno de los casos, el ocurrido el 7 de junio en Benaguasil, el autor acabó también con la vida del hijo de la víctima, un joven de 26 años.
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En la Policía Nacional existe el convencimiento de que los homicidios responden, por lo general, a situaciones de azar en las que estalla un conflicto que acaba de manera fatal. Así lo expuso el inspector y jefe de homicidios de la Jefatura Superior de Valencia, en una reciente entrevista.
El mando policial no cree que los asesinatos que se producen en nuestra provincia respondan a factores climáticos o de otra naturaleza: «El crimen es simple oportunidad», razonaba. Eso sí, la inmensa mayoría se producen «en caliente», es decir, con tensiones en familias o entre conocidos o personas enemistadas que hacen estallar el homicidio.
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¿Qué está sucediendo en España? Con datos hasta el mes de septiembre, se aprecia que los crímenes descienden muy ligeramente, al pasar de 271 a 269 casos hasta esa fecha, según Interior. Por contra, la Comunitat ya marcaba al finalizar el tercer trimestre uno de los repuntes interanuales más pronunciados del país, de un 45%. Sólo está creciendo más este delito en Cantabria (pero porque pasa de 0 a 3 casos), y Extremadura (de 1 a 4 casos).
En contraste con el ascenso de homicidios en la región, los asesinatos están descendiendo en las regiones más pobladas como Madrid o Cataluña. En Andalucía sí hay un incremento del 8% muy alejado del grave ascenso que se aprecia en la Comunitat.
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El que ya es uno de los años más sangrientos en territorio valenciano deja otra cifra dolorosa. A pesar del elevado grado de resolución, hay ocho de los casos criminales en los que la Guardia Civil o la Policía Nacional aún no han practicado detenciones. Las familias aguardan justicia. Esto, aclaran investigadores de ambos cuerpos, tiene un matiz: «Casi siempre tenemos indicios de quién ha sido el autor, pero es necesario reunir las pruebas incriminatorias para que luego pueda sea condenado en el momento del juicio. Y eso puede tardar meses».
El primero de los casos criminales sin resolver es, posiblemente, el más complejo. Fue el 13 de febrero, en la localidad alicantina de la Vila Joiosa. Un joven desertor ruso, Maxim Kuzmínov, fue acribillado junto al garaje de su apartamento. La Guardia Civil investiga este crimen vinculado a la guerra en Ucrania y todavía no hay arrestos. En este caso, explican fuentes de la Benemérita, está marcado por la dificultad a la hora de recibir información por parte de los dos países en conflicto.
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Las balas tomaron de nuevo la actualidad el 27 de febrero. Fue entre los pinos de El Saler, en Valencia, con el crimen más atípico y sangriento del año: tres hombres de origen colombiano murieron abatidos a disparos en un caso con claros vínculos con el mundo del narcotráfico. La Guardia Civil busca aún a los autores, como confirmaron este jueves desde la Benemérita.
El tercer homicidio que sigue envuelto en el misterio costó la vida a Antonio G. R. en Faura. El hombre de 52 años, un jornalero del campo conocido como Toni 'El Rabasa', murió acuchillado y con un golpe en la cabeza en el municipio valenciano. Fue hallado sin vida el 31 de marzo junto a un bancal, en un camino agrícola. Al parecer, había estado de fiesta horas antes en una verbena del vecino municipio de Quartell.
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Tampoco hay detenciones todavía tras la muerte de la mujer francesa que pereció acuchillada en una autocaravana el 18 de julio. Este asesinato ocurrió en Alcossebre «y es la máxima prioridad para la Comandancia de Castellón, pero sigue aún en investigación», confirmaron este jueves fuentes de la Guardia Civil.
El quinto homicidio pendiente de resolver ocurrió el 1 de agosto, en Carcaixent. Petar Kasimirov, de 42 años, falleció de madrugada, después de recibir una docena de cuchilladas. Según su familia, había salido en busca de su hija adolescente para comprobar si estaba con una amiga o con un chico con el que había entablado una relación que Petar no veía con buenos ojos. La Guardia Civil de Valencia prosigue con las investigaciones, pero todavía no han trascendido arrestos.
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Mientras, el grupo de Homicidios de la Policía Nacional sigue trabajando en la resolución del único crimen pendiente en la ciudad de Valencia: la muerte de la mujer de 77 años a la que sus vecinos hallaron herida a golpes el 31 de agosto en el rellano de su casa del barrio de Ayora. Falleció días después por las graves lesiones Los agentes tienen una línea de investigación abierta y ahora continúan los trabajos para reunir pruebas de peso contra el sospechoso.
Los últimos dos casos con incógnitas respecto a su autoría son recientes. Ambos a disparos y ambos con las drogas como posible telón de fondo. El 17 de diciembre un hombre de 33 años fue ejecutado a disparos en la Vila Joiosa. Sólo un día después, sobrevino un crimen calcado y, en esta ocasión, segó la vida de otro de 39 en Rojales. Ambos casos son investigados por la Guardia Civil y todavía no se han producido detenciones.
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