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El único condenado por los asesinatos de las niñas de Alcàsser, el expresidiario Miguel Ricart, se enfrenta a una acusación de tráfico de drogas tras ser detenido como presunto miembro de un grupo que vende al menudeo cocaína, heroína y hachís en un narcopiso de Barcelona.
Nueve años después de liquidar su condena por el triple crimen, el delincuente sexual vuelve a dar con sus huesos en un calabozo por cometer un delito que nada tiene que ver con los horrendos asesinatos que conmocionaron en 1993 a España .
Un grupo de agentes de paisano llevaban dos semanas vigilando un narcopiso que explotaba un grupo de dominicanos en el barrio del Raval, y que era controlado, supuestamente, por Ricart y otro individuo, según publicó La Vanguardia.
La investigación policial fue asumida por la unidad regional de los Mossos d'Esquadra especializada en la lucha contra el tráfico de drogas, en estrecha colaboración con la Guardia Urbana, al tratarse de un punto de venta al menudeo de sustancias estupefacientes en la ciudad de Barcelona.
El delincuente de Catarroja merodeaba por la zona desde hace dos meses aproximadamente, hacía cola en un comedor social cercano, pedía ayuda en las parroquias y dormía en el narcopiso, donde consumía drogas.
El inmueble donde fue detenido el exconvicto es un foco de protestas vecinales por el trapicheo de drogas y trasiego de toxicómanos. Tras obtener la correspondiente orden judicial, los agentes de los Mossos d'Esquadra registraron el piso en la calle Aurora sobre las cinco de la tarde del martes y detuvieron a Ricart y otro hombre de origen nicaragüense, quienes abrían la puerta de la vivienda y atendían a los toxicómanos, según las investigaciones policiales.
Los delincuentes habían instalado dos cámaras de vídeo que enfocaban la entrada para detectar la posible presencia policial en el edificio. Los agentes antidroga confiscaron en el narcopiso 25 gramos de cocaína, varios gramos de heroína y hachís, 147 euros en efectivo, dos básculas, dos cámaras de vídeo y otros utensilios utilizados para adulterar y distribuir la droga. También denunciaron a tres toxicómanos que estaban consumiendo sustancias estupefacientes en la vivienda.
Los Mossos d'Esquadra consideran a Ricart y al otro individuo «los responsables del narcopiso» e investigan si el grupo de traficantes les pagaban con droga por las labores de control que realizaban, presuntamente, en la vivienda donde los toxicómanos compraban y consumían las sustancias estupefacientes.
Tras finalizar el registro, los agentes avisaron al dueño del piso para que recuperara su propiedad, ya que la vivienda había sido ocupada ilegalmente por la banda de delincuentes.
En cinco meses, la unidad antidroga de los Mossos d'Esquadra ha desmantelado 34 puntos de venta de drogas en Barcelona tras detener a 57 personas, una de ellas Ricart. El nuevo grupo policial, que fue creado en julio de este año, está formado por una quincena de mossos y se dedica a investigar la venta y distribución a pequeña escala de sustancias estupefacientes.
Aspecto demacrado
El aspecto del exconvicto es completamente diferente al que tenía tras su salida de prisión hace nueve años. Desaliñado y demacrado por el consumo de drogas y la mala vida que lleva en la calle, Ricart ahora está más delgado, tiene el pelo corto y lleva gafas. La droga que recibía por controlar el narcopiso era para su consumo, según las investigaciones.
Los policías trasladaron a los dos hombres a los calabozos de la comisaría de los Mossos, donde pasaron la noche a la espera de su traslado al juzgado de guardia. Los dos detenidos están acusados de un delito de tráfico de drogas, según han confirmado fuentes de los Mossos d'Esquadra.
Esta es la primera detención de Ricart que haya trascendido desde que liquidó su condena por el triple crimen de Alcàsser, ya que en Madrid fue identificado, hace ahora casi dos años, también en un narcopiso controlado por un grupo de dominicanos, pero no fue arrestado ni acusado de ningún delito.
Desde que salió de la cárcel de Herrera de la Mancha en 2013, el expresidiario fue sometido a una discreta vigilancia por la policía, según confirmó en su día el fiscal general del Estado. El revuelo mediático que causó la excarcelación de Ricart le obligó a huir de ciudad en ciudad. En el tren que cogió en Manzanares (Ciudad Real) para desplazarse a Jaén nada más salir de prisión, viajaban dos agentes de paisano que siguieron al recién liberado para averiguar dónde iba a dar con sus huesos. Días después, la Policía perdió la pista del delincuente sexual en Francia.
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