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Miguel Ricart, a su salida de prisión. JESÚS SIGNES
Crimen de las niñas de Alcàsser | El asesino de Alcàsser Miguel Ricart, detenido en un narcopiso del Raval de Barcelona
CRIMEN DE ALCÀSSER

El asesino de Alcàsser Miguel Ricart, detenido en un narcopiso del Raval de Barcelona

El único condenado por el triple crimen de Alcàsser frecuentaba la zona desde hacía varias semanas y estaba siendo investigado por los Mossos

Javier Martínez

Valencia

Miércoles, 21 de diciembre 2022, 17:40

El único condenado por el triple crimen de las niñas de Alcàsser, Miguel Ricart, ha vuelto a dar con sus huesos en un calabozo nueve años después de que saliera de la cárcel de Herrera de la Mancha. Los Mossos d'Esquadra detuvieron el martes por la tarde al exconvicto en una operación contra el trapicheo de drogas en el barrio del Raval en Barcelona. 

Varios agentes de paisano llevaban dos semanas realizando indagaciones sobre un narcopiso que explotaba un grupo de dominicanos y que era controlado, supuestamente, por Ricart y otro individuo, según ha publicado La Vanguardia.

La investigación fue asumida por la unidad regional de los Mossos d'Esquadra especializada en la lucha contra el tráfico de drogas, en estrecha colaboración con la Guardia Urbana, al tratarse de un punto de venta al menudeo de sustancias estupefacientes en la ciudad de Barcelona.

El delincuente de Catarroja merodeaba por la zona desde hace dos meses aproximadamente y era una de las personas que hacía cola en un comedor social cercano y pedía ayuda en las parroquias.

El inmueble donde fue detenido el exconvicto es un foco de protestas vecinales por el trapicheo de drogas. Tras obtener la correspondiente orden judicial, los agentes de los Mossos d'Esquadra registraron el piso en la calle Aurora sobre las cinco de la tarde del martes y detuvieron a Ricart y otro hombre de origen nicaragüense, quienes abrían la puerta de la vivienda y atendían a los toxicómanos, según las investigaciones policiales.

Los delincuentes habían instalado dos cámaras de vídeo que enfocaban a la entrada para detectar la presencia policial en el edificio. Los agentes antidroga confiscaron en el narcopiso 25 gramos de cocaína, varios gramos de heroína y hachís, 147 euros en efectivo, dos básculas, dos cámaras de vídeo y otros utensilios utilizados para adulterar y distribuir la droga. También denunciaron a tres toxicómanos que estaban consumiendo sustancias estupefacientes en la vivienda.

Los Mossos d'Esquadra consideran a Ricart y al otro individuo «los responsables del narcopiso» e investigan si el grupo de traficantes les pagaban con droga por las labores de control que realizaban, presuntamente, en la vivienda donde los toxicómanos compraban y consumían las sustancias estupefacientes.

Tras finalizar el registro, los agentes avisaron al dueño del piso para que recuperara su propiedad, ya que la vivienda había sido ocupada ilegalmente por la banda de delincuentes.

El aspecto del exconvicto es completamente diferente al que tenía tras su salida de prisión hace nueve años. Desaliñado y demacrado por el consumo de drogas y la mala vida que lleva en la calle, Ricart ahora está más delgado, tiene el pelo corto y lleva gafas.

Los policías trasladaron a los dos hombres a los calabozos de la comisaría, donde han pasado la noche a la espera de su trasladado al juzgado de guardia. Los dos detenidos están acusados de un delito de tráfico de drogas, según han confirmado fuentes de los Mossos d'Esquadra.

Esta es la primera detención de Ricart que haya trascendido desde que liquidó su condena por el triple crimen de Alcàsser, ya que en Madrid fue identificado, hace ahora casi dos años, también en un narcopiso controlado por un grupo de dominicanos, pero no fue arrestado ni acusado de ningún delito. En aquel momento, la Policía puso fin a siete años de anonimato de Miguel Ricart Tárrega.

Una patrulla de la Policía Nacional identificó al expresidiario en un edificio okupa del distrito de Carabanchel, donde un grupo de toxicómanos se refugiaba del frío después de que la borrasca Filomena cubriera de nieve amplias zonas de la ciudad de Madrid.

Ricart mostró entonces su DNI a uno de los agentes cuando se le requirió su documentación, el policía comprobó que no tenía ninguna orden de búsqueda y el exconvicto se quedó dentro de la finca.

La Policía Nacional realizaba controles rutinarios para identificar a las personas que ocupaban de forma ilegal este inmueble madrileño de la calle José Garrido, ya que algunas de ellas tenían reclamaciones judiciales. De hecho, en ese edificio okupa se habían producido anteriormente varias agresiones, una de ellas acabó incluso con un herido grave por una puñalada en el pulmón.

En aquella ocasión, Ricart se encontraba con una mujer toxicómana cuando varios agentes entraron en el edificio y les pidieron que se identificaran. El expresidiario vestía un mono y les dijo que acababa de terminar de trabajar. Como no se tenía ninguna órden contra él en ese momento, el asunto finalizó ahí.

Sin embargo, esta vez sí ha sido arrestado por su presunta implicación en el trapicheo de drogas que los Mossos d'Escuadra habían detectado en el narcopiso. La mayoría de las personas que frecuentan este tipo de inmuebles consumen heroína o cocaína.

En estos enclaves suelen malvivir toxicómanos y traficantes de drogas y, por tanto, el trasiego es continuo. Tampoco es extraño que se produzcan peleas, lo que ocasiona problemas a los vecinos que viven en estos focos de delincuencia y conflictividad.

El crimen más oscuro

El 27 de enero de 1993, dos apicultores valencianos subieron a la montaña para trabajar en sus colmenas y en el camino descubrieron el brazo semienterrado de una joven en avanzado estado de descomposición. El viento, la lluvia y los animales habían revelado una fosa con los cadáveres de las tres niñas de Alcàsser.

El 13 de noviembre de 1992, Miriam, Toñi y Desirée se metieron en la boca del lobo cuando hicieron autoestop para ir a la discoteca Coolor de Picassent y subieron, sin saberlo en ese momento, a un coche ocupado por dos violentos delincuentes. Según la sentencia del caso Alcàsser, Anglés y Ricart llevaron a las niñas de 14 y 15 años a una casa en ruinas en el paraje de La Romana en Tous, donde las ataron, torturaron y agredieron sexualmente; y a la mañana siguiente, Anglés asesinó de un disparo en la cabeza a las menores y las enterró con la ayuda de Ricart en una fosa que habían cavado tiempo atrás para esconder una moto robada.

La detención de Ricart se produce meses después de que el Juzgado de Instrucción número 6 de Alzira ordenara nuevas pruebas genéticas para tratar de extraer ADN de medio centenar de pelos hallados en la escena del crimen.

El magistrado que recibió el traspaso de la causa autorizó las pruebas forenses después de que una asociación de criminólogos se personara como acusación popular y revisara el sumario. En el juicio quedó probada la participación de Ricart en las violaciones y asesinatos de las niñas, aunque los investigadores no hallaron restos de ADN de él en la escena del crimen.

 

La incesante huida hacia ninguna parte del exconvicto

Miguel Ricart fue sentenciado a 170 años de cárcel el 5 de septiembre de 1997 por el secuestro, tortura, violación y asesinato de tres adolescentes de catorce y quince años; Miriam García, Desirée Hernández y Toñi Gómez.

Sus cuerpos fueron encontrados enterrados el 27 de enero de 1993 en un paraje montañoso de la localidad de Tous. Con la 'doctrina Parot', su sentencia se redujo a 21 años y salió de prisión en 2013.

Desde entonces su huida hacia ninguna parte ha recalado en Linares, Córdoba, Barcelona, Valencia (aunque sólo estuvo dos horas en la estación de autobuses), Girona, Francia y Madrid. La noche del 12 de diciembre de 2013, el exconvicto cogió un autobús con destino a Francia, donde se perdió su pista, aunque pudo regresar a España días después.

Miguel Ricart, con el rostro cubierto, junto a un funcionario al abandonar la cárcel de Herrera de La Mancha en noviembre de 2013. JESÚS SIGNES

Cuando salió de la cárcel de Herrera de la Mancha, Ricart fue sometido a un discreto control por parte de las fuerzas de seguridad. El revuelo mediático que causó su excarcelación, el 29 de noviembre de 2013, fue tremendo.

«Mantengo lo que dije en su día. Soy una puta cabeza de turco. Tengo que demostrar que yo no fui». Esta fue la primera declaración que hizo a un periodista tras su salida de la cárcel.

Desde entonces, Ricart ha tratado de mantenerse siempre en el anonimato, oculto en innumerables ocasiones bajo un pasamontañas, para evitar ser reconocido. En alguna ocasión, ha cambiado incluso el orden de sus apellidos para adquirir billetes de tren. Pero sus ganas de pasar inadvertido han chocado con sus visitas y estancias en narcopisos.

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