Hallan siete cadáveres en un garaje de La Torre

Una densa capa de barro recubre el barrio de La Torre de Valencia. La zona de la capital que ha visto la tragedia de cerca. En uno de los garajes, los efectivos han hallado este jueves siete cuerpos sin vida que hasta el momento no habían logrado rescatar. Vecinos que bajaron al lugar para cerciorarse del estado en el que se encontraban sus vehículos. Pero la tromba de agua no tuvo piedad.

Aquel garaje se convirtió en una trampa mortal. Ninguno de los vecinos que bajó para revisar cómo estaba su coche volvió a subir por el ascensor. El precinto policial rodea la puerta del lugar del terror. Muchos vecinos de la zona prefieren guardar silencio. No hay palabras ante una desgracia similar. Se detienen a observar cómo los efectivos retiran los restos mortales del lugar con caras de horror. En la calle impera un silencio desolador.

El garaje estaba completamente anegado por el agua que entró cuando su puerta se rompió con la fuerza de la corriente, dos sótanos, cerca de ochenta plazas de garaje según los vecinos. Poco a poco, los bomberos fueron vaciando el agua del interior. Y descubrieron una escena desoladora: siete víctimas mortales. El lugar de la tragedia un bajo de la calle Mariano Brull de La Torre. No es el único garaje en el que se han encontrado víctimas. En otros lugares, bajos, de distintos municipios también se han lamentado pérdidas humanas.

En La Torre, la angustia del trágico suceso se alargó durante varias horas. A pesar de que las primeras víctimas se descubrieron durante las primeras horas de la mañana, no fue hasta cerca de las 14 horas cuando llegó hasta el lugar la médico forense, cuando todavía los bomberos estaban sacando agua de los sótanos. Una vez allí, junto a buzos de la Guardia Civil, varios efectivos entraron junto a la médico para identificar a las siete personas fallecidas.

La identidad de una de ellas ya era conocida: Rubén Lima, un policía local. Su padre mandó un mensaje rogando que lo encontraran aunque, tras más de 24 horas desaparecido, tenía asumido que sólo hallarían su cadáver. Tras encontrar los cuerpos, fueron dos furgonetas de los servicios funerarios las que los almacenaron para trasladarlos bajo la atenta mirada de los vecinos que se asomaban al lugar. La policía cubrió el escenario con recelo. Mantuvo el respeto por los fallecidos, impidiendo que los viandantes vieran los cuerpos. Con los pocos elementos que tenían a mano, tapaban la salida del garaje. El horror no dejó indiferente a nadie. Incluso los policías estaban visiblemente emocionados. Algunos no podían contener las lágrimas mientras veían la desesperación de las personas que ayudaban a limpiar. Entre palas, escobas y todo lo que encontraban, pudieron despejar la calle que confluye con el garaje afectado. Una labor que ayudó a los bomberos a poder acceder más fácilmente con los camiones que transportaban las bombas de agua y las mangueras para poder secar la zona.

Conforme transcurría el tiempo eran más los curiosos que se concentraron en la cinta policial. Algunos de ellos, temiendo que alguno de sus amigos que estaban desaparecidos estuviera en aquel garaje. Unas sospechas que algunos confirmaron, dándose de bruces con cómo los efectivos rescataban el cadáver de alguno de sus seres queridos. Todos ellos estaban cubiertos de barro. Desde que el clima lo permitió, se han dedicado a limpiar como fuera sus viviendas. Aun así, al conocer que había siete víctimas mortales en aquel bajo, todos dejaron sus labores para saber si conocían a las víctimas. Especulaban sobre el número de personas que podía haber en el interior del garaje: «Hay ochenta plazas, espero que no haya más muertos…», decían entre ellos. Finalmente fueron siete las víctimas que perecieron.

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