Un cazador halla en una acequia el cadáver de la joven de 19 años desaparecida en Albal

Trágico final para la joven de 19 años desaparecida cuando ejercía la prostitución en Albal. Un cazador localizó ayer por la mañana el cuerpo sin vida de Florina G., la rumana a la que se buscaba desde principios de enero con la sospecha de una desaparición de índole criminal. La víctima yacía en una de las acequias que discurren entre Silla y la Albufera, flotando y en estado de descomposición. Un nuevo crimen cuya autoría indaga ahora la Guardia Civil.

El rastro de Florina G. se perdió el pasado 8 de enero, en Albal, en circunstancias muy preocupantes. Según las investigaciones de la Guardia Civil de Valencia, la joven murió el mismo día que desapareció, tras subir al coche de un cliente en un camino situado junto a la pista de Silla y bastante cercano al lugar en el que finalmente ha aparecido ya sin vida. Fue sobre las 9 horas cuando el aficionado a la caza se topó con el macabro hallazgo junto al camino de l'Alter. Primero avisó a la Policía Local. Los agentes, tras comprobar los hechos, avisaron a la Guardia Civil.

La víctima estaba vestida y su cuerpo flotaba en la acequia. Un equipo de buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil extrajo el cadáver del agua con sumo cuidado para no tocar o destruir posibles pruebas.

Los agentes del Grupo de Homicidios y del Servicio de Criminalística de Valencia realizaron una minuciosa inspección en el canal y sus alrededores. Después, el cuerpo fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Valencia para la autopsia. El cadáver se encontraba en estado de descomposición. Dos tatuajes posibilitaron la rápida identificación: una corona en la mano derecha y una frase en su idioma en el pecho. Llevaba, además, la misma ropa descrita en su denuncia de desaparición.

Fue una compañera de piso de la víctima quien denunció la desaparición ante la Guardia Civil de Alfafar. La víctima había quedado en verse con ella sobre las diez de la noche para regresar juntas a su domicilio en la Pobla Llarga, pero Florina no se presentó.

«Ella no vino y yo me fui. Muchas noches cogemos un taxi y otras nos lleva a casa algún cliente. Creía que llegaría más tarde o me llamaría por teléfono, pero no lo hizo y empecé a preocuparme», manifestó la prostituta. «Florina memorizaba las matrículas por si luego había problemas. Yo también lo hago antes de subir al coche», añadió. Los investigadores del Grupo de Homicidios han localizado una grabación de una cámara en la que se aprecia cómo la joven sube a un coche blanco, pero las imágenes no son nítidas y no permiten distinguir la matrícula.