Las cinco horas tras el atropello a un menor en la Ronda Nord de Valencia: así fue la huida del detenido

Mientras un niño se debate entre la vida y la muerte, Ángel C. vuela por las carreteras que abrazan Valencia como nudos de raíces. Es la tarde del domingo 19 de mayo. Mientras Policía Local, ciudadanía y medios de comunicación se alían para encontrar un BMW gris que ha perdido el espejo retrovisor delantero tras arrollar a un menor de 6 años en la Ronda Nord, el presunto culpable está en paradero desconocido hasta que vuelve a una casa que ocupaba en Cerdà casi cinco horas después del atropello. Allí entra al garaje derrapando, los bajos contra el asfalto, y deja el coche, con la esperanza de que el tema se enfríe. No fue así.

Ángel C., acusado de delitos de lesiones, homicidio en grado de tentativa por imprudencia grave, omisión del deber de socorro y abandono del lugar del accidente, espera en la cárcel estos días mientras la investigación policial avanza. La labor del grupo de Homicidios de la Policía Nacional y de la Policía Local de Valencia arroja luz, lentamente, sobre lo ocurrido en aquella tarde de mayo tras encontrar el vehículo en el garaje de un edificio en el que el detenido no tiene vivienda, pero donde sí ocupaba ilegalmente un piso. Su intención, de hecho, era que fuera más complicado encontrarle, al no contar con documentación alguna que le relacionara con ese piso.

El atestado recoge que Ángel C. condujo a gran velocidad por la Ronda Nord, saltándose la línea continua, adelantando en el túnel de Hermanos Machado, hasta que en el cruce con el Camino de Moncada entró en el carril bus para adelantar a coches parados en el paseo de peatones con la intención, presuntamente, de saltarse el rojo. Es lo mismo, por cierto, que haría instantes más tarde, en el siguiente paso, tal como se ve en el vídeo que la Policía Local desveló ese domingo.

Cuando rebasó el paso de peatones del cruce como Camino de Moncada, era el final de la fase verde y el menor, acompañado por un familiar, se afanaba en cruzar la carretera. El BMW apareció de la nada, por un carril por donde en teoría no debería circular, y se lo llevó por delante, tal como ha podido saber este diario. Fue entonces, como se sabía, cuando perdió el espejo retrovisor izquierdo, dato que fue clave para que testigos lo identificaran hora más tarde. No se detuvo: estuvo en paradero desconocido hasta que volvió a casa a eso de las 20.45 horas, según indican las diligencias policiales.

Según las indagaciones policiales, el investigado, que se ha negado a que le recojan muestras biológicas para poder discernir si es el conductor del BMW que, eso sí, está a su nombre, dejó la relación que le unía a su expareja ese mismo día. Así lo confirmó ella, que le denunció por malos tratos dos días después del atropello. La Policía Nacional catalogó a la víctima como de riesgo extremo y la acompañó a casa de un familiar. En la denuncia, la mujer aseguró que Ángel C. le amenazó con «clavarla» mientras blandía un cuchillo. «No chilles, no chilles, que vienen los payos», exclamó el detenido en referencia a la Policía, siempre según la declaración de la expareja. En una ocasión, relató ante los agentes, la tiró por las escaleras en presencia de las hijas menores del agresor, por lo que tanto ella como los policías temían por su vida.

Ángel C. tenía, en el momento en que se entregó ante la Policía Local de Valencia días después del siniestro, cuatro requisitorias judiciales. Se trata de un viejo conocido para los cuerpos policiales de la ciudad, dado que cuenta con 31 detenciones, la mitad de ellas siendo menor, por delitos como hurto o lesiones. Además, fue arrestado también en tres ocasiones por la Guardia Civil. Ahora, la Policía Local se afana en intentar discernir a qué velocidad concreta circulaba el vehículo, al que las cámaras de la Ronda Nord y las carreteras de circunvalación de Valencia capturaron esa misma tarde circulando a gran velocidad: en una de las imágenes de las diligencias policiales se ve el coche tomando una curva, con el espejo retrovisor en el suelo, ya desprendido del coche, instantes después del siniestro que dejó al menor debatiéndose entre la vida y la muerte.

Para ello, el equipo de Atestados de la Policía Local de Valencia, especializado en la investigación de siniestros de tráfico, visiona las cámaras y las marcas en el asfalto, así como las declaraciones de los testigos. Mediante cálculos matemáticos son capaces de descubrir a qué velocidad circulaba en el momento del atropello, lo que será clave para la calificación judicial final.

El momento del siniestro, que debió de ser dramático, contó con testigos. Dos de ellos, una pareja que paseaba por la zona y estaba parada en el paso de peatones en el momento del atropello. «Vimos un niño y un adulto, que llevaba al niño de la mano y un patinete en la otra. Mientras cruzaban el paso de cebra apareció un coche gris oscuro que se saltó el semáforo y atropelló al niño», indicaron ante los agentes. «No hizo intención de parar, huyó a gran velocidad», aseguró la pareja. El hombre fue a atender de inmediato al niño herido. «Los zapatos del niño y el patinete los tenemos en el maletero de nuestro coche», aseguraron a los agentes en el relato posterior.

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