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Los grandes narcos sudamericanos pensaban que la vigilancia en España ante la entrada de droga iba a ser menor durante el confinamiento tras el estado de alarma. Y lo aprovecharon para introducir toneladas de cocaína por el puerto de Valencia. Pero se equivocaron y han perdido en los últimos meses 3.800 kilos confiscados en operaciones de la Policía Nacional y la Guardia Civil. El estupefaciente estaba oculto en paquetes de folios, sacos de azúcar, pulpa de piña y, lo más sorprendente, el fuselaje de un helicóptero. En total hay 11 arrestados españoles, holandeses y de Costa de Marfil.
Las investigaciones se han desarrollado entre abril y los últimos días, gracias a la información transmitida a España por agencias internacionales antidroga. Sugerían un posible incremento en la llegada de contenedores con droga aprovechando el gran auge en los envíos marítimos y el convencimiento de que las urgencias de la pandemia iban a reducir los controles.
Una de las operaciones más fructíferas fue contra una organización que traía la droga escondida en nueces, azúcar y en el armazón del helicóptero. En el fuselaje había mochilas con 250 kilos de droga en un envío procedente de Chile y que recaló en la República Dominicana. En el caso de las nueces, la banda utilizaba el método del 'gancho ciego', escondiendo la droga sin conocimiento del importador para luego recuperarla en asaltos al contenedor en el puerto de destino.
Otra de las organizaciones investigadas envío un contenedor al puerto de Valencia desde Brasil. En este caso emplearon el método conocido policialmente como 'empresa a empresa'. «Se fleta una mercancía en la cual se esconde la droga aparentando una importación legal entre dos empresas del mismo sector», detallan los investigadores. En este caso, la droga se camuflaba entre paquetes de folios. Dos de los arrestados eran colaboradores de esta banda de narcos.
El martes se descubrió uno de los alijos más voluminosos: 1.862 kilos de coca en un contenedor procedente de Costa Rica. En este caso, el transporte se torció por un error de los traficantes. El contenedor donde viajaba la droga acabó depositado en el camión de un transportista distinto al que tenían 'comprado' para su colaboración con la banda. Cuando se dieron cuenta del desastre que se les avecinaba optaron por amenazar al hombre para que llevara la mercancía ilegal a un destino convenido. Pero el hombre se asustó, huyó y denunció los hechos, lo que permitió descubrir el alijo escondido entre pulpa de piña.
Las investigaciones han corroborado que hay trabajadores con acceso al puerto, en ocasiones camioneros, que están colaborando con los traficantes en el «rescate o recuperación» de partidas de droga.
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