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Es hoy, con la luz del día, cuando se aprecia la tremenda y dolorosa magnitud del fuego en el edificio de Campanar. Por el momento, los bomberos no temen que la estructura colapse, pero ¿cuál será el futuro del esqueleto de la que ya es una de las mayores tragedias de la historia de la Comunitat? ¿Habrá que demoler?
Los bomberos, centrados en la extinción, todavía no pueden valorarlo. Un experto de la Universitat Politécnica de València (UPV) no lo descarta. «Yo no veo que, tal y como ha quedado y con semejante tragedia, se pueda rehabilitar y reocupar o revender», estima.
Es la valoración de Antonio Hospitaler, catedrático del Departamento de Ingeniería de la Construcción y Proyectos de Ingeniería Civil. «No obstante, habrá que esperar al informe técnico, que lo dirá todo», destaca.
«Se trata de un fuego severo y, a la vista de las primeras imágenes, pienso que puede haber algo de daño estructural», detalla. Desde su conocimiento, el hormigón «aguanta mejor que las estructuras metálicas, pero estamos hablando de un calor muy prolongado en el tiempo y eso influye», destaca. Es, ejemplifica, «cocer a fuego lento». Pero el daño real lo conoceremos «cuando se analicen las muestras y se compruebe cómo han cambiado la propiedad de los materiales».
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Otro factor que apunta es el «enorme deterioro exterior y de todos los elementos no estructurales». Es decir, se ha quemado todo lo que no es el armazón «y realmente todo eso es más caro que la estructura». Se refiere a los revestimientos de las fachadas, los acabados, los cableados. «Todo eso ha quedado inservible de manera bastante evidente», expone.
En cuanto al futuro del edificio a tenor de los daños observados también se ha pronunciado Iván Cabrera, director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV: "Depende del alcance de los daños que aún está por evaluar, pero la verdad es que este fuego se alargó bastante y tanta duración hace albergar pocas esperanzas de mantener la estructura de primer piso hacia arriba".
Según Hospitaler, «Incendios de esta naturaleza con una propagación de fuego por fachada puede haber como cinco al año en todo el mundo. Y ahora nos ha tocado a nosotros», lamenta. Pero Hospitaler tranquiliza: «El código técnico de edificación es de 2019 y ya fija el uso de materiales no combustibles para este tipo de usos». Son, en definitiva, «materiales más seguros en exterior de la fachada».
Pero hace tres décadas no existían estas cautelas. Y lanza un consejo desde la experiencia: «Es realmente difícil que confluyan todos los factores de viento y efecto chimenea para que se produzca algo como lo de Campanar. No obstante, las autoridades deberían plantearse revisar cuántos edificios con este tipo de fachadas hay en Valencia y, al menos tenerlos, localizados, controlados». Y los hay, «pero no quiero señalar», mantiene.
Hospitaler también se refiere al gran potencial térmico del alumino, otro elemento presente en las planchas de la fachada. «Sometido a calentamiento produce una reacción química y un efecto exotérmico». Es decir, un calor adicional que se sumó a la veloz propagación del siniestro.
El siniestro ha causado una honda conmoción en el seno de los técnicos y profesores de la UPV. Otro de los expertos que ha valorado el desastre de Campanar es Rafael Royo, miembro de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial y perteneciente al departamento de Termodinámica Aplicada.
«El aislamiento de los edificios es fundamental para ahorrar energía y para conseguir confort», señala. Pero ese aislamiento «tiene que ser neutro ante el fuego y eso ya se aplica en la actualidad». Lo importante, agrega Royo, «es hacer bien las cosas». Los edificios deben de aislarse «de una manera correcta, lo que no se puede es utilizar una mala solución o intentar ahorrar tiempo», agrega como claves.
Las últimas informaciones apuntan a que el material aislante de la fachada de Campanar era lana de roca y no poliuretano. Según Royo, en el fuego de Campanar hubo «cuatro factores fundamentales», a tenor de los primeros análisis de bomberos. «El tipo de material, que hizo un viento racheado muy fuerte y también la utilización de grandes ventanales acristalados que cuando rompen permiten que el fuego entre en las viviendas. Y cuarto, "el famoso material para las paredes que lleva cartón. Y no quiero decir el nombre".
Todo ese conjunto de factores constructivos «hace que las fachadas rápidamente se quemen porque es el mismo material que se usa ahora mismo en las Fallas». Y todo ello «hace que el fuego penetre en el interior de las viviendas», como sucedió este jueves provocando en horror. Y agrega Royo: "Lo que no debemos hacer es dejar de aislar los edificios. La culpa no la ha tenido el aislamiento, sino un mal uso de éste». Ahora «ya no están permitidos los materiales combustibles, pero recomiendo a las comunidades de vecinos que lo comprueben».
Para Iván Cabrera, «estamos ante un incendio multifactorial y los sistemas constructivos utilizados en la fachada propiciaron la rápida extensión», pero las condiciones climáticas eran «una bomba de relojería». En un día de calma «esto no hubiera pasado».
En la construcción tradicional de Valencia, e incluso en la actual los materiales del edificio de Campanar «no son los habituales». Aquí solemos emplear «azulejos o ladrillo y los revestimientos como los de la construcción siniestrada no son nada habituales. ¿Hay otros edificios con un sistema semejante? Sí, pero son muy pocos», estima Cabrera.
En líneas generales, la mayoría de materiales con buen comportamiento térmico para protegernos del frío o calor son «extremadamente combustibles». En las casas «en las que todos habitamos actualmente están llenas de estos materiales, pero suelen estar colocados en la cámara que compone las dos hojas de la fachada», es decir «perfectamente confinados entre dos hojas de cerámica que no arden a las que una llama no puede acceder y limitados de planta a planta».
El problema de riesgo de incendio puede llegar en «grandes lienzos de fachada donde no existe interrupción por plantas y donde la llama puede acceder directamente a través de la cámara ventilada después de haber reventado alguno de los revestimientos metálicos». En cualquier caso, el experto augura que el desastre de Campanar podría traer nuevos cambios normativos en edificios. «Renovar las fachadas no es barato, pero lo que ha pasado es muchísimo más caro», zanja.
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