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«Cuando vi la fotografía de Cristina me hice de cruces. Me dije a mí mismo que esto no podía estar pasando. Me he quedado alucinado». Jesús Benedicto es uno de los pocos vecinos que conocían a la presunta parricida de su bebé de un año en Vilamarxant. Regenta junto a su mujer Amparo Ramírez la casa de comidas para llevar 'Cocina en vivo Amparo'. El local se encuentra a tan sólo unos metros de la calle Pobla de Vallbona. A sólo unos pasos del edificio desde el que Cristina S. se lanzó desde la azotea con la intención de acabar con su vida. Aunque no lo consiguiera. La mujer está ingresada en el Hospital La Fe de Valencia y no corre ningún peligro. Pero el pequeño Eric no volverá. Y en la localidad valenciana se preguntan qué podría llevar a una madre a acabar con la vida de su propio hijo, que acababa de cumplir un año.
Jesús recuerda a Cristina como una de esas personas que siempre llevan una sonrisa en el rostro. Que desprenden una vitalidad contagiosa. «De verdad que era una chica muy pero que muy normal. No tenía ningún tipo de comportamiento raro que te hiciera sospechar de ella», cuenta el propietario del establecimiento. El hombre trabaja de cara al público mientras que su mujer Amparo es la que está detrás de los fogones. Conoce bien a su clientela y eso incluye a la presunta parricida, que solía frecuentar el local. «Recuerdo que venía desde que estaba embarazada y luego con el carrito del bebé», narra Jesús.
Un conocido del matrimonio pasaba con el coche por delante del portal de Cristina mientras caía en picado. Fue testigo de la terrible escena. En aquel momento, todavía se desconocía que en la terraza, junto al trastero, se hallaba el cuerpo sin vida del pequeño Eric. «Fue este chico quien llamó al 112 y dio el aviso. Se quedó hasta que llegaron la Guardia Civil y el SAMU», cuenta Amparo Ramirez. Auxilió a Cristina. Incluso ayudó a los sanitarios y le sujetó el gotero y le cubrió con una manta.
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Fue minutos después, cuando los agentes de la Guardia Civil subieron al edificio para determinar el punto desde que se había tirado la mujer, cuando hallaron el cuerpo sin vida del bebé. Vilamarxant todavía no da crédito a la desgracia que se ha producido en la localidad. Un día después de que se cometiera el crimen, el pueblo ha guardado un minuto de silencio en señal de luto. El horror y la pena se refleja en el rostro de los asistentes. Algunos incluso no pueden evitar contener las lágrimas pensando en el pobre Eric, que ha perdido la vida antes de que pudiera conocerla. Entre los vecinos que han querido mostrar sus condolencias había madres que cargaban con sus pequeños a brazos. Otras que empujaban carritos de bebés. En sus miradas se podía ver que la tragedia les había afectado personalmente. Y es que nadie tiene respuestas a la eterna pregunta de qué puede llevar a una madre a acabar con la vida de su propio hijo.
El tiempo se ha detenido. El pueblo ha dedicado un minuto eterno al pequeño Eric. Entre los presentes no se encontraba el padre del menor fallecido, como era de esperar. Tampoco había familiares del matrimonio, ya que ninguno era natural del pueblo. La presunta filicida, de 36 años, era de Granollers y su marido, de 34 años y de profesión militar, provenía de un pueblo de Jaén. Las puertas del Ayuntamiento se han abierto y el alcalde de Vilamarxant, Xavier Jorge Cerdá, ha aprovechado para hablar públicamente condenando el crimen y dando el pésame a los seres queridos del bebé.
Las teorías sobre qué pudo pasar por la cabeza de la presunta autora no paran de proliferar. Sin embargo, la investigación sigue abierta y todavía no se ha esclarecido qué motivó a la mujer a cometer semejante atrocidad. El alcalde ha declarado que no les consta en el expediente que la presunta parricida, Cristina S, estuviera en tratamiento psiquiátrico. «No tenemos ningún expediente ni en Servicios Sociales, ni en Viogen, ni en Salud Mental», ha afirmado Xavier Jorge Cerdá. Además, ha afirmado que esta injusticia ha evidenciado que deberíamos reflexionar sobre la salud mental.
Entre los asistentes, nadie conocía de forma directa a Cristina ni a su marido. Más allá de Jesús y sólo unas pocas personas los reconocían de vista. El alcalde de Vilamarxant también ha afirmado que la familia residía en la localidad desde hacía cinco años. Antes de llegar a Vilamarxant, estuvieron residiendo en Benaguasil. Pero pasaban desapercibidos entre el gentío. Nadie sabe relacionarlos con otros habitantes del pueblo. Tratar de indagar en la vida del matrimonio es como perseguir un fantasma. Eran muy celosos de su intimidad. El empleado de un bar cercano a la vivienda de la presunta parricida recuerda que el pasado sábado el matrimonio estuvo tomando café junto a otras dos parejas. Sus acompañantes tampoco eran de Vilamarxant. El camarero declara lo mismo: el ambiente era normal y no solían relacionarse con la gente del pueblo. Bajaban residualmente al bar a tomar un café o sacar tabaco.
Con sensibilidad, Xavier Jorge Cerdá ha expresado: «Queremos enviar un mensaje de repulsa ante hechos como este que nos afectan a todos como sociedad y transmitir nuestras condolencias hacia la familia del menor en estos momentos tan duros». Antes de que el silencio se apoderada de la Plaza del Ayuntamiento de Vilamarxant, se podían escuchar las conversaciones de los habitantes preguntándose qué podría haber llevado a la mujer a cometer un crimen tan atroz. El pueblo se ha quedado devastado tras conocer que se ha producido una tragedia de tal magnitud en sus calles.
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