![Flores y un peluche, en recuerdo a la tragedia, este domingo ante el edificio calcinado de Campanar](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/04/21/1480206673-U2102070028349inC-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Dos meses de un drama que jamás se olvidará. Dos meses de una tragedia cuyo testigo mudo, un armazón de hormigón ennegrecido que permanece inánime en la avenida Maestro Rodrigo, hace que el infierno vivido aquel 22 de febrero no se borre de la memoria ... colectiva de los valencianos. Dos meses del peor incendio en la historia de Valencia en un edificio que se saldó con diez personas muertas, quince heridas y 400 vecinos sin hogar tras el horror vivido en Campanar.
Y, sobre todo, dos meses en los que siguen quedando muchas respuestas en el aire. ¿Qué pasó para que las llamas se extendieran en apenas media hora por toda la fachada? ¿Cumplía el edificio las medidas antiincendios? ¿Hay que mejorarlas? ¿Cuántos edificios similares puede haber en la Comunitat como el siniestrado en Campanar.
La tragedia obligó a las administraciones a dar un paso al frente. A anunciar una batería de medidas y revisiones. Dos meses después, los trabajos están en curso, pero aún pendientes. La Conselleria de Servicios Sociales, Igualdad y Vivienda mantiene activo lo que ellos llaman «comité de expertos» para dar con soluciones. Desde la entidad señalan que se está elaborando «un mapeo de caracterización de fachadas similares» para, a partir de este, lanzar una serie de recomendaciones.
No sólo eso. Desde la Conselleria de Vivienda se trabaja también en una posible modificación de la norma que deben seguir los edificios en materia de seguridad contra incendios. Como el anterior punto, actualmente también está en curso. Esta semana está prevista una nueva reunión del comité de expertos para ir estudiando ambas cuestiones.
Desde el Consorcio Provincial de Bomberos ya anunciaron a comienzos de abril en qué frente ponían ellos sus esfuerzos: la revisión de más de un centenar de edificios de 15 alturas o más para estudiar sus peculiaridades y cómo responderían a un fuego como el de Campanar. En municipios como Paterna, Burjassot, Sueca, Cullera o Gandia, entre otros. Desde el Consorcio señalan que están ultimando la agenda de inspecciones, que empezarían el próximo mes de mayo.
Y en la capital, la labor de elaborar un censo de edificios similares al de Campanar está en curso con una triple participación: el Colegio de Arquitectos, el Instituto Valenciano de la Edificación y los bomberos del Ayuntamiento de Valencia. Hace unas semanas se produjo la primera reunión entre los organismos, que ya han iniciado un trabajo para detectar en Valencia «edificios con las mismas características o similares al incendiado», como señalan desde el Colegio de Arquitectos.
El ente también ha pedido la colaboración ciudadana, vecinos que puedan indicar fincas similares, para hacer un rastreo más intenso. El objetivo es que aproximadamente en un mes se reúnan estos datos y se pueda adoptar alguna decisión bajo la batuta del Ayuntamiento de Valencia.
El suceso de Valencia comparte demasiados parecidos con una de las mayores catástrofes de la historia reciente de Londres. Así, las comparaciones con el suceso de Grenfell no dejan de aumentar. Ambas tragedias comenzaron por un frigorífico defectuoso y terminaron convirtiendo un edificio de gran altura en una trampa mortal. En la capital inglesa murieron 72 personas en el desastre ocurrido en la madrugada del 14 de junio de 2017.
Si bien las circunstancias de ambos siniestros son similares, falta por comprobar si el modo de abordar el drama de Campanar también se asemeja al de Londres. En Reino Unido se abrió una investigación oficial al día siguiente del incendio por parte de la entonces primera ministra Theresa May. El gobierno destinó 400 millones de libras, a los pocos días del suceso, para ayudar a las autoridades locales a retirar el revestimiento de aproximadamente 150 edificios de vivienda pública. Durante el primer año se desinstalaron cientos de paneles de revestimiento y de aislamiento inflamables en edificios de gran altura en Inglaterra y Gales.
Beatriz Conchado, arquitecta por la Universidad Politécnica de Valencia, lleva trabajando más de una década en Reino Unido como project manager en el sector de la construcción. Vivió muy de cerca y a través de su trabajo todo lo que Grenfell ha cambiado Inglaterra: tanto por la nueva regulación como por el cambio en la conciencia colectiva.
Las investigaciones en la construcción de Londres revelaron que la fachada estaba compuesta por paneles de aluminio unidos a un núcleo plástico (polietileno). Al extrapolarlo a otras construcciones, «se destapó un problema mucho más amplio que se conoce en Reino Unido como la crisis de la construcción (building crisis) o el escándalo de los revestimientos (cladding scandal)», apunta. Y es que las indagaciones posteriores pusieron en evidencia la presencia de materiales de construcción altamente combustibles en un buen número de proyectos del país, sobre todo en revestimientos de fachada.
¿Cómo se había llegado a esta situación? «La regulación existente no cubría con detalle la seguridad en los edificios en ninguna de las fases del proyecto, desde la manufacturación y testeo de materiales de construcción, pasando por el diseño de edificios y licencias, y acabando con la ejecución de obra y las inspecciones técnicas», explica Conchado. Fue así como estalló el escándalo y comenzaron a actualizarse las leyes poco a poco.
Hoy en día, al empezar un proyecto en un edificio existente «es habitual pedir los informes técnicos sobre fachadas y barreras de protección contra el fuego para tener en cuenta posibles riesgos», comenta. En los edificios residenciales en los que se han llevado a cabo inspecciones técnicas, «con frecuencia se decide reformar fachadas y barreras de protección contra el fuego para evitar la desvalorización de las viviendas, condiciones menos favorables en la negociación de las hipotecas y costes adicionales con las aseguradoras», relata. En los últimos años, las aseguradoras se han vuelto reacias a aceptar el riesgo que supone tener viviendas en sus libros que, aunque pasaron en su momento todas las inspecciones técnicas, no cumplen con los estándares contra el fuego y/o contienen materiales de fachada combustibles una vez inspeccionadas.
En cuanto a los edificios considerados de alto riesgo (aquellos con una altura mayor a 18 metros o 7 pisos, y con al menos dos unidades residenciales, incluyendo hospitales, residencias de mayores, residencias de estudiantes y edificios de vivienda), se ha creado una nueva ley específica de protección de los edificios (Building Safety Act). «Entró en vigor en 2023 y recoge una serie de requerimientos mucho más restrictivos que leyes anteriores para evitar que desastres similares al de Grenfell se vuelvan a producir», comenta.
Otra ley de calado fue la de Seguridad contra Incendios, aprobada en 2021, que aclara quién es el responsable de la seguridad en cuanto a incendios. Entre otras medidas contempla que se debe suministrar a los servicios de bomberos mapas de los edificios e información sobre materiales.
Toda precaución es poca. También se han creado nuevos organismos para inspeccionar la seguridad y salud tanto en obra como en el diseño, han aumentado el número y la minuciosidad de inspecciones por proyecto, se obliga a mantener un archivo detallado de toda la información relativa al edificio y cualquier mínimo cambio, se han formalizado las responsabilidades legales del cliente, constructor y diseñador, entre otros. El gobierno ha calificado esta nueva ley como el mayor cambio en legislación de la seguridad en la construcción en las últimas cuatro décadas, previamente había admitido que la legislación anterior a Grenfell era inadecuada.
La crisis del revestimiento también ha incrementado la demanda de ciertos perfiles técnicos. Hoy en día, contratar en Reino Unido los servicios de un ingeniero de protección contra el fuego o un constructor especializado en la instalación de revestimientos de fachada es tarea difícil: «Algunos constructores llegan a tener listas de esperas de varios años», relata Conchado.
En Reino Unido, Grenfell ha traído consigo una revisión muy significativa desde el punto de vista legal, pero también ha traído una nueva conciencia colectiva sobre los riesgos del fuego: «Ya no se ven allí como un problema solo del fabricante de materiales, constructor, promotor, arquitecto, o cualquier otro profesional de la construcción. Se entiende ya que el riesgo de fuego va a impactar a muchas más partes, incluidas las aseguradoras, los bancos, los gobiernos, y por supuesto los propietarios, que en última instancia quieren y deben saber si pueden dormir tranquilos en sus viviendas», añade la project manager.
Tras el incendio de Grenfell, la conmoción en Reino Unido fue inmensa al descubrir que 72 residentes habían fallecido aún cuando habían mostrado preocupación por la falta de mantenimiento de la torre durante años. Por ello hay casos de instituciones tanto públicas como privadas (museos, asociaciones o edificios educativos) que deciden reemplazar materiales de fachada o mejorar la protección contra el fuego para minimizar riesgos, aunque las nuevas leyes aprobadas no lo requieran en algunos de estos casos.
«Es tal la concienciación sobre la protección contra el fuego ahora mismo en Reino Unido que nadie quiere ser pillado in fraganti en caso de incendio con inspecciones técnicas en la mano que prueben que se conocía que había un cierto nivel de riesgo (aunque este fuera bajo) y no se hizo nada», explica. Aunque estas instituciones no infringirían la ley en caso de incendio, un accidente evitable de este tipo podría mermar mucho la confianza del público en su prestigio y renombre.
Con todo, Conchado ve una oportunidad en el desastre de Campanar para reflexionar «sobre cómo hemos llegado hasta aquí, preguntarnos de qué están hechos nuestros edificios, y con suerte ponernos manos a la obra para que una tragedia así no vuelva a ocurrir», concluye.
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