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Samira L. y Kamel C. querían darle a su pequeña Lilia de sólo ocho meses una vida mejor. Confiaron sus sueños al mar y se subieron a una patera rumbo a España en busca de oportunidades para sacar a su niña adelante y que ... no pasara por penurias. Pero no fue así.
Las olas arrasaron la zódiac en la que viajaba la familia de nacionalidad argelina y las 16 personas que iban a bordo fallecieron. Su travesía comenzó el pasado 21 de marzo. Salieron desde Cherchell, un pueblo costero del norte de Argelia. Otros cuatro de los pasajeros que iban a bordo eran subsaharianos, concretamente de Guinea Conarky.
El trayecto que les costaría la vida no les salió barato. Los pasajeros pagaron entre 5.000 y 7.000 euros a un traficante que les prometió que llegarían a las Islas Baleares, seguramente a Ibiza o Cabrera.
Pero ahora, la persona que les convenció para viajar tendrá que cargar a sus espaldas con la muerte de 16 personas. Aprovechándose de sus esperanzas e ilusiones para conseguir dinero rápido. Esa balsa nunca estuvo preparada para que se subiera tanta gente. La embarcación era de color negro y el motor tan sólo tenía 40 caballos de potencia. Su capacidad de carga era de cinco personas, y los viajeros triplicaban esta cifra.
Viéndose ya con un futuro prometedor, partieron al mar por la llamada ruta argelina o ruta del Mediterráneo occidental. Esta ruta es poco conocida pero cada vez son más la que la transitan. Según datos aportados por el último balance migratorio de la Asociación Pro Derechos Humanos, se estima que 6.356 personas han navegado por estas aguas frente a las 5.921 que lo hicieron en el año 2021.
Sin embargo, nunca llegaron a su destino. Se baraja la hipótesis de que hubiera un fallo en el motor de la embarcación, una situación que los condenó a la zambullirse a la deriva. El rumbo de la patera cambió debido a este fallo y empujó la embarcación hasta las costas alicantinas, naufragando a 15 kilómetros de la costa de Denia.
Así como el mar devoró a los 16 inmigrantes, fue escupiendo sus cuerpos a la superficie con paciencia. El cadáver de Kamel C., el padre de Lilia, lo encontraron el pasado 24 de marzo en las redes de pesca de la embarcación Herminio y Dolores, a unas seis millas de la costa alicantina. El padre de la bebé de tan sólo ocho meses habría cumplido 29 años el pasado 3 de junio. Pero nunca llegó a soplar las velas.
A Samira, la madre de Lilia, la encontraron el pasado 28 de marzo en Ibiza en Puerto Portals. Ella tenía 35 años. Toda la vida por delante y un alma rebosante de ganas de darle a su niña un futuro mejor. Su cuerpo ya ha sido repatriado a su tierra natal, en Argelia. y ya la han enterrado. A su marido todavía no le han dado sepultura.
Samira tenía una hermana que residía en Francia y su plan era poder reunirse con ella cuando alcanzaran Europa. Pero ese reencuentro fraternal ya nunca se producirá.
Pasaban los días y los meses y la pequeña Lilia no aparecía. El mar estaba reticente a devolverla a tierra firme. Al final, la semana pasada la bebé de ocho meses apareció en Tarragona. Su cuerpo viajó los 370 kilómetros que le separaban de Dénia y Jávea, donde naufragó la embarcación.
Fueron unos operarios de limpieza de la playa de Roda de Berà los que encontraron el cuerpo sin vida de la niña el pasado martes 11 de junio.
Al ser tan pequeña, en un primer momento los trabajadores se pensaron que era un muñeco al verla, ya que Lilia se encontraba entre varios objetos arrastrados por el agua.
El alcalde de la localidad, Pere Virgil, declaró el mismo día que encontraron a la bebé que podría proceder «del naufragio de una embarcación de las que están convirtiendo el mediterráneo en el 'mare mortum'».
Otra de las pistas para dar con la identidad de la menor fue que no se encontraba en ninguna base de datos de personas desaparecidas. Además, el alcalde fundamentó su teoría en que la niña iba vestida con pantalón largo, jersey y chaqueta de manga larga para protegerse del frío. La bebé también estaba ataviada con guantes y patucos.
El primer cadáver que se encontró fue un día antes. Era Abdullaye Kaba, procedente de Guinea Conarky, y lo hallaron en Dénia. Fueron unos pescadores de merluza los que se llevaron la desagradable sorpresa de encontrar su cuerpo mientras trabajaban. Fieles testigos de que el mar a veces puede ser cruel.
Entre las redes del barco Herminio y Dolores se encontraron otros dos cuerpos el 12 de abril. Al quinto y al sexto cadáver los encontraron en arrastres cuando dos pesqueros de Denia faenaban a 10 kilómetros de la orilla. A uno lo encontraron el 30 de mayo y a otro el 3 de junio.
Fue diez después cuando emergía a la superficie otro de los cuerpos. Fue un pescador el que lo trasladó hasta el puerto de Jávea.
Aunque la mayoría de estas embarcaciones no llegan a Alicante. Un informe de la Asociación Pro Derechos Humanos informó que Murcia recibió a 2.810 personas que llegaron en 168 pateras. En el caso de Baleares, recibieron a 3.055 inmigrantes que venían en 201 embarcaciones. En el caso de Alicante, fueron 495 las personas que llegaron en 45 pateras ilegales.
Sin embargo, las cifras son alarmantes. En lo que va de año se han encontrado siete cadáveres de inmigrantes entre las aguas de Alicante y de Murcia y otros seis cadáveres en el transcurso de sólo dos meses en Dénia. El último de los cuerpos hallados en la costa alicantina fue el pasado 20 de junio cuando un barco de arrastre encontró el cuerpo de otro pasajero de una patera ilegal que trataba de llegar a España cuando faenaba a unas siete millas de la costa.
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