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El juez de guardia decretó este sábado el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza del hombre detenido por el crimen de Alfonso López, el sacerdote hallado muerto con signos de asfixia en su domicilio en Valencia. El presunto homicida, Miguel Tomás V. N., se acogió a su derecho a no declarar ante la Policía y también guardó silencio en el juzgado, por consejo de su abogado, en una rápida comparecencia que duró cerca de 10 minutos en la Ciudad de la Justicia de Valencia.
Según las investigaciones policiales, el detenido utilizó dos tarjetas de crédito de la víctima para sacar 3.000 euros de cajeros automáticos, horas después del crimen, y realizó compras con ellas en varios establecimientos comerciales de Valencia. Además, la Policía encontró el teléfono de la víctima en la habitación del hostal donde se alojaba el sospechoso.
El magistrado acordó inhibirse de las diligencias en favor del Juzgado de Instrucción número 19, competente para proseguir la investigación, después de que el fiscal solicitara el encarcelamiento de hombre de nacionalidad peruana al considerar que hay suficientes indicios de culpabilidad.
Las acusaciones pública y popular tuvieron en cuenta «la gravedad de los hechos, las pruebas que obran en las actuaciones y el riesgo de fuga del sospechoso dada su situación irregular», según informó la Fiscalía de Valencia. El Arzobispado de Valencia, que se ha personado como acusación popular en la causa abierta por los delitos de homicidio y estafa, también pidió el ingreso en prisión del detenido.
Tras centrar las investigaciones en el círculo de amistades del sacerdote, la Policía no tardó en averiguar que tenía una relación estrecha con el sospechoso, y que incluso este último estuvo alojado durante un tiempo en un apartamento de la víctima en las afueras de Valencia. Además, el hombre ahora encarcelado fue visto varias veces en compañía del clérigo, días antes del hallazgo del cadáver, cuando entraba y salía del edificio de la calle Avellanas, donde tuvo lugar el crimen.
Los agentes del Grupo de Homicidios detuvieron a Miguel Tomás V. el miércoles tras seguir el rastro de las tarjetas de crédito de la víctima. La entidad bancaria avisó a la Policía de un pago realizado en un bar de Valencia, lo que posibilitó la rápida localización y detención del sospechoso.
El teléfono del sacerdote se encontraba en el hostal donde vivía el presunto homicida. Los investigadores encontraron el móvil durante el registro que realizaron en la habitación que ocupaba el detenido, que no tiene antecedentes penales.
La muerte por asfixia del canónigo emérito de la Catedral de Valencia causó una gran conmoción en Valencia. Como adelantó LAS PROVINCIAS en su edición digital, el sacerdote Alfonso López Benito, de 80 años, fue hallado muerto el martes por la mañana en su domicilio, una vivienda de la calle Avellanas junto al Arzobispado, con signos de asfixia y otros indicios criminales.
El clérigo había ayudado en los últimos años a personas en situación de vulnerabilidad. Una de ellas es el detenido, con el que mantenía una «relación estrecha», según el atestado policial entregado al juez.
Un mensaje de WhatsApp enviado desde el móvil de la víctima, cuando acababan de descubrir el cadáver en su domicilio, fue el primer indicio criminal que levantó las sospechas de la Policía. El portero del edificio, el hombre que halló el cuerpo sin vida del anciano, informó de inmediato a los policías que había recibido un mensaje del religioso, algo imposible porque la víctima estaba muerta en su cama.
La Policía y el juez creen que el detenido quería hacer creer a los amigos del sacerdote que estaba vivo, y por este motivo envió los mensajes en los que se hizo pasar por el presbítero y dio a entender que estaría ausente una semana «para resolver unos asuntos personales». Era falso. El anciano ya había sido asesinado. Según el informe preliminar de la autopsia, fue asfixiado por la obstrucción de sus vías aéreas.
Los forenses no han terminado todavía la necropsia, ya que tienen que realizar más pruebas para determinar con exactitud las lesiones internas que presenta el cuerpo del anciano por la sofocación criminal que sufrió, según las investigaciones.
Cuando fue hallado muerto en su casa, el sacerdote estaba vestido con un pijama y no presentaba signos externos de violencia, como heridas sangrantes, pero los investigadores creen que fue asfixiado con una almohada o un pañuelo.
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