Labores de búsqueda del cuerpo de Marta Calvo. Jesús Signes

Encontrar el cuerpo, la clave para acusar al sospechoso

Desde el archivo a la condena, así son otros casos sin cadáver

J. A. MARRAHÍ

VALENCIA.

Viernes, 6 de diciembre 2019, 19:10

El cadáver, ausente en el caso de Marta Calvo, es el mayor testigo de un crimen. Así podría resumirse la visión forense y jurídica de las muertes criminales. Sin cuerpo resulta imposible establecer la causa de la muerte y se complica la concreción del delito si hay sospechoso. «Si no aparece el cadáver y no hay ninguna otra prueba un sospechoso puede ser incluso absuelto a pesar de confesar un descuartizamiento», razona el prestigioso abogado penalista Juan Carlos Navarro.

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Según el letrado, «la confesión no dispensa al juez de practicar todas las diligencias necesarias a fin de adquirir el convencimiento de la verdad de dicha confesión y la existencia del delito», resume. El cadáver, añade, «es un elemento de prueba, pero no el único. Habrá que enlazar su confesión con la existencia o no de otros elementos de prueba para determinar su autoría o no y de qué delito hablamos».

Muy cerca de Estivella, en Albalat dels Tarongers, vivía María Luisa Reig. Desapareció en junio de 2011, cuando tenía 59 años. Posteriormente hubo un incendio en el chalé donde residía. Entre los restos quemados apareció sólo un fragmento del omóplato y el cráneo. La Guardia Civil arrestó como sospechosos al hijo de la víctima y a un exnovio. Ambos negaron la relación con la muerte de María Luisa y, sin el hallazgo del resto de su cuerpo, no hubo más avances. El juzgado encargado del caso acabó archivándolo ante el pesar y rabia de la familia de María Luisa.

Los detenidos por la muerte de Nathaly Salazar, acusados de homicidio imprudente sin la víctima

Antes, en 2007, fue juzgado el homicida de Calpe. En esta ocasión, el británico Paul D. aceptó 12 años de cárcel por homicidio al admitir que mató a su compatriota Karren Durrel durante una pelea. Ella jamás apareció y él negó que la descuartizara y repartiera sus fragmentos en contenedores, como mantenía la fiscalía. Antes, en la instrucción, Paul dio varias versiones, entre ellas que se la había comido. Al no existir cuerpo el fiscal se mostró dispuesto a variar la acusación de asesinato que mantuvo inicialmente por la de homicidio.

Mientras, en Valencia, Alejandra Ayala sigue viviendo con el pesado yugo de no poder enterrar a su hija. «Vivir con algo así es infame. Inhumano. Nunca sabré la verdad sobre lo que le sucedió realmente», lamenta. El próximo 2 de enero se cumplen dos años de la desaparición de la joven Nathaly Salazar, de 28 años, cuando viajaba por Perú como mochilera. Dos hombres están acusados de homicidio imprudente tras confesar que sufrió un accidente mortal de tirolina y luego se deshicieron del cuerpo en un río. «Yo creo que la mataron, pero sin cuerpo el fiscal no ha podido acusarlos de homicidio doloso».

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«La ausencia de cuerpo puede acabar beneficiando al autor del delito», asegura un penalista

Para Juan Molpeceres, penalista del ICAV, «el hecho de que no aparezca el cuerpo es un grave inconveniente para condenar al culpable. La condena tiene que basarse en otro tipo de pruebas como testigos, restos biológicos o la confesión del autor». Pero en la confesión «la jurisprudencia exige que sea corroborada por pruebas circunstanciales. A veces, puede confesarse un hecho sin haberse cometido por presiones, por proteger a alguien o en busca de un beneficio», destaca el letrado.

En cualquier caso, el hecho de que no aparezca el cuerpo «puede beneficiar al autor del delito». En estos casos «es muy difícil determinar las circunstancias de la muerte». Por ejemplo, «es muy complicado determinar si los hechos son constitutivos de homicidio o asesinato», con distintas penas. También se dificulta «averiguar si ha habido una agresión sexual previa a causarle la muerte a la víctima».

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