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Una mujer no puede evitar el llanto al ver la bola de fuego que había destrozado su casa. REUTERS/Eva Máñez

Incendio en Valencia: «La fachada ha ardido como si fuera una cerilla»

«Mi casa ha quedado destruida», lamenta una vecina, y cientos de personas se agolpan en los alrededores

Viernes, 23 de febrero 2024, 02:25

La bola de fuego en la que se convirtió en cuestión de minutos el edificio de Campanar dejó con el corazón encogido a todo el mundo. Especialmente a los propios vecinos, que tuvieron que huir a la carrera, en medio de un estado de shock. «Hemos pasado mucho miedo. La fachada del edificio ha prendido como una cerilla», afirmó una vecina que se encontraba en su vivienda cuando comenzó el incendio.

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«Hemos bajado por las escaleras, llamando a todas las puertas para avisar a todos los vecinos y gritando: ¡fuego, fuego! Nunca había visto nada igual», añade la mujer. Ya fuera del edificio unas horas después la señora empieza a ser consciente de lo que ha ocurrido. «Por lo que estoy viendo desde la calle mi casa ha quedado totalmente destruida. Las llamas salían por la ventana», expresa la mujer con el rostro cariacontecido por las circunstancias.

Fueron momentos de gran tensión y nerviosismo. Mientras unos avisaban al 112, otros llamaban a los telefonillos para avisar a algunas personas que no se habían dado cuenta de la rápida propagación de las llamas. Así entre todos lograron que muchos pudieran abandonar las viviendas antes de que fuera demasiado tarde y quedaran atrapados, como le ocurrió a otros.

La médica Esther García, que se encontraba en un edificio cercano, acudió de inmediato al lugar cuando vio la dimensión del incendio y se ofreció para colaborar con sus compañeros sanitarios del Servicio de Ayuda Médica Urgente (SAMU). «Me han dicho que por el momento no hace falta, pero están muy preocupados porque hay mucha confusión sobre las personas que podrían estar atrapadas», señaló la facultativa.

Y es que el estado general en los alrededores de esa bola de fuego era de nerviosismo y mucha tensión. Se mezclaban vecinos atónitos, gente que paseaba por la zona y otros que al ver el fuego desde otras zonas se habían acercado. También muchos que desde comercios cercanos intentaban ayudar.

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Además, los empleados del supermercado Mercadona de la avenida General Avilés, en el edificio de enfrente del incendio, han prestado auxilio a algunos de los bomberos que han resultado heridos en las dependencias del establecimiento. También han facilitado botellas de agua, bocadillos y pañuelos a los miembros de los servicios de emergencia.

En general la gente no daba crédito a lo que estaba ocurriendo. «Es increíble que esté pasando algo así», decían unos. «Cómo es posible que se haya expandido tan rápido», se escuchaba unos metros más allá. Una mujer ucraniana no paraba de llorar. Había tenido que dejar su vivienda y ahora estaba envuelta en llamas. Su pareja intentaba calmarla.

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Otros se llevaban las manos a la cabeza cuando veían a alguien atrapado en los balcones, y a la desesperada intentaban avisar a gritos a los policías que trataban con esfuerzo de acordonar la zona, que cada vez dejaba un espacio de seguridad más amplio. Había quien se quejaba de que los bomberos no estaban actuando con celeridad.

Centenares de personas se agolpaban en los alrededores, sobre todo en las calles Rafael Alberti y Luis Buñuel, que con el paso de los minutos la policía fue despejando. Había que dejar espacio para el constante paso de ambulancias, como una EMV (Emergencias de Múltiples Víctimas) que sólo se ve en ocasiones tan puntuales como esta.

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En la otra parte de la manzana se habilitaban los dos hospitales de campaña a la espera de que los bomberos rescataran a los heridos. Y en la avenida General Avilés decenas de ambulancias esperaban en fila para llevar a los heridos a los hospitales, mientras la policía tenía cortado el tráfico. Todos los recursos asistenciales posibles se habían puesto a disposición del incendio para ofrecer una rápida atención.

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