Freedom. Libertad. Fue la primera palabra que Miguel Ricart 'pronunció' cuando salió de la cárcel de Herrera de la Mancha el 29 de noviembre de 2013. No abrió la boca, oculta por un embozo negro. La llevaba escrita en la cazadora blanca con la que se sumergió en el torbellino de medio centenar de periodistas que le esperaban a las puertas del presidio. Eran las seis y media de la tarde cuando el asesino de las tres niñas de Alcàsser ponía fin a su condena. Había cumplido 20 de los 30 años de la sentencia, con la puerta de su celda abierta antes de tiempo al derogarse la doctrina Parot, la jurisprudencia del Supremo que aplicaba la reducción de penas sobre la condena total y no sobre los años de máximo cumplimiento. Y en cuanto quedó en libertad, Ricart comenzó a correr. Primero para subirse a un taxi con los cristales tintados que le condujo hasta la estación de Manzanares. Después, en una alocada y peligrosa huida de la prensa, de noche y entre las vías de la estación. Y finalmente para cruzar días después la frontera con Francia y convertirse en lo que hoy sigue siendo: un fantasma cuya morada nadie parece conocer.
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Siete años después poco ha cambiado. El rastro del que fuera funesto escudero de Antonio Anglésse desvanece el 12 de diciembre de 2013. Entra en territorio galo en un autobús desde Girona y un fallo de comunicación entre la policía española y la francesa hace que nadie controle su ruta ya en el país vecino. Nadie tiene por qué hacerlo, porque Ricart ya ha rendido cuentas ante la Justicia, pero en todo momento desde que salió de la cárcel había estado vigilado en territorio español por guardias civiles, policías nacionales o Mossos d'Esquadra. No en Francia.
En medios digitales y algún rotativo galo se ha llegado a publicar que el exconvicto habría establecido su residencia en la localidad de Montpellier. Allí se dedicaría a labores de temporero en el campo. En internet y en las redes circula incluso una foto hecha por un ciudadano español en el municipio francés, de alguien con un sorprendente parecido con Ricart. En ella camina acompañado por un supuesto colega de trabajo en el campo, tapada su cabeza con una capucha, mirando desafiante al autor de la instantánea y con una bolsa de deporte de una considerable semejanza al petet con el que Ricart salió de prisión como única pertenencia tras dos décadas entre rejas. Nadie confirma si ese individuo es o no el asesino de Alcàsser. Fuentes de Interior consultadas por LAS PROVINCIAS descartan que Ricart viva en Montpellier. «Nos llegó esa información, pero aquí no hay rastro de él. No consta nadie en el padrón con ese nombre», aseguran desde el periódico 'Midi Libre', asentado en los alrededores del municipio francés.
Aunque hay otra teoría. La que afirma que el condenado habría cambiado el orden de sus apellidos, una maniobra para eliminar la fantasmal y maldita estela del apellido Ricart. Algo como lo que hizo Kelly, una de las hermanas de Antonio Anglés, que renunció al legado familiar para ocultar su relación con el hoy aún prófugo tras las macabras muertes de Míriam, Toñi y Desirée. Esta hipótesis se sustenta en una información publicada por el periódico 'El Punt Avui'. El rotativo catalán sacó a la luz una información acerca de un billete de autobús París-Girona adquirido a finales de diciembre de 2013 por Ricart. Al parecer, la intención del procesado habría sido renovar su DNI en una comisaría catalana. Sin embargo, no lo habría logrado al poseer un documento aún anterior a la digitalización de los documentos españoles y ser burocráticamente imposible sin una actualización del expediente y más papeleo.
Las mismas fuentes de Interior consultadas por LAS PROVINCIAS no desmienten ni confirman esta información. Se escudan en la Ley de Protección de Datos para no dar datos al respecto, «además de que hablamos de un ciudadano sin ninguna cuenta pendiente con la Justicia y al que no se puede controlar ni vigilar», asegura un responsable ministerial.
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El rastro del 'fantasma' en que se ha convertido Miguel Ricart lo sitúa según otras hipótesis en el norte de España. Allí, medios digitales publicaron que se había refugiado en algún monasterio de Asturias o Cantabria. De nuevo la pista se desvanece al acudir a fuentes oficiales. Portavoces de los arzobispados de sendas autonomías niegan que se encuentre en la actualidad en algún lugar sagrado, aunque no se atreven a descartar que pasara por allí en algún momento de los últimos años.
De hecho, no es la primera vez que Ricart intenta acogerse 'a sagrado'. Tras salir de prisión, acabó en una pensión de Madrid, conducido por reporteros de televisión que lo entrevistaron para un programa de Antena 3, que luego jamás emitió el espacio. Durante unos días se ocultó en la capital, hasta que volvió a poner pies en polvorosa por la presión mediática. Un autobús lo llevó hasta Córdoba. Su intención, alojarse en un convento de los Trinitarios. La orden se apresuró a desmentir que aceptara la presencia del expresidiario en su templo. Y Ricart apenas pasó unos instantes en la capital andaluza. Eso sí, un sacerdote lo acompañó en el autobús con el que viajó a Cataluña, haciendo escala en Valencia. Aquí, ni se apeó del vehículo mientras este aguardó unos 45 minutos en un andén de la estación de autobuses antes de seguir ruta hacia Barcelona.
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Hubo otra retorcida teoría que lo situó años después en la Comunitat. Concretamente, en Albal, un municipio muy cercano a Alcàsser. Esta hipótesis hablaba de un encuentro con Neusa Martins, la madre de Antonio Anglés. La propia matriarca del huido de los crímenes de Alcàsser desmintió en una conversación con LAS PROVINCIAS esta cita. Y la historia acaba como empezó: con el destino del 'fantasma' de Miguel Ricart siendo un misterio.
El fantasma de Ricart
Las certezas sobre el paradero de Miquel Ricart se remontan a 2013, cuando salió de la cárcel y emigro a Francia supuestamente
29 de noviembre de 2013
Miguel Ricart sale de la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) tras cumplir 20 de los 30 años por el crimen de las niñas de Alcàssser.
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30 de noviembre de 2013
En la estación manchega de Manzanares compra un billete con destino a Jaén, perseguido por los medios de comunicación. Acaba bajándose en la estación de Linares-Baeza.
1 diciembre de 2013
El rastro de Ricart reaparece en la capital. Hasta allí viajó en un coche de una productora de televisión que lo recogió en Linares. El exconvicto se alojó en una pensión. Allí estuvo unos días, a la espera de emitir una polémica entrevista para Antena 3 que al final no salió a la luz.
4 diciembre de 2013
Ricart viaja en autobús hasta Córdoba en busca de refugio en un convento de la orden de los Trinitarios. El revuelo mediático acaba haciendo imposible el acogimiento.
5 de diciembre de 2013
Ricart viaja en un autobús hacia Cataluña. Hace escala y para en la estación de autobuses de Valencia. Allí está unos 45 minutos, aunque sin bajar del autocar.
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6 de diciembre de 2013
Se apea en la ciudad condal, vigilado por los Mossos d'Escuadra. El triple asesino de las niñas de Alcàsser vive varios días en la calle junto a la estación de Sants
12 de diciembre de 2013
Pasa por la ciudad catalana de Girona antes de partir hacia Francia, donde su rastro se pierde.
21 de diciembre de 2013
Días después, el diario 'EL Punt Avui' publicó que Ricart habría regresado para renovarse el DNI, con un billete desde París, pero que no pudo hacerlo al tener un documento previo a la digitalización. Interior jamás ha confirmado este hecho.
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Sin fecha
Un rumor circuló meses después: una posible reunión de Ricart con Neusa Martins, la madre de Antonio Anglés, en Albal. La protagonista lo niega
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