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El ingeniero Antonio Navarro murió al ser acuchillado en un ataque sorpresivo sin posibilidad de defensa. Dos forenses reconstruyeron esta mañana el crimen de Patraix, perpetrado el 16 de agosto de 2017 por un amante de la mujer de la víctima, y detallaron hasta la trayectoria de las seis puñaladas que presentaba el cuerpo en el corazón y los pulmones.
Una de las médicas del Instituto de Medicina Legal de Valencia ha declarado en el juicio que la muerte fue rápida, sorpresiva e imprevista. La víctima no tenía heridas defensivas en los brazos, y por ello consideran que no le dio tiempo a protegerse de las cuchilladas. «Entendemos que estaban cara a cara», aseveró la forense.
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La causa inmediata de la muerte fue «la destrucción de los centros biológicos vitales». Todas las heridas afectaron a órganos importantes y ocasionaron un sangrado enorme. La herida del corazón era de la mitad del tamaño del órgano. La muerte fue rápida. Consideramos que se produjo en menos de un minuto», señaló la médica. También manifestó que la víctima tenía dos lesiones leves en la cabeza compatibles con una caída tras recibir las cuchilladas.
Mientras las forenses explicaban cómo murió Antonio, el asesino confeso, Salvador R., tenía la cabeza inclinada la mayor parte del tiempo, y la presunta inductora del asesinado, María Jesús M., más conocida como Maje, mantenía una postura más erguida con la mirada perdida.
La segunda prueba pericial fue expuesta por los psiquiatras forenses que elaboraron el informe de imputabilidad. Santiago Rincón y Juan Carlos Cauto explicaron al jurado cómo valoraron las facultades mentales de los acusados. Su conclusión es que son imputables porque ninguno de ellos sufre patologías mentales.
«Maje es una persona normal que sabe lo que hace, e incluso en prisión quiere trabajar y no está deprimida», afirmó Rincón. Por lo que respecta a Salva, Cauto señaló que no aprecia ninguna afectación en «su capacidad de conocer y realizar los hechos que se le atribuyen». A la pregunta del fiscal sobre si se apreciaron rasgos concretos de una persona dominante en Salva, Cauto precisó que «más bien es pasivo o dependiente dentro de la normalidad».
La defensa del asesino confeso presentó otro informe pericial realizado por el psicólogo forense José Miguel Ferrer y la criminóloga Cristina Escamilla. Según estos peritos, Salva tenía «el total convencimiento» de que Maje era maltratada por su marido y creía que la vida de su amante «corría un riesgo real» por su convivencia con Antonio.
«La situación vivencial, la personalidad del imputado y la etiología del delito por el que se le acusa apuntan a una acción impulsiva mediada por la necesidad de aprobación social y afectiva hacia la señora Moreno», afirma una de las conclusiones del informe de Ferrer y Escamilla.
El psicólogo forense declaró que Salva no tiene rasgos antisociales y tampoco padece un deterioro cognitivo. «Cualquier acción sofisticada necesita hacerla con aprobación social. Busca gente dominante a su lado. Es extremadamente dependiente con una personalidad sumisa y altamente influenciable», manifestó el perito. También añadió que el asesino confeso tiene «un nivel de autoestima muy bajo» como contestación a una de las preguntas que le formuló María Julita Martínez, la abogada de Salva.
El letrado penalista Javier Boix, que dirige la defensa de Maje, desacreditó el informe al descubrir un error. «Dicen ustedes que hablaron con un funcionario el 6 de octubre, pero el informe está fechado el 5 de octubre. ¿Cómo puede ser eso?», preguntó el abogado. «Puede que sea un error», reconoció el psicólogo.
Los últimos peritos que declararon esta mañana fueron los policías que realizaron los informes de huellas dactilares encontradas en el garaje y otros lugares relacionados con el crimen. Los agentes explicaron que hallaron huellas de Maje en el vehículo de Antonio, aunque esto no es relevante, y el fiscal recordó que el asesino confeso llevaba guantes cuando acuchilló a Antonio, según su confesión.
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