Borrar
Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia
Marta Calvo | Un infierno de 988 días que acaba sin Marta Calvo

Un infierno de 988 días que acaba sin Marta Calvo

Infierno. El 7 de noviembre de 2019 un whatsapp iniciaba el horror. «Estoy aquí, mamá». Tres años después, una madre coraje ha vencido a un asesino en serie

BELÉN HERNÁNDEZ y Arturo Checa

Valencia

Lunes, 25 de julio 2022, 01:18

Un pitido puede cambiar la vida. La tuya y la de un asesino en serie. La tuya y la de una decena de mujeres víctimas del mayor depredador sexual de los últimos tiempos en la Comunitat Valenciana. Marisol Burón duerme arropada en una madrugada fría. Es el 7 de noviembre de 2019. '¡Bip, bip!'. Su móvil suena. Vibra. Su vida está a punto de fundirse en negro tras un whatsapp. «Mamá, he quedado con un chico. No puedo ir mañana». Son las 5.55. Un dígito místico que en la numerología habla de un gran cambio. Último vestigio de vida de Marta Calvo. La chispa que inició el infierno. Ahí comienzan 988 días que han marcado la historia criminal valenciana.

El calvario sin Marta. El instante en que una madre coraje sabe en su alma que algo no va bien. El horrendo génesis de casi tres años entre el instante en que una mujer rota sin su hija inicia el camino para desenmascarar a un letal depredador sexual y el momento en que Jorge Ignacio Palma, asesino en serie, verdugo de tres mujeres, violador de una decena de víctimas inválidas, traficante ducho listo para someterlas con gran cantidad de cocaína, escuchaba en la Ciudad de la Justicia, con cara de póker, sin pestañear, sin mirar a los ojos a su abogada, mientras el jurado (siete mujeres valientes y dos hombres) abrían la puerta de la prisión permanente revisable a un monstruo. Este es el relato de su horror.

Son las 5.55 horas en la casa del municipio de Manuel. Sólo Jorge Ignacio sabe qué pasó después. «Me la encontré muerta», dice él. Y lo ha mantenido ante la Guardia Civil, ante el jurado y en prisión. Servicial, falso, manipulador. Lo dicen los que lo han conocido. Los hechos han secado las lágrimas de cocodrilo que derramó en su declaración. Ahí dijo ser «víctima de un complot». Mientras el jurado lo proclamaba culpable hasta de treinta delitos él se mantuvo imperturbable. Ni una mueca. Lo cierto es que apenas despunta el alba del funesto 7 de noviembre de 2019 y el asesino sólo piensa en salir y comprar guantes de látex y bolsas de basura. Regresa y arranca su dantesco relato. La descuartiza. Sólo su declaración sostiene eso. El jurado no se lo ha creído, como tampoco se lo creyó antes la Guardia Civil.

El jurado no considera probada la versión del descuartizamiento, pero sí que se deshizo del cuerpo de Marta de algún modo

Ni rastro de restos biológicos de Marta en la vivienda. «No es fácil descuartizar un cuerpo sin haberlo hecho antes. O miente o ha desmembrado cuerpos más veces...», fue la inquietante alternativa lanzada por un perito en el juicio. La única verdad es que Marta se evapora en ese instante. Y, por ahora, sin rastro.

Marisol se despierta. Sin noticias de su hija. Confía en que sigue dormida. Manda apenas algunos mensajes inocentes. Rutina. Prudencia de madre. Luz ámbar a las 9 de la mañana. Su Marta no acude a una cita de futuro. 'Ponte guapa'. Era el nombre del centro de belleza que madre e hija iban a abrir juntas. Uña y carne. Sólo faltaba el contrato. Marisol aplaza la firma. «En otra ocasión...». Pero nunca la hubo.

Días de angustia

Luz roja. Llega el mediodía y todavía no hay señales. Marisol va a trabajar. Ya ansía que su hija aparezca. «Se habrá quedado sin batería». Intenta calmar sus nervios. Pero estalla. Le da un ataque de ansiedad y deja el trabajo. Conduce con Manuel en su navegador. «Ni sabía que existía un pueblo llamado así». Pero el mal ha ido más rápido. Jorge Ignacio Palma ya ha podido cargar antes los restos de Marta en un Volkswagen Passat del que luego intentará deshacerse. ¿Y Marta? Ni rastro en contenedores ni en el vertedero. ¿Qué estaba haciendo entonces el asesino en serie? Una incógnita todavía sin resolver.

Noticia Relacionada

Homicida y madre coraje acaban cara a cara. Marisol llega a Manuel. Toca el timbre. Una y otra vez. Al final Jorge Ignacio abre. No la mira a los ojos. Ya es un cobarde. Ya es un camaleón. Ya es un asesino en serie. «No conozco a ninguna Marta. Si quieres puedes entrar y ver que no está aquí». Sólo Dios sabe qué hubiera pasado si Marisol hubiera aceptado la invitación. Era un joven tranquilo. Movía las mismas manos con la que acababa de descuartizar a una chica de tan sólo 25 años. Marisol retrocedió. ¿Seguía su hija dentro? Sólo su verdugo lo sabe.

«¿Y ahora dónde la busco?». Las dudas devoran a una madre en el abismo. Cree que Jorge dice la verdad. Deja pasar el fin de semana. Se reconcome sin Marta. Y estalla el 9 de noviembre. «Quiero denunciar la desaparición de mi hija». Son apenas siete renglones los que escribe en su denuncia en la comisaría de Abastos. Un suspiro para describir un infierno. «Señora, su hija volverá en unos días de Ibiza con 20.000 euros», le contestó el policía. «Ojalá», piensa hoy ella.

El criminal mueve ficha

13 de noviembre. El diablo se esfuma. Jorge Ignacio había estado antes con su madre. Ella la visitó desde Mallorca. Su papel es otro misterio. Acabó no declarando. Las hipótesis iniciales apuntaron a que algo supo del rastro homicida de su hijo. Otro agujero negro en la investigación. Como el paradero de Jorge en los 21 días que estuvo desaparecido. ¿Quién le ayudó en las sombras? Ninguna luz ha acabado enfocando la verdad.

Acorralado. El 4 de diciembre, uno de los mayores asesinos en serie de mujeres de la Comunitat se quita la careta ante la Guardia Civil. Se coloca otra máscara. La de un 'niño bueno' que ha tenido un accidente y se ha puesto nervioso. Pero ya era la tercera mujer a la que asesinaba con el mismo patrón. Ha cavado su propia tumba. Finge colaborar. Da una versión de dónde puede estar el cuerpo de Marta, descuartizado, con todo lujo de detalles. Comienza una odisea para la Guardia Civil. Ocho meses perdidos rastreando más de 16.000 toneladas de basura en vertederos. Nada. Otra montaña de desesperación en el alma de Marisol. «Dijo que la tiró a los contenedores, como si mi hija fuera basura». Marta nunca estuvo ahí. La soledad de Marisol salvó vidas. Mientras lloraba en los medios de comunicación se convirtió en el refugio de otras nueve mujeres.

Más víctimas del depredador sexual estaban denunciando los mismos hechos: prácticas letales no consentidas con cocaína. Como Marta, como Arliene, como Lady Marcela. Inocentes presas de su práctica con las piedras de droga. Disfrutaba viendo cómo la vida se les escapaba.

Noticia Relacionada

Las que habían logrado sobrevivir guardaban silencio. Hasta el instante en que vieron el rostro del asesino en el televisor. Guiadas por el ejemplo de una madre coraje que, a la vez, emprendía una lucha política en busca de la prisión permanente para aquellos criminales que se deshacen de los cuerpos de sus víctimas.

La hora de la justicia

La agrupación de todos los casos en una misma instrucción fue crucial. Y en junio llegó el juicio, que acabó con Jorge sometido a diez acusacioens y 30 posibles «culpables». Seis mujeres, escudadas detrás de un paraban, narraron sus vivencias a lo largo de las cinco agotadoras semanas del proceso público. Lágrimas. Traumas. Relatos que poseían la misma voz aunque provinieran de mujeres que ni siquiera se conocían.

Jorge intentó seguir siendo un camaleón con su camisa de niño bueno y sus fingidos modales ante el jurado. Pero no le quedaban ya más caretas. Los peritos lo desenmascararon. Las víctimas lo retrataron. Las acusaciones lo apuntillaron. Y tras cinco agónicos días de deliberación, siete mujeres valientes y dos hombres lanzaron un demoledor veredicto: culpable de todos sus crímenes. Él ni pestañeó. Tampoco miró esta vez a la cara de su abogada. Como tampoco levantó la vista en la puerta de su casa de Manuel para enfrentarse a los ojos de Marisol. Los mismos que se llenaron de lágrimas a las puertas de la Ciudad de la Justicia entre aplausos, vítores y llantos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Premios Goya

La quiniela de los premios Goya 2025

Equipo de Pantallas, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández, Mikel Labastida y Leticia Aróstegui

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Un infierno de 988 días que acaba sin Marta Calvo