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La engañaron para dejar su vida en Rumanía y venir a vivir a España donde le ofrecieron trabajar en un restaurante y compartir una vivienda. Según el relato que hace el Ministerio Fiscal, los 11 investigados convencieron a la víctima para venir a Valencia bajo el pretexto de un trabajo falso y la obligaron a prostituirse sin ni siquiera cobrar un euro por los servicios sexuales que realizaba.
Los hechos ocurrieron en 2019 cuando, presuntamente, dos de las acusadas contactaron con la víctima por redes sociales con esta propuesta fraudulenta. Incluso lograron convencer a la familia de la mujer para que le permitieran trasladarse desde Bucarest hasta Valencia, sin saber que se estaba dirigiendo de cabeza al infierno.
Cuando Paula (nombre ficticio dado que la víctima está actualmente en calidad de testigo protegido) aterrizó en el aeropuerto de Manises, supuestamente la estaban esperando otros dos hombres investigados. Entonces se destapó el terror. Presuntamente le dijeron que tendría que practicar la prostitución durante seis meses bajo la amenaza: «Si no lo haces te mataremos a ti y a tu familia».
Ese mismo día la condujeron hacia la A-3 para que trabajara como prostituta hasta las dos de la madrugada. Los presuntos proxonetas la controlaban tanto a ella como a otras chicas que forzaban para ejercer la prostitución. Tras 10 horas vendiendo su cuerpo en la calle, los mafiosos volvían a por ellas a recogerlas. Siempre impidiendo que pudieran escapar. Sometiéndolas a una vida de miseria.
Tenían que entregar a los supuestos delincuentes la mitad de las ganancias que obtuvieran, pero luego consiguieron quedarse con todo. Otro de los acusados presuntamente obligó a Paula a entregarle la totalidad de lo que había recaudado prostituyéndose, que oscilaba entre los 300 y los 400 euros. También le hicieron pagar 50 euros por «comprar» la calle en la que ejercía la prostitución.
Supuestamente, las mujeres que engañaron a la víctima para venir a Valencia eran las que la tenían retenida en el interior de la vivienda impidiéndole salir hasta que los presuntos mafiosos lo indicaran. Al pillar a la víctima mandando mensajes por el móvil, dos de los acusados la abofetearon según detalla la Fiscalía. Le dijeron que si se lo contaba a alguien «al salir de la cárcel la matarían a ella y a su familia» y que no iba a volver a Rumanía en 50 años.
Para conseguir tenerla todavía más vulnerable e incomunicada le dieron un teléfono móvil sin acceso a Internet. La víctima le pidió permiso a los secuestradores permiso para poder salir bajo el pretexto de que quería acudir al funeral de uno de sus familiares. Al parecer, al enterarse de que no era cierto, le propinaron una paliza.
Una vida entre golpes y amenazas. Incluso le enseñaban con frecuencia una pistola que guardaban en el coche recalcándole que de no cumplir con sus órdenes «le podía pasar algo». Tras tres meses de angustia, Paula encontró una escapatoria y consiguió que un cliente la llevara a la comisaría de Abastos para interponer una denuncia contra sus captadores.
Según el informe del médico forense que evaluó a Paula, presenta un trastorno de estrés postraumático grave y sentimientos de soledad, inseguridad y miedo. La Fiscalía solicita para los supuestos cabecillas penas que superan los 20 años de prisión. El juicio, que debería haber comenzado este martes en la Ciudad de la Justicia, comenzará el próximo lunes 6 de mayo dado que uno de los acusados ha sufrido un accidente de tráfico y no ha podido comparecer ante el juzgado.
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