El dilema es el que sigue: paga dinero a una empresa especializada en desalojos o se arriesga a que unos okupas destrocen su casa. La ... decisión que tomó Vicente C. D., de 65 años, no se hizo de esperar cuando se enteró de que los usurpadores ya habían desvalijado la vivienda en el número 110 de la avenida del Cid y habían tirado a la basura enseres, ropa, recuerdos y otros objetos de gran valor sentimental para este médico jubilado.
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«Cuando me dijeron que tenía dos okupas en mi casa me quedé muerto. Llamé al 091 pero la Policía no pudo hacer nada porque no abrieron la puerta. Esto es una canallada. La ley ampara en España a los usurpadores de viviendas y perjudica a los legítimos propietarios», se queja Vicente. «Busqué por internet una empresa especializada en desalojos y llegamos a un acuerdo. Más de mil euros tendré que pagar si consiguen que salgan de mi casa. Ese es el trato», afirma el médico con resignación.
Los okupas son dos jóvenes colombianos que llegaron a España hace varios meses. Tras ser identificados por la Policía Nacional, los individuos manifestaron que habían pagado 1.800 euros a un hombre para entrar en el piso y que luego acordaron un precio de 600 euros mensuales por el alquiler de un piso con un enganche ilegal de luz, pero no mostraron ningún documento que acreditara esta versión.
Cinco empleados de la empresa JMdesokupaciones acudieron el viernes a la vivienda de Vicente para negociar un desalojo pacífico. LAS PROVINCIAS fue testigo de una tensa conversación por la negativa de los okupas a salir de la casa, aunque poco después dejaron entrar en el piso a dos policías y escucharon las advertencias de los agentes sobre las penas a las que se enfrentan.
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Mientras tanto, Vicente esperaba en la calle. Estaba nervioso porque no sabía cómo iban a terminar las negociaciones. «Una mafia ha okupado mi casa y ha tirado los muebles y todas mis cosas a la basura», señaló con el rostro cariacontecido. «No hay derecho. Tenía cintas de vídeo de mis viajes y muchos recuerdos de mis padres. ¿Quiénes son ellos para entrar en mi casa y llevarse todo lo que han querido? Me han dicho que la han dejado vacía», añadió el médico jubilado.
Aunque los okupas aseguran que la vivienda estaba vacía cuando ellos entraron, una vecina los vio cuando sacaban los muebles y bolsas con ropa y libros. «Tiraron muchas cosas a la basura y otras la dejaron en el suelo al lado del contenedor», señaló la mujer. «No llamé a la Policía porque creía que el dueño había alquilado el piso y que los nuevos inquilinos lo estaban vaciando. Nunca pensé que eran okupas. Bajaron incluso a la reunión de la finca», afirmó la vecina.
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Tras la mediación de la empresa JMdesokupaciones, los dos jóvenes colombianos y una mujer de la misma nacionalidad que los asesora se han comprometido a desocupar la casa antes de un mes y han firmado un documento para que el acuerdo conste por escrito.
Cuando salgan del piso, los mediadores pagarán 300 euros a los okupas, «una ayuda económica en concepto de mudanza», explica un portavoz de JMdesokupaciones; y Vicente recuperará su propiedad, pero no sus recuerdos, sin necesidad de presentar denuncia ni esperar una orden de desalojo que puede demorarse entre 3 y 12 meses en función de la carga de trabajo del juzgado y los tiempos del proceso.
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Y es muy probable que los usurpadores se trasladen entonces a otra de las viviendas que las mafias okupas han desvalijado en las últimas semanas en Valencia tras forzar cerraduras y cambiar bombillos.
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