El mapa de la droga en Valencia

Del infierno del 'híper' de Campanar a una venta dispersa con citas en redes sociales entre camello y consumidor. Así se ha transformado el negocio clandestino en la ciudad

J. A. MARRAHÍ

Sábado, 10 de abril 2021, 01:09

Jeringuillas entre cebollas, traficantes en maleteros para eludir a la policía, cadáveres en las acequias... Han pasado 13 años desde que la huerta de Campanar se libró de ese yugo. 'Las Cañas' o 'híper' de la droga fue el nombre de un inframundo en el que traficantes subsaharianos se adueñaron del destino de centenares de toxicómanos, esencialmente heroinómanos que peregrinaban a diario y hasta acampaban para tener el chute a mano.

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La Policía Nacional ha evitado que renazca un nido de droga callejero de semejante magnitud. Los traficantes operan hoy en pisos particulares dispersos por toda la ciudad y la venta se gesta, mayoritariamente, a través de citas por teléfono.

Lo explica el comisario Pablo Díaz de la Policía Nacional, mando de Policía Judicial en Valencia: «La venta ha cambiado por completo. Ya no hay un punto negro ostentoso y evidente. Las redes sociales se han impuesto. Proveedor y cliente usan What'sApp o Instagram para contactar con un sinfín de mensajes en clave».

Operación policial en Abastos P. NACIONAL

Salvo reductos en asentamientos marginales o zonas de ocio del Marítimo, «ya no hay un peregrinaje como antes a por droga en barriadas», sino «contacto rápido para el pase y, 'si te he visto, no me acuerdo'». Previamente median frases crípticas como «¿me puedes pasar un cartucho de impresora» o «¿cómo van las camisas?», ejemplos del lenguaje vía móvil con el que se ha topado la Policía Nacional.

Muchos traficantes «pasan cortos periodos en un piso para cambiarse a otro a los seis meses». Ante semejante dispersión, la policía intensifica la vigilancia de redes sociales y medios digitales para 'cazar' a los camellos y atajar el consumo. «Los clientes ya no buscan droga en su barrio, sino en el teléfono», resume Díaz. Estima que un 90% del trapicheo se produce con citas de este tipo y sólo un 10% con la tradicional presencia física del camello en un punto fijo.

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Y circula más droga de la que imaginamos. «Creemos que pillamos un 20% de lo que se mueve». El perfil del traficante es variado. «Históricos de toda la vida, otros que han visto una oportunidad, quien lo hace para costearse su consumo, camellos jóvenes de 20 años en busca de dinero fácil...». Según Díaz, la marihuana «está experimentando un boom e incluso sustituyendo al hachís y la heroína se mantiene por los adictos de siempre». La pandemia y sus restricciones «están frenando la venta y consumo de drogas más sociales y unidas a la fiesta como cocaína o las sintéticas».

Plantación en Xirivella P. NACIONAL

En el confinamiento muchos camellos optaron por mandar droga a sus clientes por paquetes de mensajería, «como si fuera una hamburguesa». La colaboración entre empresas y la policía detectó envíos «ante sospechas por el olor, tipo de paquete o punto de destino».

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La marihuana encabeza hoy las incautaciones, seguida de la cocaína. España, ahonda Díaz, «es ya uno de los productores más importantes de Europa». Los traficantes han hallado una ventaja. «Como ya se produce en espacio europeo su movimiento es más cómodo» que cuando venía de fuera «y con menos control en frontera».

Pese a la dispersión y discretas citas de chat para el pase, asociaciones de vecinos apuntan varias zonas en las que la venta o consumo se palpa en la calle.Pau Díaz, de la Asociación de Vecinos de la Malvarrosa, sitúa el problema en Casitas Rosas. «Estalló en los ochenta, se recondujo y en los últimos dos años percibimos un repunte». Según Díaz, «se trata principalmente de venta de heroína que deriva en una degradación global del barrio».

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María José Volta es la voz de la Asociación de Vecinos Palleter-Velluters. «En nuestras calles se vende mucha cocaína de fumar y heroína». La calle Viana, señala, es «el cuartel general» y «hay trapicheo en las laterales o en el parque de Guillem Sorolla». Allí «se vuelven a ver jeringuillas en el parque».

Plantación de marihuana en Patraix P. NACIONAL

En Nou Moles, la portavoz vecinal Casilda Osa señala la confluencia de la avenida del Cid con la calle Burgos. O puntos como la calle Alcalde Albors o la Plaza de Roma. Desde la Asociación de Vecinos de Patraix, su presidente, Toni Pla, pone el foco en los jardines de la Plaza Patraix y la confluencia con las calles Pinet o Dibujante Manuel Gago. «Aquí tenemos consumo de porros por parte de gente joven. El humo y olores causan molestias y es mal ejemplo para niños».

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Julio Moltó es la voz de la Asociación de Vecinos de Nazaret: «Las operaciones policiales han reducido el problema, pero persiste un menudeo difuso con camellos que van con bici o moto por accesos al barrio».

En Benimaclet, por ejemplo, la preocupación vecinal llega con las «jeringuillas que han aparecido recientemente en la calle Perís Mencheta, vía sombría y escondida de poco paso», describe el presidente Paco Guardeño.

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En el Cabanyal, los vecinos consultados sitúan la droga en calles como Progreso y su «zona cero», la plaza del Rosario o los Bloques Portuarios.

Clanes, del suministro de barrio a la fábricade marihuana

'El Buri', 'El Gorrino', 'El Tolón', 'La Pantera', 'La Chuky'... Son apodos de viejos conocidos de la policía en su pulso a los clanes del narcotráfico. Esta tipología del comercio ilegal, con grupos en barriadas desfavorecidas de toda la región, sigue viva con un cierto éxodo de los líderes hacia zonas rurales o de polígonos para intentar pasar desapercibidos.

Según expertos de la Policía Nacional y la Guardia Civil, han cambiando en los últimos años: de ser camellos de barrio se han lanzado a la venta de todo tipo de drogas, la mujer gana peso dentro de la organización y han encontrado en la marihuana un filón que los convierte en exportadores a toda Europa. Esta droga ya encabeza las incautaciones de la policía en Valencia. Como se produce en espacio europeo su movimiento es más cómodo para los traficantes que cuando venía de países externos, con un menor control en fronteras.

Las operaciones policiales han demostrado la presencia de clanes en una treintena de barrios de toda la Comunitat. En Valencia han diversificado su negocio. De manejar coca y heroína a vender estas drogas y, además, mucha marihuana.

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