Directo Última hora del temporal de lluvias en la Comunitat Valenciana
Los vecinos siguen sacando trastos mojados en Benetússer. B. Hernández

Miedo en Benetússer por cuatro pitidos de alarma en tres horas

«Antes lo hicieron mal por defecto y ahora por exceso», critican los vecinos, que no han sufrido ningún daño material durante esta última DANA

Jueves, 14 de noviembre 2024, 15:37

En Benetússer la alarma de Protección Civil no sonó ni una ni dos veces... Hasta en cuatro ocasiones se oyó aquel pitido ensordecedor en el ... pueblo en unas tres horas. Pero, a pesar de estar en alerta roja por una nueva DANA, el municipio no sufrió daños por las lluvias. José y Florencio comentan: «Antes lo hicieron mal por defecto y ahora por exceso».

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La sensación que tienen los vecinos es que recibieron demasiadas alertas para la cantidad de agua que cayó. Nada que ver con las inundaciones del pasado 29 de octubre. Benetússer es uno de los pueblos en los que los teléfonos sonaron más veces.

Loli Buendía lleva puesto el Equipo de Protección Individual (EPI) mientras sigue limpiando con su marido el garaje de su finca por las secuelas de la pasada DANA. «A nosotros nos pitó el móvil hasta ocho veces. Sonaba cada media hora o así. Cuando le llegaba a mi marido no me llegaba a mí y viceversa», cuenta mientras sigue barriendo el lodo acumulado.

Estaban muertos de miedo. Cuando les avisaron de que estaban en alerta roja, los vecinos de Loli y ella bajaron a limpiar las alcantarillas de la calle. «Nuestra prioridad era que tragaran bien para que no volviera a pasar lo mismo que la otra vez», confiesa la mujer. Aunque sus coches ya se echaron a perder aquel fatídico 29 de octubre. En el vehículo azul marino de Loli hay un cartel: «Esperando a que lo recoja la grúa». Su moto, todavía atrapada en el garaje que tiene cerca de un metro de agua, también ha quedado inutilizable.

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Benetússer está lleno de carteles y señales. «Este coche funciona», «este no»... Pocos son los afortunados que consiguieron que el motor arrancara después de haberse expuesto a litros y litros de agua. Las calles siguen embarradas, aunque los centímetros de lodo que llenaban las carreteras ya son historia. De aquella tragedia sólo queda el recuerdo. Aunque algo ha cambiado en los vecinos: no sólo en aquellos que resultaron afectados, si no también en los que creyeron que podían perderlo todo.

Las pérdidas materiales duelen, pero los afectados tienen el corazón encogido al saber que podrían haber perdido la vida aquel 29 de octubre. Loli lo reconoce: «Con esta nueva DANA apenas llovió, pero seguimos con muchísimo miedo».

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La advertencia de Aemet les tuvo en vilo. No querían que se repitiera la tragedia que amenazó con destrozar miles de vidas y que logró arruinar cientos de ella. «Cada vez que oíamos un sonido similar al de la lluvia nos asomábamos». Su EPI sigue manchado de lodo. Continúan sacando trastos carcomidos por el agua. Los vecinos se asoman a ver cómo van en las tareas de limpieza.

En la entrada del garaje se puede leer una erre con pintura naranja. La inicial de «revisado». «Entraron para ver que no había ninguna víctima. Aquí no se quedó nadie atrapado. Pero a limpiar no nos ha ayudado nadie», lamenta Loli.

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La magnitud del desastre le ha quedado grande a la sociedad. Nadie estaba preparado para una desgracia de semejante magnitud. En las calles de Benetússer, los Bomberos de Oviedo siguen trabajando junto a efectivos del Consorcio Provincial de Valencia. «Seguimos con el saneamiento de las aceras para que no quede nada de barro», comenta uno de los bomberos. En su voz somnolienta se puede notar el desgaste de lar arduas jornadas de trabajo. Pero no se dan por vencidos. Siguen al pie del cañón. Eliminando con la manguera cada recuerdo de la DANA, aunque el lodo vaya a impregnar durante mucho tiempo los pensamientos de los valencianos.

«Vamos a tener que ir al psicólogo, no hemos vuelto a ser los mismos. Tenemos mucha ansiedad y ni siquiera dormimos bien», confiesa Lorena. Va junto a sus dos niñas rubias por las calles de Benetússer. Lleva botas de agua. No las necesita. En las aceras ya no hay charcos que puedan calarle los pies. Pero hay muchas personas que no logran sentirse a salvo todavía.

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Durante el pasado temporal, sus vecinos fueron a su casa, en el ático de la finca, para salvarse. «Esta vez también les dije que hicieran las maletas por si tenían que venir», cuenta la mujer.

El rugir del motor de los camiones de Bomberos es prácticamente lo único que rompe el silencio en el pueblo. Un aura fría y gris se ha adueñado de la localidad. No se observan grupos de vecinos charlando. Los efectivos siguen saneando las calles para deshacer a Benetússer de cualquier rastro de barro que quede

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