Nikolay T. nació hace 26 años en la ciudad moscovita de Lobnya. Pero desde su niñez, aproximadamente desde los 11 años, España se convirtió en su lugar habitual de residencia hasta recalar en la Comunitat. Nadie imaginaba entonces que la cabeza de ese niño iba ... a trastornarse hasta tal punto de acabar convertido en lo que ahora se ha descubierto: «un asesino en serie desorganizado, psicótico» que elegía a sus víctimas al azar. Y con tres muertes en su haber, dos en la Comunitat y la última, en su país de origen.
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Con su caso reaparece un mal que sigue causando estragos: el de los problemas mentales o adicciones no detectados a tiempo o sin tratamiento. En los casos más extremos, la enfermedad acaba convirtiendo a quien la padece en un elemento azaroso e imprevisible. A merced de un funcionamiento neuronal o psicológico que todo lo mezcla y confunde para nublar cualquier norma o consideración moral. En Nikolay, además, con una vida a caballo entre dos culturas muy distintas: la rusa y la mediterránea.
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Se averiguó que entre 2016 y 2020 había vivido en Torrevieja y en La Hoya de Elche con sus padres, éste último punto a unos dos kilómetros del lugar donde mató a la funcionaria. Su madre gestionaba varias inmobiliarias en la zona de Torrevieja y se dedicaba a alquilar inmuebles a compatriotas.
El deterioro mental de Nikolay se agudizó antes de la pandemia. Conocidos del joven manifestaron a la Policía lo que consideran el punto de inflexión: se fue a Rusia dos años para cumplir con el servicio militar y regresó a España absolutamente cambiado. «Su comportamiento se tornó cada vez más extraño y violento, a la vez que aumentaba el consumo de alcohol y de estupefacientes», detallan las fuerzas de seguridad.
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La Policía Nacional no tiene constancia de que estuviera recibiendo tratamiento en la Comunitat por su deterioro mental.
Según las informaciones recabadas por los investigadores, el joven decía escuchar voces o tener la sensación de que le perseguían (en este tipo de situaciones el enfermo acaba atacando a sus víctimas casi como una conducta defensiva ante un peligro incierto pero que su mente entiende como real). Los testigos aseguran que fumaba porros e incluso llegó a proponer a algún colega ataques violentos. Según ABC, hasta acabó detenido por una agresión y, mientras, la preocupación crecía en su progenitora, que trataba de protegerlo y controlarlo hasta donde le era posible. Al parecer, era ella quien se encargaba de trasladarlo, incluso a visitar a sus colegas, pues no tenía carné de conducir. Pero a veces se movía en bicicleta o caminaba solo.
La violencia de Nikolay se desató justo con el final del confinamiento por la pandemia. Así explican su conducta investigadores del caso: «No había ningún móvil ni económico, ni sexual, ni personal. Elegía a las víctimas de forma aleatoria y desorganizada».
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Fue en julio cuando llegó su primer intento serio de matar. Propinó varias cuchilladas a una mujer que limpiaba un portal en Torrevieja. Un vecino salió en defensa de la víctima y le salvó la vida. En su huida las cámaras de seguridad permitieron captar ese carácter ingenuo y caótico del homicida. Corría mientras sujetaba un cuchillo de grandes dimensiones, en lugar de deshacerse del arma tras la agresión.
Ya en agosto, repitió con el agricultor de Los Montesinos, a sólo cuatro kilómetros del escenario de su primera agresión. Y esta vez no falló. La víctima pereció acuchillada. En noviembre, la azarosa conducta mortal de Nikolay continuó. Podría haber sido cualquier otra persona, pero le tocó a Alicia, una funcionaria judicial de 45 años que paseaba su perro junto a unos campos.
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Y a partir de este momento, tierra de por medio y de vuelta a Moscú. En este punto, los investigadores sospechan que su madre jugó un papel clave en su huida a Rusia. Fue ella la que le compró el billete de avión justo al día siguiente del crimen de la funcionaria.
Pero nada frenaba ya la conducta homicida del joven. Llegó a la capital rusa y, 25 días después, se cobró su tercera víctima mortal en seis meses: una mujer a la que acuchilló en un estanco. Su familia abandonó entonces Alicante y regresó a Rusia a principios de 2021.
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En Moscú nadie sabía nada por aquel entonces del pasado criminal de Nikolay en Alicante. Pero el joven sí tuvo que responder en su país por el homicidio en el comercio moscovita. Según Interior, tras su arresto por asesinato ingresó en prisión preventiva. Posteriormente llegó el juicio, que concluyó con su declaración como enfermo mental. Ahora pasa sus días ingresado en un hospital psiquiátrico ruso.
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