El hombre que se estrelló con un coche modelo BMW en la Gran Vía Fernando el Católico de Valencia , ha fallecido este miércoles como consecuencia de las graves lesiones que sufrió en el accidente.. Leonardo M. M., de 35 años, circulaba a 185 kilómetros por hora poco antes del accidente, según captó el radar fijo instalado en el túnel de la avenida Pío XII de la ciudad. Los médicos del Hospital La Fe, donde permanecía ingresado, no han podido hacer nada ante las graves heridas craneales que padeció en el choque.
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El accidente, del que informó el martes LAS PROVINCIAS, tuvo lugar sobre las 0.45 horas de la madrugada del lunes, cuando el conductor de 35 años perdió el control de su vehículo y chocó contra una zona ajardinada de la Gran Vía Fernando el Católico, a la altura de la calle Doctor Zamenhof.
Según los testigos, el coche circulaba a más de 100 kilómetros por hora cuando impactó contra una palmera y la arrancó. El vehículo voló durante unos segundos antes de estrellarse contra otro árbol y un poste semafórico.
El motor del turismo salió despedido e impactó contra la fachada de una finca. El hombre sufrió un traumatismo craneoencefálico y quedó atrapado en un amasijo de hierros. Nueve vehículos que estaban estacionados sufrieron daños al ser golpeados por el coche y las piezas del motor.
El del lunes es uno de los accidentes por exceso de velocidad más aparatosos y brutales vividos en la ciudad de Valencia. Para encontrar un antecedente tan grave hay que remontarse al 8 de junio del año 2006. Un valenciano de 33 años, A. F. L., se empotró contra ocho coches en la avenida Baleares de la ciudad con su Porsche 911 Turbo Cabrio.
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Una patrulla de la Policía Local lo detectó a gran velocidad y trató de darle alcance. Fue imposible. Según estimaron los agentes, circulaba a una velocidad de entre 170 y 200 kilómetros por hora. Cuando atravesó un badén, el vehículo voló por los aires. Al aterrizar sobre el asfalto dejó una huella de derrapaje de 50 metros. Y a partir de ahí, el caos. Un estruendo que los testigos compararon a «una bomba».
Cuando el hombre se apeó del coche junto a los dos colegas que le acompañaban, expresó: «Tranquilos. No ha pasado nada». El sistema de airbags del vehículo les salvó la vida y salieron prácticamente ilesos del brutal siniestro.
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