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BELÉN HERNÁNDEZ
Martes, 20 de septiembre 2022, 00:20
Apenas diez minutos son suficientes para comprobar el fácil acceso que tienen los menores a las navajas. José fue a comprar una linterna en ... una armería de las afueras de Valencia. Unos instantes después, un chaval que no superaría los 16 años entró por la puerta. «¿Tienen navajas?», preguntó con serenidad al dependiente. El encargado de la armería no se escandalizó, como si formara parte de su rutina como vendedor. «Compró una navaja grande. El filo tendría tres o cuatro dedos de ancho», narra anonadado el testigo.
Aquella arma superaba el tamaño permitido incluso para mayores de edad. El chaval no se quedó corto, su nueva navaja mide más de 11 centímetros. «Ten cuidado que si te pillan con esto te pueden denunciar, eh», le aconsejó el dependiente. Y el niño se fue, victorioso, con lo que dijo que era «un regalo». Pero no fue el único menor de edad que entró a la armería en esos diez minutos. Dos niños de 13 años entraron después. ¿Hay navajas y gas pimienta?, consultaron.
Según relata José, esta vez el dependiente sí se alarmó por la juventud de sus compradores. «Vosotros sois menores, ¿no?» Una pregunta por protocolo. Los chicos salieron de la tienda con la compra hecha. Sus armas incluso estaban envueltas en papel de regalo. La falta de control en este tipo de establecimientos hace que los niños tengan pleno acceso a material armamentístico. Tampoco les supone un esfuerzo económico conseguirlas.
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En un bazar se puede comprar una navaja por 2,50 euros. El dinero para chuches. El responsable de uno de ellos admite que no pide a los jóvenes que le enseñen el DNI cuando van a comprar. «Suelen ser altos así que no les pregunto su edad», confiesa. LAS PROVINCIAS comprueba si es de verdad tan fácil que los menores se hagan con armas blancas. Este periódico le pide a una niña de 16 años, que aparenta menos edad de la que tiene, que entre en un bazar del centro de Valencia y pruebe si le venderían una navaja sin finalizar la compra. La chica de grandes ojos azules sale de la tienda sorprendida. «No tenían las navajas a la vista pero cuando he preguntado me han sacado una caja que tenían dentro del mostrador. Había muchísimos modelos diferentes y me han dicho que eligiera. Ni me han preguntado la edad ni me han pedido el DNI», cuenta la adolescente. A ningún menor le sorprende que sea tan fácil para ellos comprarlas.
Un niño de 14 años confirma la teoría. «Claro que nos venden». Él dice que nunca ha intentado adquirir una, pero que sus amigos llevan en las mochilas del colegio. Señala el bolsillo de la suya, que es casi más grande que él y comenta: «Entras al bazar y no te preguntan nada. Te la venden sin problemas». Sorprende la normalidad con la que trata el tema. Su rostro infantil no delata que estuviera familiarizado con ese mundo. Pero las armas blancas llegan hasta los colegios de la Valencia más céntrica.
Los menores no son ajenos a esta realidad, las autoridades tampoco, pero son pocos los propietarios que admiten que unos euros de más en la caja registradora hacen que se salten las normativas. Los jóvenes lo tienen muy fácil si buscan hacer daño. Pero el problema va más allá de las tiendas físicas. Los chavales que quieran hacerse con un arma sólo necesitan una tarjeta de crédito para poder comprarlas por internet. Un 'clic' y hasta un niño de doce años puede hacerse con una navaja. Sin regulación. Sin filtros que aseguren que la venta se hace a una persona mayor de edad. Sin barreras que controlen el fin de esos productos. Ni dónde acabarán.
«Es incontrolable. Internet es otro mundo», confirman fuentes de la Policía Local. Los agentes advierten: «A no ser que intervengan las armas en las aduanas es muy difícil pararlo». Revelan que la única manera de descubrir y erradicar los casos de venta de armas blancas a menores es que alguien denuncie, una circunstancia que es difícil que se dé.
La policía tiene asumido que se trata de una problemática difícil de erradicar. «Pasa lo mismo que con la venta de alcohol. Aunque los encargados de los comercios se nieguen a proporcionar estos productos a menores siempre pueden convencer a alguien mayor de 18 para que efectúe la compra por ellos».
La violencia juvenil está en la orden del día más allá de tratarse de casos aislados y controlados. En su análisis, el Ministerio Público visibiliza su preocupación por la proliferación de agresiones. La Fiscalía Provincial de Castellón determina en su estudio que el paradigma actual «ha provocado situaciones que han derivado en agresiones y, dentro de ellas parece ser que tienen la necesidad de ir protegidos con navajas 'por si acaso'».
La legislación regula la prohibición de venta de armas a menores, pero siempre hay lagunas en las que pueden escudarse. De acuerdo con el Real Decreto 726/2020, de 4 de agosto, por el que se modifica el Reglamento de Armas, «los españoles y extranjeros, con residencia en España, que sean mayores de dieciséis años y menores de dieciocho, podrán utilizar exclusivamente para la caza o para el tiro deportivo en cuyos Reglamentos se halle reconocida la categoría ''junior'', pero no poseer ni llevar dentro de las poblaciones, armas largas rayadas para caza mayor o, en su caso, de la categoría 3.ª 1 (Arma, objeto o instrumento que por sus características y peligrosidad tiene el mismo régimen que un arma de fuego)».
Se permite la venta «siempre que se encuentren en posesión legal de una autorización especial de uso de armas para menores y estén sometidos a la supervisión de un adulto titular de licencia de armas D, E o F, que previamente se hayan comprometido a acompañarlos y vigilarlos en cada cacería o acto deportivo». Como regla general, aunque los mayores de edad sí tengan permitido llevar navajas, «está prohibida comercialización, publicidad, compraventa, tenencia y uso de las navajas no automáticas cuya hoja exceda de 11 centímetros, medidos desde el reborde o tope del mango hasta el extremo», como explica la página web de la Guardia Civil. También se prohíbe el uso a particulares de cuchillos, machetes y demás armas blanca aunque se excluyen los casos de compra de colección.
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