
El fiscal dice que el padre de los niños de Godella «abdujo» a la madre
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Define a Gabriel C. A. como «manipulador y camaleónico» pero el sospechoso proclama su inocencia y carga a María el doble crimenJuan Antonio Marrahí
Valencia
Lunes, 31 de mayo 2021
Llega la hora de la justicia para Amiel e Ixchel. Ellos son los dos hermanos de tres años y cinco meses que el 13 ... de marzo de 2019 aparecieron enterrados y muertos a golpes en la parcela de Godella en la que sus padres vivían como okupas. Ayer ambos progenitores, Gabriel Salvador C. A. y María G. M.., comenzaron a ser juzgados por un tribunal popular. Para el fiscal el hombre «tenía abducida a la madre», pero él lo niega y se desvincula del crimen.
Sobre las 10 horas comenzó el proceso de selección de los nueve miembros titulares y dos suplentes del jurado llamados a decidir sobre el futuro de los progenitores. Fueron elegidos seis mujeres y cinco hombres. A las 14 horas el tribunal popular estaba ya configurado y arrancó el juicio con la intervención del fiscal encargado del caso, Javier Roda, quien ha cargado culpas contra Gabriel y lo ha definido como «manipulador, controlador y camaleónico».
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La pareja se conoció en 2011 y desde 2017 se establecieron ilegalmente en el chalé donde sucedieron los sangrientos hechos, cerca de lujosas urbanizaciones como Campolivar o Santa Bárbara, pero viviendo de una manera alternativa.La visión del fiscal en el caso es clara: «Compartían creencias místicas como la regresión, la purificación de las almas mediante baños y su renacimiento tras la muerte». Fueron «inicialmente profesadas por Gabriel, pero poco a poco asumidas por María».
La pareja creía «que una secta les perseguía y asediaba, abusaba sexualmente de Amiel y quería secuestrar a sus hijos». Consideraba que este grupo «estaba integrado por familiares y amigos de María». Tanto era así que había noches «que vigilaban para evitar ser atacados», describe el fiscal.La acusación pública apunta a Gabriel en la decisión fatal: «Inculcó a María que la única forma de proteger a sus hijos era un baño purificador de sus almas, terminar con sus vidas y enviarlos al más allá para que posteriormente pudieran revivir». El horror sobrevino en la noche del 13 de marzo. Así lo resume el fiscal: «De común acuerdo, los bañaron en la piscina y luego les propinaron multitud de golpes, casi todos en la cabeza, con un objeto contundente o contra el suelo». Una vez muertos, los enterraron en dos puntos de la parcela.
El acusador marca una línea muy clara entre ambos: María «padecía una esquizofrenia paranoide en fase de brote agudo que anulaba su inteligencia y voluntad». No es imputable y pide su internamiento en un centro psiquiátrico por un período no superior a 25 años. Gabriel se enfrenta a 50 años de prisión por los dos asesinatos de sus hijos al contemplar el fiscal la agravante de parentesco.En su primera intervención ante el jurado, el fiscal destacó que el de Godella es el crimen «más grave que me ha tocado vivir». «No hay mayor brutalidad que este homicidio, la muerte de dos inocentes a manos de sus padres», lamentó. El representante del Ministerio Púbico cargó con fuerza contra el padre de los niños. «Él le metió a María en la cabeza la idea de ejecutarlos, la tenía abducida, y en un crimen tiene tanta responsabilidad el autor material como el que por detrás come la cabeza». Para el acusador, Gabriel «fue inductor y copartícipe».
Y trazó así el perfil del sospechoso: «Es una persona manipuladora, controladora y también camaleónica, capaz de mostrarse responsable y respetuosa, formado en artes escénicas». María, sin embargo, «era fácilmente influenciable, pero amaba a sus hijos por encima de todo. No se puede decir lo mismo de Gabriel, que los maltrató y faltó el respeto a su pareja con agresiones verbales». Siempre según su versión, el padre se formó «un híbrido religioso entre creencias mayas y cristianas, le inculcó esas ideas a María e hizo gala de ello en público».
El padre de los niños lloró durante el relato de hechos de su defensa, en concreto en el momento de la muerte de los menores. Se pesentó ante el jurado con un aspecto alejado de su modo de vida alternativa cuando se produjeron los hechos: camisa, pelo corto sin coleta y gafas.La versión de las defensasArturo Peris, su abogado, intenta convencer al jurado de esta versión: «María sufría una grave enfermedad mental y fue ella, y sólo ella, la que acabó con la vida de sus dos hijos mientras Gabriel dormía y sin su conocimiento». Lo hizo, resume Peris, siguiendo «la voluntad de Dios que ella conocía directamente a través de su voz». E insistió: «No existe ninguna prueba biológica de que este hombre matara a sus hijos y sí una confesión de María».
La abogada de María es Luisa Ramón. Según defiende la letrada, la madre «no ejecutó los actos que se le atribuyen y se limitó al enterramiento de los menores una vez que se los encontró sin vida». Para la jurista, «que María sufriera una enfermedad mental en ese momento», algo fuera de toda duda, «no significa que se le pueda cargar el crimen». La clave del juicio recae, esencialmente, sobre Gabriel: dilucidar sí influyó en María con sus convencimientos religiosos y relatos esotériocos, es decir, si plantó en su mente la semilla del sacrificio de los pequeños. El segundo punto esencial será aclarar si participó directamente en los asesinatos, con acción u omisión, o esta fue una acción llevada a cabo únicamente por la madre y detonada por sus problemas mentales.
Por el momento sólo ha hablado Gabriel y él, como era de esperar, niega los hechos. Dice que no infundió temor con ninguna secta y trató de desvincularse de su lado esotérico para presentarse como un hombre preocupado por sus hijos y su mujer, a la que carga el doble crimen.
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